José Antonio Santano analiza la obra "Eros en el espejo" de Pepe Criado y Antonio Carbonell.



EROS EN EL ESPEJO




El amor es un bien escaso, aunque pueda dar la sensación de todo lo contrario debido, fundamentalmente, a la frecuencia con la cual se pronuncia esa palabra. Existen aún demasiadas barreras y limitaciones para el amor pleno, ese que nace sin condiciones, el que se entrega al otro sin pedir nada a cambio, libre y libres el alma y la piel, dejando que los labios besen cada palmo de carne, el que es un solo cuerpo y espíritu, una sola voz y un único deseo, el mismo sueño repetido hasta la saciedad, perpetuándose en el tiempo, como si nada ni nadie existiera, solos los amantes y el leve y ardiente rumor de sus besos. Nada iguala ese momento que acelera el latido hasta alcanzar el éxtasis o la culminación del amor. Hallar la compenetración de los sentidos y el tacto de las sílabas sobre el amado, vaciarse en el otro hasta el paroxismo después del ciego resplandor de los cuerpos sobre el lecho, uno frente al otro, como si fuera el último segundo de vida. De este Amor, con mayúscula, trata el poemario “Eros en el espejo”, concebido y escrito por los poetas Pepe Criado y Antonio Carbonell en un acto de absoluta pasión, despojándose de toda vestidura para presentarse libres ante el mundo, libres ante el espejo, en un canto a dos voces único, que desvela la verdadera naturaleza del ser humano, esa que nace y crece del conocimiento y la tolerancia, también de la bondad y el amor. “Eros en el espejo” es una experiencia vivencial que nos acerca al amor pleno, íntegro, sentido como solo saben hacerlo los amantes, en la esplendente desnudez de los cuerpos y ante todos, mostrándosenos tal es, sin disfraces o artificios, sin engaño alguno. 

Y así leemos, precediendo al poema una cita de Valente,“Y yo lato en ti”: «Magmática quietud, / me desnudan, en la mañana, / tus olas. / A la tarde, / eres tú marejada, / pericia de oleaje / en mi soledad». El espejo refleja los cuerpos sobre el lecho y los amantes abismándose el uno en los ojos del otro, sintiéndose en la plenitud y en ese temblor indescriptible que sube y acaricia la piel. El poemario recuerda algunos versos del “Cancionero andalusí”, de Ibn Quzmān: «Bebe vino, besa a quien amas y deja reventar a los que te envidian», en alusión a esos advenedizos que nada entienden del amor porque nunca amaron. No hay frontera o muro insalvable cuando se trata del Amor. No existe fuerza capaz de destruirlo cuando está cimentado en la entrega absoluta y en la pasión; vuele hacia las más altas torres o descienda a la sima más oscura e impenetrable, de todos estos lances saldrá airoso. Y esto ocurre entre estos poetas y amantes que al unísono han bebido del Amor y la palabra, que han sentido en sus entrañas su sacudida y gemido, su luz cegadora:«Sí a los gemidos, / al compromiso de la tierra / en este hombre que me ama. / Sí al humano calor / en voluntad de luz / cuando mi amor por él / es sinrazón y bondad». La palabra precisa, la que es capaz de alterar el curso de los días y las noches amorosas, porque en ella habita el fuego que abrasa, que destierra la impostura para crear un universo nuevo y distinto, el de los amantes entregados a la vida: «Él se busca / y el espejo le llama él. / Él goza / y la piel le nombra él. / Él y él, apenas dos hombres que se aman». Nada exige el uno al otro, sólo la complicidad de los gestos y el silencio que recorre la estancia cuando cae la tarde, y en el aire el misterio, la mística de la palabra que vuelve a ser regalo en la soledad de la noche, cuando las manos ateridas buscándose se rozan y se enlazan, en la eternidad de la alcoba: «No pido nada, / su sombra y su luz, / la voz oceánica de la marea. / No pido nada, un sol y sus lunas, / la savia abundante. / No pido nada, sin temor en sus brazos / amo». 

Título: Eros en el espejo

Autores: Pepe Criado / Antonio Carbonell

Editorial: Arma Poética (Sevilla, 2014)
Del mar tenebroso y la oscuridad, de la ignominia y el odio, a la luz de la palabra hallada en la poesía desnuda y conmovedora de Antonio Carbonell y Pepe Criado en aras de la verdad –su verdad- amatoria, libres para el deleite, gozosos y puros. Sincero y bello a la vez este poemario escrito a cuatro manos, en esa búsqueda de otros mundos y otras percepciones que compartir con los demás, socializadora de la pasión y el vértigo amoroso: «Y póstrate para mí al galope, / enloquecido jinete / en la voracidad del vértigo». Ciertamente, y como dicen Mar Verdejo y Sensi Falán en el prólogo “somos testigos de la declaración más pura de Amor, siendo el Amor el fundamento de la existencia, quedando los amantes al amor consagrados y Eros en el Espejo”, una obra alentadora, sensual y valiente, que nos descubre otras maneras de vivir y entender el mundo, desde una perspectiva conceptual de la poesía como sustancia sanadora. Un encuentro necesario en un tiempo en el que la libertad se halla continuamente amenazada.

José Antonio Santano analiza la obra "Eros en el espejo" de Pepe Criado y Antonio Carbonell.



EROS EN EL ESPEJO




El amor es un bien escaso, aunque pueda dar la sensación de todo lo contrario debido, fundamentalmente, a la frecuencia con la cual se pronuncia esa palabra. Existen aún demasiadas barreras y limitaciones para el amor pleno, ese que nace sin condiciones, el que se entrega al otro sin pedir nada a cambio, libre y libres el alma y la piel, dejando que los labios besen cada palmo de carne, el que es un solo cuerpo y espíritu, una sola voz y un único deseo, el mismo sueño repetido hasta la saciedad, perpetuándose en el tiempo, como si nada ni nadie existiera, solos los amantes y el leve y ardiente rumor de sus besos. Nada iguala ese momento que acelera el latido hasta alcanzar el éxtasis o la culminación del amor. Hallar la compenetración de los sentidos y el tacto de las sílabas sobre el amado, vaciarse en el otro hasta el paroxismo después del ciego resplandor de los cuerpos sobre el lecho, uno frente al otro, como si fuera el último segundo de vida. De este Amor, con mayúscula, trata el poemario “Eros en el espejo”, concebido y escrito por los poetas Pepe Criado y Antonio Carbonell en un acto de absoluta pasión, despojándose de toda vestidura para presentarse libres ante el mundo, libres ante el espejo, en un canto a dos voces único, que desvela la verdadera naturaleza del ser humano, esa que nace y crece del conocimiento y la tolerancia, también de la bondad y el amor. “Eros en el espejo” es una experiencia vivencial que nos acerca al amor pleno, íntegro, sentido como solo saben hacerlo los amantes, en la esplendente desnudez de los cuerpos y ante todos, mostrándosenos tal es, sin disfraces o artificios, sin engaño alguno. 

