Cuando me recuerdes. Perfecto Herrera Ramos.


Cuando me recuerdes

Cuando me recuerdes
búscame en el agua.


Todo lo que a tu espalda se refleje
seré yo sin contornos,
pues delante de tus pupilas
no hallarás más,
sino la imagen
de la misma presencia de mi, ausente.


























Cuando me recuerdes. Perfecto Herrera Ramos.


Cuando me recuerdes

Cuando me recuerdes
búscame en el agua.


Todo lo que a tu espalda se refleje
seré yo sin contornos,
pues delante de tus pupilas
no hallarás más,
sino la imagen
de la misma presencia de mi, ausente.


























Desde una ventana. Abraham Ferreira Khalil




DESDE UNA VENTANA

Acecha el horizonte y los bramidos
del viento me sorprenden. Huele a tierra
y esta asechanza sin descanso cierra
la clave que empantana mis sentidos.

Ciénaga soy. De viajes detenidos
avisté el humo en la remota guerra.
No es el morir lo que al amor entierra,
es el amor panteón de fallecidos

en cuya cripta, oscuras y apiladas,
las calaveras, cálices perennes,
rediviven eróticos hedores.

Hedores del amor. Encrucijadas
hundidas bajo lápidas solemnes
en el pantano infiel de tus amores.

© Abraham Ferreira Khalil

Valle de Lanz. Salón de Lectura

PILAR QUIROSA-CHEYROUZE



VALLE DE LANZ 


Nada como la poesía para reconciliarse con el mundo y consigo mismo. Igual da que sea por la lectura de los textos poéticos que con la creación propiamente dicha, es decir, por la escritura de aquellos. La poesía no es sino un misterioso fulgor, un temblor continuado, un refugio necesario para un tiempo -este tiempo- prosaico, espurio. De ahí que nos alegremos con la última entrega, “Valle de Lanz”, de la poeta Pilar Quirosa-Cheyrouze, afincada en Almería. Un apreciado y justo prólogo del también poeta cordobés Manuel Gahete precede a este poemario que, dividido en tres partes: “18 de febrero”, “La torre de los vientos” y “Las mismas estrellas”, toma por título “Valle de Lanz”, publicado en la colección Ánfora Nova, que dirige el editor y poeta José Mª Molina Caballero. Ya desde los primeros versos hallamos la clave temática y formal de este poemario que Pilar Quirosa nos lega y que confirma, una vez más, que su voz, su singular voz poética merece estar entre las más importantes de la poesía contemporánea. Me refiero a la presencia de su voz a través de la “memoria”: “Escuchar la voz de la memoria, / y, en silencio, cerrar los ojos / y hacernos noche / dibujando un rostro”; de lo vivido como experiencia esencial para conformar la expresión del ser, su ser poético trascendido en vital humanismo, en otredad. Pilar Quirosa, en alianza con la Naturaleza, mantiene el tono y el pulso poético aprehendido de la tradición clásica, conjuga sentimiento y conocimiento para acercarnos a su mundo, a su íntimo universo para compartirlo y vivirlo junto a todos: “En este valle de todos”.


 En su desasosiego, en su búsqueda por la verdad –su verdad-, Quirosa-Cheyrouze recorre todos los caminos posibles, porque sabe que sólo así se hallará a sí misma y al otro, los otros. Es un viaje que necesitará de las alas del tiempo para ascender a las más altas cumbres o descender al más oscuro de los abismos, siempre en la esperanza de hallar un nuevo horizonte. De ahí que la poeta se exprese con la rotundidad que ejercen los versos de arte menor, también de las estrofas. Todo esencia es en este poemario, luz o llama, encendida palabra. Nada, ni la tristeza ni la soledad que golpea a veces con violencia la apartarán del sendero-amor: “Sí, la noche lo sabe / y conoce infinitas estancias, / la fiebre del amor y la tristeza, / las estela futura, reconocible / en la eternidad del aire”. La fuerza de la naturaleza en los vientos poéticos que surcan este “Valle de Lanz”, de norte a sur, de oeste a este, congregados en “La torre de los vientos”: “Y dame el agua, mientras / nos cobija el notos”. 

