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Madre lluvia por Paloma Fernández Gomá

 

MADRE LLUVIA


Madre lluvia de José Antonio Santano. Editorial Olifante. Zaragoza 2021.

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Por Paloma Fernández Gomá




El poeta y crítico literario José Antonio Santano nos presenta su nueva obra editada en tierras aragonesas con acento andaluz: Madre lluvia. Un libro de poemas que aproximan los recuerdos del poeta hacia su madre, desde su admiración. El afecto hacia su progenitora eleva el contenido de los versos, siempre sugerentes, transparentes y acertados; trazando una sincronía de tiempo y acontecimientos vividos por su madre. Vivencias que van marcando la existencia del propio poeta como coprotagonista. Su madre vivió la guerra y la posguerra , como muchos otros españoles, perdiendo parte de su familia en una contienda fratricida que produjo muchísimo dolor. Pero nuestro poeta se sobrepone al dolor; lo va dilatando en sus versos, hasta convivir con él y demarcar su campo de acción entre recuerdos, sensaciones, vivencias, ausencias y amor como regenerador de la convivencia.

La lluvia es un elemento regenerador que aparece en el libro como símbolo necesario para unir y transmitir. Identifica nuestro poeta la lluvia con su madre, para aproximarse a ella a través de  la huella limpia y fértil que supone la lluvia en los versos de José Antonio Santano.

El autor inicia el poemario con citas concernientes a la lluvia, de Ángel Valente, Pablo García Baena y Antonio Colinas.

José Antonio Santano es un poeta de calado con una trayectoria amplia y fructífera. Su poesía bebe de la fuente del humanismo y siempre está cerca del hombre y su esencia vital y trascendente  como persona, capaz de reconducir  la sociedad e intentar cambiar el mundo. Junto a otro escritores Santano es fundador del Movimiento Humanismo Solidario fundado en el año 2013 con ocasión de la primera gran crisis vivida en el siglo XXI.

Los versos  de Santano son  humanistas y cercanos, donde la figura de su madre es la lluvia necesaria para cambiar el mundo y acercar la conciencia hacia la solidaridad y el respeto al otro.

En la página 26 del libro leemos: La lluvia toda/ su voz en la azotea,/ en el patio y los geranios,/ aletea como una mariposa/ de múltiples colores por la estancia,/un río en los ventanales/ corriente abajo/ regresa,/ en murmullo de sílabas/ al tiempo de la historia/ sigilosamente,/ de puntillas pasa la hierba,/ su frágil cuerpo acomoda,/ azulan los recuerdos en la sala,/ el retrato de una joven relumbra/ en el silencio/ lento vuela/ monocorde el sonido de campanas,/ también de los espíritus,/ la lluvia que no cesa. 

Página 29. En otoño/ los amantes se sueñan/ y un temblor de cuerpos/ se oculta en la noche/ por la lluvia invocados/y la negrura del miedo..

Página 33. Madre lluvia/ que humedece las mejillas/ y sabe a sal y sangre/ y a derrota/después de aquel temblor/ primero y naciente/ llegado el invierno a los caminos/ y a los campos de olivos,/ como si nada existiera/ en la alcoba/ desolada de la ausencia,/repetida y fría como el hielo/ que se hospeda en la mirada/ que otea el horizonte/ y nada ve y todo extraña.

La ausencia de la madre deja un espacio de vacío que el poeta no puede llenar con palabras. Es un salto mortal imposible de afrontar que te deja: un grito vacío en los muebles oscuros de la sala lejana en la puerta palabras que las noches de estío se tragaron de un golpe de regreso a la lluvia.

Las calles y plazas del pueblo, los muebles de la casa y hasta la lluvia recobran vida llaman a la ausencia sentida que se muestra en este libro. La ausencia de la madre son su dolor y el amor, junto  al recuerdo y la añoranza.

Nuestro poeta describe en su poemario la figura de su madre alentando su vida. La lluvia fértil y necesaria que le ayudó a crecer.

La sincronía y similitud entre madre y lluvia son eje y cuerpo en torno al que gira el libro. Los versos escalan las sensaciones vertidas por el poeta y a las que el lector se aproxima llegando a la máxima del libro: identificar madre y lluvia como dualidad única que genera protección, amor y sendero que nos conduce en la vida.

El hombre es el auténtico protagonista, capaz de llegar y asombrar con sus versos fraternos, transmitiendo los valores inculcados por su madre.

Un libro y un poeta unánimes, necesarios para recuperar valores sociales desde la convivencia.

En el epílogo leemos: Nuevamente la lluvia por su pálido rostro en rumor de silencios y una leve sonrisa.

José Antonio Santano nace en Baena en 1957 es poeta, ensayista y crítico literario. También publica narrativa. El Excmo. Ayuntamiento de Baena ha creado en 2021 el Premio Internacional de Poesía Joven “José Antonio Santano”.

Blogs: www.elolivardelaluna.com  En este enlace podrán ver y consultar la obra del escritor y poeta José Antonio Santano.


Madre lluvia.