Y así leemos, precediendo al poema una cita de Valente,“Y yo lato en ti”: «Magmática quietud, / me desnudan, en la mañana, / tus olas. / A la tarde, / eres tú marejada, / pericia de oleaje / en mi soledad». El espejo refleja los cuerpos sobre el lecho y los amantes abismándose el uno en los ojos del otro, sintiéndose en la plenitud y en ese temblor indescriptible que sube y acaricia la piel. El poemario recuerda algunos versos del “Cancionero andalusí”, de Ibn Quzmān: «Bebe vino, besa a quien amas y deja reventar a los que te envidian», en alusión a esos advenedizos que nada entienden del amor porque nunca amaron. No hay frontera o muro insalvable cuando se trata del Amor. No existe fuerza capaz de destruirlo cuando está cimentado en la entrega absoluta y en la pasión; vuele hacia las más altas torres o descienda a la sima más oscura e impenetrable, de todos estos lances saldrá airoso. Y esto ocurre entre estos poetas y amantes que al unísono han bebido del Amor y la palabra, que han sentido en sus entrañas su sacudida y gemido, su luz cegadora:«Sí a los gemidos, / al compromiso de la tierra / en este hombre que me ama. / Sí al humano calor / en voluntad de luz / cuando mi amor por él / es sinrazón y bondad». La palabra precisa, la que es capaz de alterar el curso de los días y las noches amorosas, porque en ella habita el fuego que abrasa, que destierra la impostura para crear un universo nuevo y distinto, el de los amantes entregados a la vida: «Él se busca / y el espejo le llama él. / Él goza / y la piel le nombra él. / Él y él, apenas dos hombres que se aman». Nada exige el uno al otro, sólo la complicidad de los gestos y el silencio que recorre la estancia cuando cae la tarde, y en el aire el misterio, la mística de la palabra que vuelve a ser regalo en la soledad de la noche, cuando las manos ateridas buscándose se rozan y se enlazan, en la eternidad de la alcoba: «No pido nada, / su sombra y su luz, / la voz oceánica de la marea. / No pido nada, un sol y sus lunas, / la savia abundante. / No pido nada, sin temor en sus brazos / amo». 

Título: Eros en el espejo

Autores: Pepe Criado / Antonio Carbonell

Editorial: Arma Poética (Sevilla, 2014)
Del mar tenebroso y la oscuridad, de la ignominia y el odio, a la luz de la palabra hallada en la poesía desnuda y conmovedora de Antonio Carbonell y Pepe Criado en aras de la verdad –su verdad- amatoria, libres para el deleite, gozosos y puros. Sincero y bello a la vez este poemario escrito a cuatro manos, en esa búsqueda de otros mundos y otras percepciones que compartir con los demás, socializadora de la pasión y el vértigo amoroso: «Y póstrate para mí al galope, / enloquecido jinete / en la voracidad del vértigo». Ciertamente, y como dicen Mar Verdejo y Sensi Falán en el prólogo “somos testigos de la declaración más pura de Amor, siendo el Amor el fundamento de la existencia, quedando los amantes al amor consagrados y Eros en el Espejo”, una obra alentadora, sensual y valiente, que nos descubre otras maneras de vivir y entender el mundo, desde una perspectiva conceptual de la poesía como sustancia sanadora. Un encuentro necesario en un tiempo en el que la libertad se halla continuamente amenazada.

Eros en el espejo. Salón de lectura.



EROS EN EL ESPEJO




El amor es un bien escaso, aunque pueda dar la sensación de todo lo contrario debido, fundamentalmente, a la frecuencia con la cual se pronuncia esa palabra. Existen aún demasiadas barreras y limitaciones para el amor pleno, ese que nace sin condiciones, el que se entrega al otro sin pedir nada a cambio, libre y libres el alma y la piel, dejando que los labios besen cada palmo de carne, el que es un solo cuerpo y espíritu, una sola voz y un único deseo, el mismo sueño repetido hasta la saciedad, perpetuándose en el tiempo, como si nada ni nadie existiera, solos los amantes y el leve y ardiente rumor de sus besos. Nada iguala ese momento que acelera el latido hasta alcanzar el éxtasis o la culminación del amor. Hallar la compenetración de los sentidos y el tacto de las sílabas sobre el amado, vaciarse en el otro hasta el paroxismo después del ciego resplandor de los cuerpos sobre el lecho, uno frente al otro, como si fuera el último segundo de vida. De este Amor, con mayúscula, trata el poemario “Eros en el espejo”, concebido y escrito por los poetas Pepe Criado y Antonio Carbonell en un acto de absoluta pasión, despojándose de toda vestidura para presentarse libres ante el mundo, libres ante el espejo, en un canto a dos voces único, que desvela la verdadera naturaleza del ser humano, esa que nace y crece del conocimiento y la tolerancia, también de la bondad y el amor. “Eros en el espejo” es una experiencia vivencial que nos acerca al amor pleno, íntegro, sentido como solo saben hacerlo los amantes, en la esplendente desnudez de los cuerpos y ante todos, mostrándosenos tal es, sin disfraces o artificios, sin engaño alguno. 
EROS EN EL ESPEJO.- PEPE CRIADO Y ANTONIO CARBONELL  