Y así, con la mirada en la vida que surge a su alrededor, acontece el asombro de los recuerdos convertidos en música o en voces que hallan en la voz de la poeta, un cálido refugio, un sueño irrenunciable: “Yo también te esperé / en este valle de Lanz, / al mismo tiempo / que las sombras oscurecían / un debate sin certezas. Las voces y la luz, / volver atrás en el tiempo…”. La poesía por íntima vitalista o viceversa de Pilar Quirosa encuentra en las cosas sencillas su razón primera, y a través de ellas, construye una obra sólida, a veces hermética, abierta y luminosa otras, pero siempre coherente. Escribe Quirosa-Cheyruze: “Te adeudo / la memoria de la luz, / un lugar donde el mar es. El regalo de las palabras, / el nuevo sol y la nueva lluvia. / Te adeudo la vida, / antes de que anochezca”. Vuelve el paso del tiempo a la memoria, a la esencialidad de su poesía para describirnos y descubrirnos otros mundos posibles que nos devuelvan la palabra luz-vida: “Fue antes de ayer y aún persiste / el legado fiel de la palabra / la respiración de la vida / arañando cada verso”. Sea.

VALLE DE LANZ. Obra de Pilar Quirosa comentada por José Antonio Santano



VALLE DE LANZ

Nada como la poesía para reconciliarse con el mundo y consigo mismo. Igual da que sea por la lectura de los textos poéticos que con la creación propiamente dicha, es decir, por la escritura de aquellos. La poesía no es sino un misterioso fulgor, un temblor continuado, un refugio necesario para un tiempo -este tiempo- prosaico, espurio. De ahí que nos alegremos con la última entrega, “Valle de Lanz”, de la poeta Pilar Quirosa-Cheyrouze, afincada en Almería. Un apreciado y justo prólogo del también poeta cordobés Manuel Gahete precede a este poemario que, dividido en tres partes: “18 de febrero”, “La torre de los vientos” y “Las mismas estrellas”, toma por título “Valle de Lanz”, publicado en la colección Ánfora Nova, que dirige el editor y poeta José Mª Molina Caballero. Ya desde los primeros versos hallamos la clave temática y formal de este poemario que Pilar Quirosa nos lega y que confirma, una vez más, que su voz, su singular voz poética merece estar entre las más importantes de la poesía contemporánea. Me refiero a la presencia de su voz a través de la “memoria”: “Escuchar la voz de la memoria, / y, en silencio, cerrar los ojos / y hacernos noche / dibujando un rostro”; de lo vivido como experiencia esencial para conformar la expresión del ser, su ser poético trascendido en vital humanismo, en otredad. Pilar Quirosa, en alianza con la Naturaleza, mantiene el tono y el pulso poético aprehendido de la tradición clásica, conjuga sentimiento y conocimiento para acercarnos a su mundo, a su íntimo universo para compartirlo y vivirlo junto a todos: “En este valle de todos”.


 En su desasosiego, en su búsqueda por la verdad –su verdad-, Quirosa-Cheyrouze recorre todos los caminos posibles, porque sabe que sólo así se hallará a sí misma y al otro, los otros. Es un viaje que necesitará de las alas del tiempo para ascender a las más altas cumbres o descender al más oscuro de los abismos, siempre en la esperanza de hallar un nuevo horizonte. De ahí que la poeta se exprese con la rotundidad que ejercen los versos de arte menor, también de las estrofas. Todo esencia es en este poemario, luz o llama, encendida palabra. Nada, ni la tristeza ni la soledad que golpea a veces con violencia la apartarán del sendero-amor: “Sí, la noche lo sabe / y conoce infinitas estancias, / la fiebre del amor y la tristeza, / las estela futura, reconocible / en la eternidad del aire”. La fuerza de la naturaleza en los vientos poéticos que surcan este “Valle de Lanz”, de norte a sur, de oeste a este, congregados en “La torre de los vientos”: “Y dame el agua, mientras / nos cobija el notos”. 