Editorial:
OLIFANTE
Año de edición:
Materia
Poesía
ISBN:
978-84-122535-5-9
Páginas:
100
Colección:

OLIFANTE EDICIONES DE POESIA

ZÉJELES DE ALBORADA




SALÓN DE LECTURA
Por José Antonio Santano



Zéjeles de Alborada
AUTOR: PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ

Recibe uno con alborozo cada libro que llega a su morada, que no es otra que la biblioteca personal. Libros los hay para todos los gustos, pero tratándose de poesía y si esta, además, viene avalada por la experiencia vivificadora y la emoción latente de su expresión más sublime y bella, que bebe de la más grande tradición andalusí como es el zéjel en su forma más popular de un estribillo de dos versos, a los que siguen otros tres con distinta rima y un cuarto que muda, para finalizar con el estribillo, la satisfacción es mayor. 
Dicho lo cual conviene decir que su autora, la poeta residente en Algeciras, Paloma Fernández Gomá, ha conseguido crear un texto, “Zéjeles de alborada”, que nos transporta a ese tiempo de Al-Andalus, en el cual la poesía formaba parte de la cultura, de la vida. Fernández Gomá es una poeta de la luz y la memoria, y gusta de adentrarse en las formas tradicionales de igual forma que experimenta otras nuevas, propias del tiempo que le ha tocado vivir. 

Los zéjeles que nos presenta en este libro son un total de diecisiete, rigurosos en su forma y en su fondo, donde el tema central es el ruiseñor, construyendo así un discurso en el cual la Naturaleza y lo vivido forman un corpus sólido y existencial, interiorizado y hondo a su vez. 


PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ
RESEÑA EN EL PERIÓDICO IDEAL, CRÓNICA LITERARIA  POR JOSÉ ANTONIO SANTANO



Es esa mirada atenta y reflexiva, esa luz que no cesa, como así lo fue en su anterior entrega poética, al titular su obra “Iris”, que su autora templa, y que recorre las esencias de la vida, los detalles de la cotidianidad, siempre desde la palabra y el hálito de los silencios que la contienen:

«El destello que se filtra en la mirada
y el hueco de la luz en el iris
siempre permanecen
en una vigilia continua
de múltiples connotaciones
que jamás se ausentan…».

Paloma Fernández, en su camino hacia la otra luz, nos convoca ahora a vivir un tiempo pasado, un tiempo que sabe a miel, como así saben estos “Zéjeles´de alborada”. Traspasar la frontera y refugiarnos en la palabra precisa, en la belleza del verso rimado:

«Trinos de melancolía
con esperanza tardía.
En abril ecos lejanos
de los surcos arcanos
cubren lugares montanos,
sutilmente amanecía.
Trinos de melancolía
con esperanza tardía».

La palabra en una música que nos llega de Al-andalus y que aún resiste y vuela hasta el cielo de esta patria madrastra, y que Fernández Gomá preserva y restituye del olvido:
«Hoja de almendro vacía
del ruiseñor que huía.
Alborada del Estrecho,
furtiva voz de helecho,
tú habitas en mi pecho,
raíz de Andalucía.
Hoja de almendro vacía
del ruiseñor que huía».
Así son estos zéjeles, traducidos también al árabe por Chakib Chairi en este libro, y así también la palabra de su prologuista, el hispanista y profesor de la Universidad de Nador, Aziz Amahjour, cuando escribe: «El libro en su totalidad es un festín de sonido, de melodía y canto. Fruto, sin duda, de un riguroso cuidado -pero que no parece nada forzado- de la estructura del zéjel y de su metro». Con este libro, no cabe duda que nuestra poeta recupera no solo la tradición popular del zéjel, sino que rescata para las nuevas generaciones, una forma de expresividad que incita al amor a la Naturaleza y a su más grande creación: el hombre en su sentido más amplio.



Título: Zéjeles de alborada
Autor: Paloma Fernández Gomá
Editorial: Imagenta (Tarifa, 2019)






Espacios Oblicuos, Paloma Fernández Gomá.









ESPACIOS OBLICUOS


                  La palabra poética en su esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora, son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable / encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro». Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas, como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y, cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado / que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, / el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. / Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj, al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos: «Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas / hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el verso de Paloma Fernández Gomá.


Título: Espacios oblicuos
Autor: Paloma Fernández Gomá


Editorial: Devenir (Madrid, 2015)

Espacios Oblicuos, Paloma Fernández Gomá.









ESPACIOS OBLICUOS


                  La palabra poética en su esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora, son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable / encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro». Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas, como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y, cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado / que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, / el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. / Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj, al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos: «Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas / hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el verso de Paloma Fernández Gomá.


Título: Espacios oblicuos
Autor: Paloma Fernández Gomá


Editorial: Devenir (Madrid, 2015)

Espacios oblicuos. Paloma Fernández Gomá.









ESPACIOS OBLICUOS


                  La palabra poética en su esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora, son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable / encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro». Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas, como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y, cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado / que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, / el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. / Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj, al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos: «Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas / hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el verso de Paloma Fernández Gomá.


Título: Espacios oblicuos
Autor: Paloma Fernández Gomá


Editorial: Devenir (Madrid, 2015)