Y así leemos, precediendo al poema una cita de Valente,“Y yo lato en ti”: «Magmática quietud, / me desnudan, en la mañana, / tus olas. / A la tarde, / eres tú marejada, / pericia de oleaje / en mi soledad». El espejo refleja los cuerpos sobre el lecho y los amantes abismándose el uno en los ojos del otro, sintiéndose en la plenitud y en ese temblor indescriptible que sube y acaricia la piel. El poemario recuerda algunos versos del “Cancionero andalusí”, de Ibn Quzmān: «Bebe vino, besa a quien amas y deja reventar a los que te envidian», en alusión a esos advenedizos que nada entienden del amor porque nunca amaron. No hay frontera o muro insalvable cuando se trata del Amor. No existe fuerza capaz de destruirlo cuando está cimentado en la entrega absoluta y en la pasión; vuele hacia las más altas torres o descienda a la sima más oscura e impenetrable, de todos estos lances saldrá airoso. Y esto ocurre entre estos poetas y amantes que al unísono han bebido del Amor y la palabra, que han sentido en sus entrañas su sacudida y gemido, su luz cegadora:«Sí a los gemidos, / al compromiso de la tierra / en este hombre que me ama. / Sí al humano calor / en voluntad de luz / cuando mi amor por él / es sinrazón y bondad». La palabra precisa, la que es capaz de alterar el curso de los días y las noches amorosas, porque en ella habita el fuego que abrasa, que destierra la impostura para crear un universo nuevo y distinto, el de los amantes entregados a la vida: «Él se busca / y el espejo le llama él. / Él goza / y la piel le nombra él. / Él y él, apenas dos hombres que se aman». Nada exige el uno al otro, sólo la complicidad de los gestos y el silencio que recorre la estancia cuando cae la tarde, y en el aire el misterio, la mística de la palabra que vuelve a ser regalo en la soledad de la noche, cuando las manos ateridas buscándose se rozan y se enlazan, en la eternidad de la alcoba: «No pido nada, / su sombra y su luz, / la voz oceánica de la marea. / No pido nada, un sol y sus lunas, / la savia abundante. / No pido nada, sin temor en sus brazos / amo». 

Título: Eros en el espejo

Autores: Pepe Criado / Antonio Carbonell

Editorial: Arma Poética (Sevilla, 2014)
Del mar tenebroso y la oscuridad, de la ignominia y el odio, a la luz de la palabra hallada en la poesía desnuda y conmovedora de Antonio Carbonell y Pepe Criado en aras de la verdad –su verdad- amatoria, libres para el deleite, gozosos y puros. Sincero y bello a la vez este poemario escrito a cuatro manos, en esa búsqueda de otros mundos y otras percepciones que compartir con los demás, socializadora de la pasión y el vértigo amoroso: «Y póstrate para mí al galope, / enloquecido jinete / en la voracidad del vértigo». Ciertamente, y como dicen Mar Verdejo y Sensi Falán en el prólogo “somos testigos de la declaración más pura de Amor, siendo el Amor el fundamento de la existencia, quedando los amantes al amor consagrados y Eros en el Espejo”, una obra alentadora, sensual y valiente, que nos descubre otras maneras de vivir y entender el mundo, desde una perspectiva conceptual de la poesía como sustancia sanadora. Un encuentro necesario en un tiempo en el que la libertad se halla continuamente amenazada.

Joven poesía almeriense. Antología.


TEXTOS: Paco Luís García Cuenca, Guillermo de Jorge, Germán Guirado, Raúl Quinto.

JOVEN POESÍA ALMERIENSE. ANTOLOGÍA




ILUSTRACIÓN DE PORTADA: ANTONIO JESÚS GARCÍA
DISEÑO: JOSÉ ANTONIO SANTANO
ISSN: 1697-2120
DEPÓSITO LEGAL: AL-6-2003

PACO LUIS GARCÍA CUENCA 

Imagen
(Almería, 1977). Licenciado en Filosofía y en Antropología por la Universidad de Granada y Máster en Estudios Migratorios por la Universidad de Almería. Como poeta, ha publicado El devenir (1996) y aparece en diferentes antologías como:Antología de poesía joven (Ateneo de Almería, 1996), Entre el amor y el silencio (Tágilis, 2001), Nueva literatura de Almería (Consejería de Cultura de la J.A., 2003), Condenados en la hoguera(La Candela, 2005) o Al fin y al cabo: homenaje a Pérez Siquier (CAF, IEA y Consejería de Cultura de la J.A., 2008). Publicó la plaquette Sinestesia en la colección "Los Banderines del zaguán" (nº 10, 2006) y poemas suyos aparecen en revistas como XXVIII Premios Literarios de Sant Jordi(Consejería de Educación, Embajada en Andorra e Instituto Español de Andorra, 2010) o Nuestros escritores. Antología de lecturas almerienses(IEA y Consejería de Educación de la J.A., 2008). Ganó el Primer Premio de Poesía Joven del Ateneo de Almería, en colaboración con la IAJ, en 2006. Asimismo, consiguió el primer premio de Poesía Joven de la VII Semana de Arte Joven de Melilla en 2011. Actualmente reside en Melilla, donde ejerce como profesor de Filosofía desde hace varios años. Sus proyectos literarios actualmente están vinculados al grupo Etcétera y a la creación de videopoemas junto al artista visual Smantik (Rubén Hernández)y a algunos compañeros de la Escuela de Artes y del Conservatorio de Melilla.


GUILLERMO DE JORGE:
Guillermo de Jorge, poetaSinónimo con el que se presenta el poeta Guillermo George Hernández, nació en Santa Cruz de Tenerife en 1976 y cursó sus estudios de Filología Inglesa en la Universidad de La Laguna.
Poeta y soldado, estrategia o lírica, armas y letras, en la actualidad, Guillermo de Jorge ejerce la presidencia de la Asociación Nacional Círculo Artístico Cálamo y es Miembro del Centro Andaluz de las Letras y de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles.

Colabora con diversos medios de comunicación en España e Iberoamérica, destacando sus trabajos para La Voz de Almería y El Mundo. Dirige la Colección Cuadernos Literarios de la Editorial Círculo Artístico Cálamo. En 2008 fue nombrado miembro del Instituto de Estudios Almerienses.

En 2004, le fue otorgado por la Junta de Andalucía, un Diploma por su contribución y participación enNueva Literatura Almería y fomento de la Cultura y en 2005 fue Finalista del Premio Creación Joven de Poesía de la Universidad de La Laguna y del Premio Nacional de Poesía Fernando Quiñones.

Ha participado en encuentros literarios de carácter nacional e internacional, destacando su participación en el Encuentro Nacional de las Letras Islas Canarias, en el Festival Nacional de Poesía Ciudad de La Laguna y el Festival de Poesía del Mediterráneo. Sus textos están incluidos en más de una veintena de antologías colectivas poéticas y narrativas y han sido traducidos al catalán, al francés y al inglés.

Para más información sobre la obra y actividades culturales de Guillermo de Jorge, puede visitarse su blog personal: guillermodejorge.blogspot.com.


https://www.facebook.com/guillermo.georgehernandez?fref=ts

RAÚL QUINTO

Nacido en Cartagena 1978 y licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada.
 Actualmente reside en Almería donde ejerce como profesor de secundaria. 