Y así, con la mirada en la vida que surge a su alrededor, acontece el asombro de los recuerdos convertidos en música o en voces que hallan en la voz de la poeta, un cálido refugio, un sueño irrenunciable: “Yo también te esperé / en este valle de Lanz, / al mismo tiempo / que las sombras oscurecían / un debate sin certezas. Las voces y la luz, / volver atrás en el tiempo…”. La poesía por íntima vitalista o viceversa de Pilar Quirosa encuentra en las cosas sencillas su razón primera, y a través de ellas, construye una obra sólida, a veces hermética, abierta y luminosa otras, pero siempre coherente. Escribe Quirosa-Cheyruze: “Te adeudo / la memoria de la luz, / un lugar donde el mar es. El regalo de las palabras, / el nuevo sol y la nueva lluvia. / Te adeudo la vida, / antes de que anochezca”. Vuelve el paso del tiempo a la memoria, a la esencialidad de su poesía para describirnos y descubrirnos otros mundos posibles que nos devuelvan la palabra luz-vida: “Fue antes de ayer y aún persiste / el legado fiel de la palabra / la respiración de la vida / arañando cada verso”. Sea.

El tren (De Madrid a Almería)



EL TREN 
(De Madrid a Almería)

Metálico vampiro en cuyas alas
transportas las enseñas de un mensaje
y lo elevas en fiel peregrinaje
al palomar del corazón que escalas,

tu aviso, ramillete de memoria,
es el pecado que otorgó al paisaje
carta de inmensidad. En tu bagaje
lo pasado no es fábula ni historia.

La horizontalidad de tu artificio
en el raíl del tiempo ha abandonado
la tétrica humareda del pasado.

Y aún bombea tu sangre en ese indicio,
elixir de perenne arqueología.
¡Oh, férrea e irreverente alegoría!


© Abraham Ferreira Khalil

Valparaíso, el secreto del Sacromonte. José Antonio Santano





VALPARAÍSO, EL SECRETO DEL SACROMONTE







             La narrativa andaluza está de nuevo de enhorabuena, un autor y una novela que no dejará indiferente a quien tenga la oportunidad de acercarse a ambos. Fernando de Villena es un autor de reconocido prestigio, con una obra extensa y sólida tanto en narrativa, como en poesía. Valparaíso. El secreto del Sacromonte, es el título de esta novela que desde sus primeras páginas atrapa al lector y no le deja escapar hasta concluir su lectura. Un secreto se esconde en la abadía granadina del Sacromonte, del cual solo es conocedor su abad. Multitud de documentos serán necesarios para urdir este entramado narrativo que solo la experiencia y el oficio de su autor nos llevarán por sus páginas, deslumbradoras de la historia de la humanidad desde el año 70 a C. hasta nuestros días. Personajes reales y ficticios se dan cita en esta novela que ahonda en el conocimiento de las diferentes etapas históricas que se exponen o desarrollan a lo largo de sus 250 páginas. La novela cuenta con diez partes (curiosa similitud con los Diez Mandamientos): El archivo de las cuatro llaves (1969), Jerusalén, Epítome de la Chronica Caesaraugustana, Historia de Rodrigo, el último rey de los Godos, conforme a las crónicas antiguas y muy verdaderas, de Pedro del Corral, de Abulcàcim Tari Abentarique y de otros autores no menos digno de crédito, El preceptor del rey, El emplazamiento de la arqueta, Más sobre el archivo de las cuatro llaves (2010), El nuevo abad, Planes secretos y Despedida.


En cada una estas partes el narrador omnisciente nos va descubriendo alguna parte del todo, dejándonos en la interrogante que revolotea una vez y otra sin saber a ciencia cierta hasta donde quiere ir a parar con su baile de citas con la historia de España. Fernando de Villena no solo nos propone ese viaje histórico, sino otro más reconfortante al centro mismo del lenguaje, con la riqueza léxica que caracteriza a y la acertada ambientación y etopeya de la figura principal, del protagonista de esta narración, el cardenal Juan Martínez Silíceo, sin que esto signifique menosprecio alguno para el resto de personajes novelados. Fernando de Villena ha construido una novela coherente, amena, rica en la forma y el fondo, con la que se abordan algunos momentos de la historia de España necesarios para comprender mejor nuestro pasado, donde la aventura y el guiño a otros escritores actuales (“maestro de Dialéctica, Ricardo Bellveser”) en la trama, procuran al lector esa sensación de agrado, de serena placidez mientras aborda cada una de las páginas de esta novela que consolida a su autor, Fernando de Villena, como una de los escritores andaluces más fecundos y seguros de la narrativa española actual. Y así, en esta obra universaliza, también y una vez más, la ciudad de Granada, a la que tanto debe y ama. El mágico y misterioso Sacromonte es el lugar elegido, el inicio de este viaje que nos devuelve a la luz y esplendor de la narrativa andaluza de hoy. Su artífice, Fernando de Villena.