Ha publicado los libros de poemas
Grietas (Dauro, 2002; reeditado junto 
Poemas del Cabo de Gata, La Garúa, 2007), 
La piel del vigilante (DVD, 2005)
 y La flor de la tortura (Renacimiento, 2008). 
Aparece en numerosas antologías y ha sido traducido a varios idiomas. Codirigió la revista electrónica Oniria y la colección de poesía de La Garúa Libros. Colabora con la compañía de danza contemporánea DA.TE para la que ha realizado la dramaturgia de la obra Fronteras; y escribe artículos de opinión sociopolítica en La Voz de Almería y crítica literaria en Quimera.
 Su última novedad es el libro de ensayos híbridos 
Idioteca (El Gaviero, 2010). raulquinto.blogspot.com

https://www.facebook.com/raul.quinto?fref=ts

GERMÁN GUIRADO


(Almería, 1975). Durante los últimos años sus poemas han aparecido en diversas revistas literarias como Cuadernos de Caridemo. Entre los premios destaca el VII Certamen de Creación Joven Ciudad de Almería en 2006 con la obra Canción póstuma para un poeta urgente. En 2007 publica su primer poemario en solitario titulado Menos tú (El Gaviero Ediciones).




https://www.facebook.com/german.guirado.1?fref=ts

Joven poesía almeriense. Antología.


TEXTOS: Paco Luís García Cuenca, Guillermo de Jorge, Germán Guirado, Raúl Quinto.

JOVEN POESÍA ALMERIENSE. ANTOLOGÍA




ILUSTRACIÓN DE PORTADA: ANTONIO JESÚS GARCÍA
DISEÑO: JOSÉ ANTONIO SANTANO
ISSN: 1697-2120
DEPÓSITO LEGAL: AL-6-2003

PACO LUIS GARCÍA CUENCA 

Paco Luis García Cuenca
(Almería, 1977). Licenciado en Filosofía y en Antropología por la Universidad de Granada y Máster en Estudios Migratorios por la Universidad de Almería. Como poeta, ha publicado El devenir (1996) y aparece en diferentes antologías como: Antología de poesía joven (Ateneo de Almería, 1996), Entre el amor y el silencio (Tágilis, 2001), Nueva literatura de Almería (Consejería de Cultura de la J.A., 2003), Condenados en la hoguera(La Candela, 2005) o Al fin y al cabo: homenaje a Pérez Siquier (CAF, IEA y Consejería de Cultura de la J.A., 2008). Publicó la plaquette Sinestesia en la colección "Los Banderines del zaguán" (nº 10, 2006) y poemas suyos aparecen en revistas como XXVIII Premios Literarios de Sant Jordi(Consejería de Educación, Embajada en Andorra e Instituto Español de Andorra, 2010) o Nuestros escritores. Antología de lecturas almerienses(IEA y Consejería de Educación de la J.A., 2008). Ganó el Primer Premio de Poesía Joven del Ateneo de Almería, en colaboración con la IAJ, en 2006. Asimismo, consiguió el primer premio de Poesía Joven de la VII Semana de Arte Joven de Melilla en 2011. Actualmente reside en Melilla, donde ejerce como profesor de Filosofía desde hace varios años. Sus proyectos literarios actualmente están vinculados al grupo Etcétera y a la creación de video poemas junto al artista visual Smantik (Rubén Hernández)y a algunos compañeros de la Escuela de Artes y del Conservatorio de Melilla.


GUILLERMO DE JORGE:
Guillermo de Jorge, poetaSinónimo con el que se presenta el poeta Guillermo George Hernández, nació en Santa Cruz de Tenerife en 1976 y cursó sus estudios de Filología Inglesa en la Universidad de La Laguna.
Poeta y soldado, estrategia o lírica, armas y letras, en la actualidad, Guillermo de Jorge ejerce la presidencia de la Asociación Nacional Círculo Artístico Cálamo y es Miembro del Centro Andaluz de las Letras y de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles.

Colabora con diversos medios de comunicación en España e Iberoamérica, destacando sus trabajos para La Voz de Almería y El Mundo. Dirige la Colección Cuadernos Literarios de la Editorial Círculo Artístico Cálamo. En 2008 fue nombrado miembro del Instituto de Estudios Almerienses.

En 2004, le fue otorgado por la Junta de Andalucía, un Diploma por su contribución y participación en Nueva Literatura Almería y fomento de la Cultura y en 2005 fue Finalista del Premio Creación Joven de Poesía de la Universidad de La Laguna y del Premio Nacional de Poesía Fernando Quiñones.

Ha participado en encuentros literarios de carácter nacional e internacional, destacando su participación en el Encuentro Nacional de las Letras Islas Canarias, en el Festival Nacional de Poesía Ciudad de La Laguna y el Festival de Poesía del Mediterráneo. Sus textos están incluidos en más de una veintena de antologías colectivas poéticas y narrativas y han sido traducidos al catalán, al francés y al inglés.

Para más información sobre la obra y actividades culturales de Guillermo de Jorge, puede visitarse su blog personal: guillermodejorge.blogspot.com.


https://www.facebook.com/guillermo.georgehernandez?fref=ts

RAÚL QUINTO

Nacido en Cartagena 1978 y licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada.
 Actualmente reside en Almería donde ejerce como profesor de secundaria. 





Ha publicado los libros de poemas
Grietas (Dauro, 2002; reeditado junto 
Poemas del Cabo de Gata, La Garúa, 2007), 
La piel del vigilante (DVD, 2005)
 y La flor de la tortura (Renacimiento, 2008). 
Aparece en numerosas antologías y ha sido traducido a varios idiomas. Codirigió la revista electrónica Oniria y la colección de poesía de La Garúa Libros. Colabora con la compañía de danza contemporánea DA.TE para la que ha realizado la dramaturgia de la obra Fronteras; y escribe artículos de opinión sociopolítica en La Voz de Almería y crítica literaria en Quimera.
 Su última novedad es el libro de ensayos híbridos 
Idioteca (El Gaviero, 2010). raulquinto.blogspot.com

https://www.facebook.com/raul.quinto?fref=ts

GERMÁN GUIRADO


(Almería, 1975). Durante los últimos años sus poemas han aparecido en diversas revistas literarias como Cuadernos de Caridemo. Entre los premios destaca el VII Certamen de Creación Joven Ciudad de Almería en 2006 con la obra Canción póstuma para un poeta urgente. En 2007 publica su primer poemario en solitario titulado Menos tú (El Gaviero Ediciones).




https://www.facebook.com/german.guirado.1?fref=ts

Café a las cinco. Maribel Cerezuela

En el café de cinco a siete, tertulia a la que asistimos con asiduidad unos cuantos amigos, preguntaba Juan Reverte, si nos sería fácil nombrar a uno o dos profesores de los que tuviéramos un especial recuerdo.


“Los recuerdos se confunden con la realidad y la mayor parte de las veces son inventados “, -sentenció Oscar García-, aunque puedo citar sin reparo a Don Carlos. No he tenido otro profesor que explicara mejor la matemáticas. Las clases las convertía en un juego, donde desarrollábamos, muchos ejemplos, fáciles de comprender… Así aprendí, para siempre, las fracciones de quebrados...

Noelia Díaz nos daba una envidia tremenda cuando nos hablaba de Fernando Rebollo, su profesor de Ciencias, al que admira aún, porque supo sacar de sí misma “las mejores palabras”, mientras explicaba la circulación de la sangre o cantaba, guitarra en mano, aquello de “un elefante se paseaba...”, para acabar con la lección de la evolución de la especie humana, como en el mejor de los cuentos de aventuras del escritor Emilio Salgari.

El pasado se mezcla con el presente en un tiempo difuso llegando a la conclusión de que van cambiando las formas de transmitir los mensajes, aunque éstos sigan teniendo las mismas premisas de siempre.

Sabemos que mantenemos en mente los recuerdos que nos incentivan y ayudan a ser más felices, pero nos empeñamos en fomentar actos culturales con eventos cada día más superficiales y exhibicionistas.

Largos discursos demasiado explicativos que nos alejan del propósito que nos habían propuesto en agenda; lecturas aburridas sin ningún empuje; presentaciones academicistas, por otro lado, demasiado formales... ¿Dónde están los buenos profesores- interlocutores? O lo que es lo mismo, ¿Cuándo vamos a comprender que la palabra escrita no se puede mediatizar con las directrices del discurso político?

La imagen, continúo, penetra en tus sentidos de forma global hasta el punto de poder olerla ¿Por qué no hacemos lo mismo con la promoción de nuestros autores? Pasaríamos de un monólogo exhibicionista, de uno que habla hacia un foro que estoicamente escucha, a una actividad lúdica de mayor participación creativa.

Maribel Cerezuela

http://www.diariovoz.org/2005/12/la-tertulia-de-las-cinco.html

Café a las cinco. Maribel Cerezuela

En el café de cinco a siete, tertulia a la que asistimos con asiduidad unos cuantos amigos, preguntaba Juan Reverte, si nos sería fácil nombrar a uno o dos profesores de los que tuviéramos un especial recuerdo.


“Los recuerdos se confunden con la realidad y la mayor parte de las veces son inventados “, -sentenció Oscar García-, aunque puedo citar sin reparo a Don Carlos. No he tenido otro profesor que explicara mejor la matemáticas. Las clases las convertía en un juego, donde desarrollábamos, muchos ejemplos, fáciles de comprender… Así aprendí, para siempre, las fracciones de quebrados...

Noelia Díaz nos daba una envidia tremenda cuando nos hablaba de Fernando Rebollo, su profesor de Ciencias, al que admira aún, porque supo sacar de sí misma “las mejores palabras”, mientras explicaba la circulación de la sangre o cantaba, guitarra en mano, aquello de “un elefante se paseaba...”, para acabar con la lección de la evolución de la especie humana, como en el mejor de los cuentos de aventuras del escritor Emilio Salgari.

El pasado se mezcla con el presente en un tiempo difuso llegando a la conclusión de que van cambiando las formas de transmitir los mensajes, aunque éstos sigan teniendo las mismas premisas de siempre.

Sabemos que mantenemos en mente los recuerdos que nos incentivan y ayudan a ser más felices, pero nos empeñamos en fomentar actos culturales con eventos cada día más superficiales y exhibicionistas.

Largos discursos demasiado explicativos que nos alejan del propósito que nos habían propuesto en agenda; lecturas aburridas sin ningún empuje; presentaciones academicistas, por otro lado, demasiado formales... ¿Dónde están los buenos profesores- interlocutores? O lo que es lo mismo, ¿Cuándo vamos a comprender que la palabra escrita no se puede mediatizar con las directrices del discurso político?

La imagen, continúo, penetra en tus sentidos de forma global hasta el punto de poder olerla ¿Por qué no hacemos lo mismo con la promoción de nuestros autores? Pasaríamos de un monólogo exhibicionista, de uno que habla hacia un foro que estoicamente escucha, a una actividad lúdica de mayor participación creativa.

Maribel Cerezuela

http://www.diariovoz.org/2005/12/la-tertulia-de-las-cinco.html

Ninguna parte. José Luis Morante por José Antonio Santano

SALÓN DE LECTURA _ José Antonio Santano



Cómo explicar lo que se siente cuando te adentras en las entrañas de un libro. Ese acto primero de asirlo entre las manos, acariciar la cubierta y leer la palabra escrita que sobre ella se muestra, embriagarse con el aroma de su piel y dejarse llevar, sin más. Sentir que los dedos se precipitan y buscan trémulos el vuelo de la voz contenida en cada letra, en cada sílaba, hasta vivir en la palabra la vida misma, otras vidas. Sucede que ese es un momento único y mágico, del que nada ni nadie puede sustraerte. Placer de dioses hallar entre las páginas de un libro la palabra capaz de hacerte vibrar, de conmoverte desde el mismo instante y hora que inicias su lectura. Cuando esa palabra se reviste del oro de la poesía, algo más intenso e inexplicable acontece.

El rumor del silencio que habita todo acto de creación se hace grandioso, único, porque en él la existencia del misterio lo amplifica en su esencia misma. En el poemario “Ninguna parte”, de José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956) hallaremos todo eso y más. Al cuidado del sello editorial “La Isla de Siltolá”, capitaneado por el también poeta Javier Sánchez Menéndez, “Ningua parte” es el resultado de más de un lustro de trabajo (2006-2013). Será la presencia del tiempo una constante en su poesía, su influencia sobre lo cotidiano y la necesaria reflexión de la realidad, algunas de las claves para comprender su obra poética, este ir y venir, tal vez, hacia “Ninguna parte”. El poemario contiene cuatro capítulos bien diferenciados: “Patologías”, “Deshielo”, “Piedra caliza” y “Y todo lo demás”. Para el poeta la experiencia de lo vivido es esencia en la herida, en el dolor o la enfermedad, como así lo refleja desde el primer poema de “Patologías”, cuando recuerda al padre: «A veces su mirada resucita. / Posiciona en un mapa / imágenes dispersas. / Su voluntad es tacto / que gira el picaporte / para abrir desde dentro / la puerta infranqueable»; el transcurrir de los años, la muerte de los ahogados o la desmemoria: «Sobrecoge que no sepas quién eres, / que olvides quiénes somos, / o que mires las cosas / con los ojos / de una memoria estéril. / Cruzas sola / el dormido país de los lotófagos. / Estás lejos de ti, / pero nos perteneces»; también el desaliento, la incertidumbre, el vacío: «Se ha instalado en mis días / una oquedad que absorbe.[…] Salgo fuera; / respiro el aire seco del vacío». La segunda parte, “Deshielo”, abre con una cita de César Vallejo (“Quisiera hoy ser feliz de buena gana…”), que Morante asume como anhelo también de presente, del hoy, en esa búsqueda incesante del amor, del yo en ti: «En este andén fugaz / desando el día / para buscarte al fondo de la noche». Y en ese continuo devenir, de estar y no estar que nos consume, el poeta ahonda en su interior hasta hallar su propia voz: «Todos estamos / bajo la tormenta[…] Nadie enciende la lámpara / porque en casa una luz / alumbra firme. / Vivo solo. Contigo». 

El poeta sabe que vivir es desentrañar el misterio, descender al infierno mismo y alzar el vuelo hacia el espacio sideral sin mirar atrás, reafirmándose en el eco de la palabra escrita sobre el albo papel; sentirse “náufrago”, verse en los “rostros de Jano” hasta alcanzar y compartir los sueños; convertir el yo en tú y el tú en nosotros al tiempo que se intenta elegir un camino, cierto o no: «No sé qué itinerario me conviene, / si el que deja constancia de huellas conocidas / o el que la traza por primera vez», porque consciente o inconscientemente sucede que «la historia se repite. / Somos polvo; la primavera pasa», en alusión al tiempo y a la vida. Morante interioriza lo vivido, hasta el punto de convertir lo sencillo en trascendental, en algo vivo, luciente, necesario. Once epitafios contienen la tercera parte, titulada “Piedra caliza”, que abre con citas de Stanislaw J. Lec y de Epicuro. La muerte y sus silencios se incrustan en el ser del poeta hasta componer una melodía armónica de esa única y absoluta verdad: «En su artesana construcción del silencio, / la muerte no reconoce / ninguna otra verdad». 


El mundo que le rodea, la rutina de los días, a veces asfixiante, deja en el poeta una sensación continua de desazón, de desamparo en este tiempo de extrañamiento: «No hay respuestas; / la pureza del aire / habita el desamparo»; la vida es un continuo abismarse en el vacío hasta formar parte de ese nada: «Ahora vivo debajo, / con vocación de sima. […] Nada sucede aquí; / nada sucede», si bien un hilo de esperanza nace siempre para reanudar de nuevo el camino: «En un reloj sin tiempo, / ensordecido / busco un lugar / para empezar de nuevo». La última y cuarta parte, de título “Y todo lo demás”, habría que añadirle “es literatura”, como reza la cita de Verlaine. La literatura es el refugio del poeta, su vida, que repasa en el poema “Balance”: «Hoy asalgo a respirar. No pido mucho: / convivir entre libros y objetos familiares…[…] con la escueta esperanza / de un porvenir que llegue / cualquier día». José Luis Morante, poeta de honda mirada y palabra diamantina.

Título: Ninguna parte
Autor: José Luis Morante
Editorial: La Isla de Siltolá (Sevilla, 2013)

Ninguna parte. José Luis Morante por José Antonio Santano

SALÓN DE LECTURA _ José Antonio Santano



Cómo explicar lo que se siente cuando te adentras en las entrañas de un libro. Ese acto primero de asirlo entre las manos, acariciar la cubierta y leer la palabra escrita que sobre ella se muestra, embriagarse con el aroma de su piel y dejarse llevar, sin más. Sentir que los dedos se precipitan y buscan trémulos el vuelo de la voz contenida en cada letra, en cada sílaba, hasta vivir en la palabra la vida misma, otras vidas. Sucede que ese es un momento único y mágico, del que nada ni nadie puede sustraerte. Placer de dioses hallar entre las páginas de un libro la palabra capaz de hacerte vibrar, de conmoverte desde el mismo instante y hora que inicias su lectura. Cuando esa palabra se reviste del oro de la poesía, algo más intenso e inexplicable acontece.

El rumor del silencio que habita todo acto de creación se hace grandioso, único, porque en él la existencia del misterio lo amplifica en su esencia misma. En el poemario “Ninguna parte”, de José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956) hallaremos todo eso y más. Al cuidado del sello editorial “La Isla de Siltolá”, capitaneado por el también poeta Javier Sánchez Menéndez, “Ningua parte” es el resultado de más de un lustro de trabajo (2006-2013). Será la presencia del tiempo una constante en su poesía, su influencia sobre lo cotidiano y la necesaria reflexión de la realidad, algunas de las claves para comprender su obra poética, este ir y venir, tal vez, hacia “Ninguna parte”. El poemario contiene cuatro capítulos bien diferenciados: “Patologías”, “Deshielo”, “Piedra caliza” y “Y todo lo demás”. Para el poeta la experiencia de lo vivido es esencia en la herida, en el dolor o la enfermedad, como así lo refleja desde el primer poema de “Patologías”, cuando recuerda al padre: «A veces su mirada resucita. / Posiciona en un mapa / imágenes dispersas. / Su voluntad es tacto / que gira el picaporte / para abrir desde dentro / la puerta infranqueable»; el transcurrir de los años, la muerte de los ahogados o la desmemoria: «Sobrecoge que no sepas quién eres, / que olvides quiénes somos, / o que mires las cosas / con los ojos / de una memoria estéril. / Cruzas sola / el dormido país de los lotófagos. / Estás lejos de ti, / pero nos perteneces»; también el desaliento, la incertidumbre, el vacío: «Se ha instalado en mis días / una oquedad que absorbe.[…] Salgo fuera; / respiro el aire seco del vacío». La segunda parte, “Deshielo”, abre con una cita de César Vallejo (“Quisiera hoy ser feliz de buena gana…”), que Morante asume como anhelo también de presente, del hoy, en esa búsqueda incesante del amor, del yo en ti: «En este andén fugaz / desando el día / para buscarte al fondo de la noche». Y en ese continuo devenir, de estar y no estar que nos consume, el poeta ahonda en su interior hasta hallar su propia voz: «Todos estamos / bajo la tormenta[…] Nadie enciende la lámpara / porque en casa una luz / alumbra firme. / Vivo solo. Contigo». 

El poeta sabe que vivir es desentrañar el misterio, descender al infierno mismo y alzar el vuelo hacia el espacio sideral sin mirar atrás, reafirmándose en el eco de la palabra escrita sobre el albo papel; sentirse “náufrago”, verse en los “rostros de Jano” hasta alcanzar y compartir los sueños; convertir el yo en tú y el tú en nosotros al tiempo que se intenta elegir un camino, cierto o no: «No sé qué itinerario me conviene, / si el que deja constancia de huellas conocidas / o el que la traza por primera vez», porque consciente o inconscientemente sucede que «la historia se repite. / Somos polvo; la primavera pasa», en alusión al tiempo y a la vida. Morante interioriza lo vivido, hasta el punto de convertir lo sencillo en trascendental, en algo vivo, luciente, necesario. Once epitafios contienen la tercera parte, titulada “Piedra caliza”, que abre con citas de Stanislaw J. Lec y de Epicuro. La muerte y sus silencios se incrustan en el ser del poeta hasta componer una melodía armónica de esa única y absoluta verdad: «En su artesana construcción del silencio, / la muerte no reconoce / ninguna otra verdad». 


El mundo que le rodea, la rutina de los días, a veces asfixiante, deja en el poeta una sensación continua de desazón, de desamparo en este tiempo de extrañamiento: «No hay respuestas; / la pureza del aire / habita el desamparo»; la vida es un continuo abismarse en el vacío hasta formar parte de ese nada: «Ahora vivo debajo, / con vocación de sima. […] Nada sucede aquí; / nada sucede», si bien un hilo de esperanza nace siempre para reanudar de nuevo el camino: «En un reloj sin tiempo, / ensordecido / busco un lugar / para empezar de nuevo». La última y cuarta parte, de título “Y todo lo demás”, habría que añadirle “es literatura”, como reza la cita de Verlaine. La literatura es el refugio del poeta, su vida, que repasa en el poema “Balance”: «Hoy asalgo a respirar. No pido mucho: / convivir entre libros y objetos familiares…[…] con la escueta esperanza / de un porvenir que llegue / cualquier día». José Luis Morante, poeta de honda mirada y palabra diamantina.

Título: Ninguna parte
Autor: José Luis Morante
Editorial: La Isla de Siltolá (Sevilla, 2013)

Ninguna parte. José Luis Morante

SALÓN DE LECTURA _ José Antonio Santano



Cómo explicar lo que se siente cuando te adentras en las entrañas de un libro. Ese acto primero de asirlo entre las manos, acariciar la cubierta y leer la palabra escrita que sobre ella se muestra, embriagarse con el aroma de su piel y dejarse llevar, sin más. Sentir que los dedos se precipitan y buscan trémulos el vuelo de la voz contenida en cada letra, en cada sílaba, hasta vivir en la palabra la vida misma, otras vidas. Sucede que ese es un momento único y mágico, del que nada ni nadie puede sustraerte. Placer de dioses hallar entre las páginas de un libro la palabra capaz de hacerte vibrar, de conmoverte desde el mismo instante y hora que inicias su lectura. Cuando esa palabra se reviste del oro de la poesía, algo más intenso e inexplicable acontece.

El rumor del silencio que habita todo acto de creación se hace grandioso, único, porque en él la existencia del misterio lo amplifica en su esencia misma. En el poemario “Ninguna parte”, de José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956) hallaremos todo eso y más. Al cuidado del sello editorial “La Isla de Siltolá”, capitaneado por el también poeta Javier Sánchez Menéndez, “Ningua parte” es el resultado de más de un lustro de trabajo (2006-2013). Será la presencia del tiempo una constante en su poesía, su influencia sobre lo cotidiano y la necesaria reflexión de la realidad, algunas de las claves para comprender su obra poética, este ir y venir, tal vez, hacia “Ninguna parte”. El poemario contiene cuatro capítulos bien diferenciados: “Patologías”, “Deshielo”, “Piedra caliza” y “Y todo lo demás”. Para el poeta la experiencia de lo vivido es esencia en la herida, en el dolor o la enfermedad, como así lo refleja desde el primer poema de “Patologías”, cuando recuerda al padre: «A veces su mirada resucita. / Posiciona en un mapa / imágenes dispersas. / Su voluntad es tacto / que gira el picaporte / para abrir desde dentro / la puerta infranqueable»; el transcurrir de los años, la muerte de los ahogados o la desmemoria: «Sobrecoge que no sepas quién eres, / que olvides quiénes somos, / o que mires las cosas / con los ojos / de una memoria estéril. / Cruzas sola / el dormido país de los lotófagos. / Estás lejos de ti, / pero nos perteneces»; también el desaliento, la incertidumbre, el vacío: «Se ha instalado en mis días / una oquedad que absorbe.[…] Salgo fuera; / respiro el aire seco del vacío». La segunda parte, “Deshielo”, abre con una cita de César Vallejo (“Quisiera hoy ser feliz de buena gana…”), que Morante asume como anhelo también de presente, del hoy, en esa búsqueda incesante del amor, del yo en ti: «En este andén fugaz / desando el día / para buscarte al fondo de la noche». Y en ese continuo devenir, de estar y no estar que nos consume, el poeta ahonda en su interior hasta hallar su propia voz: «Todos estamos / bajo la tormenta[…] Nadie enciende la lámpara / porque en casa una luz / alumbra firme. / Vivo solo. Contigo». 

El poeta sabe que vivir es desentrañar el misterio, descender al infierno mismo y alzar el vuelo hacia el espacio sideral sin mirar atrás, reafirmándose en el eco de la palabra escrita sobre el albo papel; sentirse “náufrago”, verse en los “rostros de Jano” hasta alcanzar y compartir los sueños; convertir el yo en tú y el tú en nosotros al tiempo que se intenta elegir un camino, cierto o no: «No sé qué itinerario me conviene, / si el que deja constancia de huellas conocidas / o el que la traza por primera vez», porque consciente o inconscientemente sucede que «la historia se repite. / Somos polvo; la primavera pasa», en alusión al tiempo y a la vida. Morante interioriza lo vivido, hasta el punto de convertir lo sencillo en trascendental, en algo vivo, luciente, necesario. Once epitafios contienen la tercera parte, titulada “Piedra caliza”, que abre con citas de Stanislaw J. Lec y de Epicuro. La muerte y sus silencios se incrustan en el ser del poeta hasta componer una melodía armónica de esa única y absoluta verdad: «En su artesana construcción del silencio, / la muerte no reconoce / ninguna otra verdad». 


El mundo que le rodea, la rutina de los días, a veces asfixiante, deja en el poeta una sensación continua de desazón, de desamparo en este tiempo de extrañamiento: «No hay respuestas; / la pureza del aire / habita el desamparo»; la vida es un continuo abismarse en el vacío hasta formar parte de ese nada: «Ahora vivo debajo, / con vocación de sima. […] Nada sucede aquí; / nada sucede», si bien un hilo de esperanza nace siempre para reanudar de nuevo el camino: «En un reloj sin tiempo, / ensordecido / busco un lugar / para empezar de nuevo». La última y cuarta parte, de título “Y todo lo demás”, habría que añadirle “es literatura”, como reza la cita de Verlaine. La literatura es el refugio del poeta, su vida, que repasa en el poema “Balance”: «Hoy asalgo a respirar. No pido mucho: / convivir entre libros y objetos familiares…[…] con la escueta esperanza / de un porvenir que llegue / cualquier día». José Luis Morante, poeta de honda mirada y palabra diamantina.


Título: Ninguna parte
Autor: José Luis Morante
Editorial: La Isla de Siltolá (Sevilla, 2013)

LA PACIENCIA DE SÍSIFO. Salón de lectura por José Antonio Santano.


Las primeras palabras del poeta destilan ese rumor de amorosa entrega. Pretende así el poeta iniciar un viaje hacia el espacio infinito, vivir su soledad sintiéndose acompañado, esa, tal vez sea la razón por la cual Puri vive en la palabra escrita:

«A ti / estas manos se ofrecen
 / a abrir ese camino
 / que señalan tus ojos
 / para continuar andando juntos».

Son los primeros acordes de una melodía que irá componiéndose con el transcurso del tiempo, las vivencias del poeta, la cotidianidad trascendida. Jesús Aparicio (Brihuega, Guadalajara, 1961) construye un discurso poético coherente y en el cual se vislumbra la importancia del tiempo y sus silencios, la melancólica mirada hacia el pasado, pero no para exaltarlo, sino para grabarlo en la memoria como necesaria luz que ilumine el horizonte. Una cita de Albert Camus (“Uno debe imaginar feliz a Sísifo”) nos adelanta o muestra la clave de este poemario, esa felicidad imaginada en la figura de Sísifo –empujando la roca que nunca llega a la cima-, el paciente y esperanzado. Anterior a este poemario, “La paciencia de Sísifo”, Jesús Aparicio ha publicado diez libros de poesía, entre ellos: Con distinta agua, El sueño del león, Las cuartillas de un náufrago, La papelera de Pessoa y La luz sobre el almendro. Dos bloques de poemas constituyen el corpus de este libro: “Hojas de un calendario” y “La paciencia de Sísifo”, que da título al texto. El tiempo ocupa la primera parte, la fugacidad de la vida que resume en esas “Hojas de un calendario”, representativas de la observación de la realidad y que el poeta interioriza hasta conseguir la expresión exacta de lo cotidiano, sin renunciar a la natural hondura del verso. El calendario es la excusa para describir un paisaje que no oculta la esencia de la palabra, la que el poeta muestra a lo largo de los doce meses del año 2012, como si en cada uno de sus días hallara la magia y el misterio que alumbra al hombre y sus sueños. Las hojas del calendario son tal vez metáfora del otoño que vive en el poeta, de un tiempo que regresa a los días de la infancia unas veces:

«Cuando sientes que estás muy al borde de
/ que los sueños se cumplan
/ el vacío te engulle y te despiertas
 / empapado en sudor pero feliz
/ de encontrar ese lápiz
 / que ayer llenó de soles tu cuaderno
 / de parvulito»,

otras cuando se trata del acabamiento, la ida hacia la nada: «Sin pájaros cantando / sin arrullo del agua / sin hilo en la cometa / sin brisa que la mueva / sin escudo el dolor / sin sombra que te avise / sin olas en la playa / sin vino en la copa / sin arena en los pies / sin vocal en tu nombre / sin memoria / nos vamos».

Pero el hombre y el poeta, al unísono, sienten que el tiempo se escapa entre los dedos, que la vida es un segundo y hay que apurarla hasta desfallecer, porque las hojas van cayendo, una a una en su vuelo de soledad infinita, en el tiempo que marca un simple calendario:




 «He acumulado tanto papel para quemar
 / que hasta el viento asombrado
 / sopla y los salva de la llama
/ sopla y les premia con la dispersión
/ por si alguien rescata algún fragmento
 / del olvido».

En la segunda parte, “La paciencia de Sísifo”, la mirada se adentra en los entresijos de los espejos para calar en hondura y sentimiento cuanto acontece y fluye en derredor, al encuentro de la luz que vive en el interior -la poesía- («El duende es caprichoso y nos exige / trabajar la mirada / para dar con la luz. / En poesía no / todo vale y nada / es lo mismo», en lo más profundo de la condición humana, y así, casi sin darnos cuenta, volvemos a la raíz, a los orígenes del ser. Aparicio González nos invita a pasear por los jardines de la memoria y en ella se sumerge, con lentitud novicia hasta hallar el camino o la senda de los sueños: «Voy cambiando de sueños, de razones, / pues quien me mira desde el espejo / aún no soy yo». Así nos devuelve a la vida, a sus eternos silencios y alborozos. El poeta se identifica con el mito de Sísifo, metáfora del hombre que siente la inutilidad del esfuerzo, en su infructuoso lucha por la inmortalidad y representado fielmente en el poema que da título al libro “La paciencia de Sísifo”:

«La inmortalidad en el horizonte, 
/ en la cima la esencia de esa flor 
/ con que te engaña el ser mutado en roca. 
/ Subir con ella fue vivir / aunque te pese 
/ y caer 
/ y levantarse
 / y ascender 
/ y arrastrarse 
/ y caer
 / y en cada intento 

/ la piedra se desprende de palabras 

/ y al final, / sin vano equipaje,
 / te abrazas al silencio 
/ en un sueño vacío
 / inmortal».

 Mas Jesús Aparicio sabe que la palabra es fuego y semilla, mágico vuelo de cometa: «Sueltas hilo / y te abrazas al viento, / subes a donde nadie espera, / vas dejando atrás polvo y raíces. / Todo humano hacer es intuición y juego». Sin duda que el buen hacer poético de Jesús Aparicio queda paciente y sobradamente demostrado en este poemario.

 
Título: La paciencia de Sísifo
Autor: Jesús Aparicio González
Edita: Libros del aire (Madrid, 2014)