En cada una estas partes el narrador omnisciente nos va descubriendo alguna parte del todo, dejándonos en la interrogante que revolotea una vez y otra sin saber a ciencia cierta hasta donde quiere ir a parar con su baile de citas con la historia de España. Fernando de Villena no solo nos propone ese viaje histórico, sino otro más reconfortante al centro mismo del lenguaje, con la riqueza léxica que caracteriza a y la acertada ambientación y etopeya de la figura principal, del protagonista de esta narración, el cardenal Juan Martínez Silíceo, sin que esto signifique menosprecio alguno para el resto de personajes novelados. Fernando de Villena ha construido una novela coherente, amena, rica en la forma y el fondo, con la que se abordan algunos momentos de la historia de España necesarios para comprender mejor nuestro pasado, donde la aventura y el guiño a otros escritores actuales (“maestro de Dialéctica, Ricardo Bellveser”) en la trama, procuran al lector esa sensación de agrado, de serena placidez mientras aborda cada una de las páginas de esta novela que consolida a su autor, Fernando de Villena, como una de los escritores andaluces más fecundos y seguros de la narrativa española actual. Y así, en esta obra universaliza, también y una vez más, la ciudad de Granada, a la que tanto debe y ama. El mágico y misterioso Sacromonte es el lugar elegido, el inicio de este viaje que nos devuelve a la luz y esplendor de la narrativa andaluza de hoy. 

Su artífice, Fernando de Villena.

Valparaíso, el secreto del Sacromonte. José Antonio Santano





VALPARAÍSO, EL SECRETO DEL SACROMONTE







             La narrativa andaluza está de nuevo de enhorabuena, un autor y una novela que no dejará indiferente a quien tenga la oportunidad de acercarse a ambos. Fernando de Villena es un autor de reconocido prestigio, con una obra extensa y sólida tanto en narrativa, como en poesía. Valparaíso. El secreto del Sacromonte, es el título de esta novela que desde sus primeras páginas atrapa al lector y no le deja escapar hasta concluir su lectura. Un secreto se esconde en la abadía granadina del Sacromonte, del cual solo es conocedor su abad. Multitud de documentos serán necesarios para urdir este entramado narrativo que solo la experiencia y el oficio de su autor nos llevarán por sus páginas, deslumbradoras de la historia de la humanidad desde el año 70 a C. hasta nuestros días. Personajes reales y ficticios se dan cita en esta novela que ahonda en el conocimiento de las diferentes etapas históricas que se exponen o desarrollan a lo largo de sus 250 páginas. La novela cuenta con diez partes (curiosa similitud con los Diez Mandamientos): El archivo de las cuatro llaves (1969), Jerusalén, Epítome de la Chronica Caesaraugustana, Historia de Rodrigo, el último rey de los Godos, conforme a las crónicas antiguas y muy verdaderas, de Pedro del Corral, de Abulcàcim Tari Abentarique y de otros autores no menos digno de crédito, El preceptor del rey, El emplazamiento de la arqueta, Más sobre el archivo de las cuatro llaves (2010), El nuevo abad, Planes secretos y Despedida.


En cada una estas partes el narrador omnisciente nos va descubriendo alguna parte del todo, dejándonos en la interrogante que revolotea una vez y otra sin saber a ciencia cierta hasta donde quiere ir a parar con su baile de citas con la historia de España. Fernando de Villena no solo nos propone ese viaje histórico, sino otro más reconfortante al centro mismo del lenguaje, con la riqueza léxica que caracteriza a y la acertada ambientación y etopeya de la figura principal, del protagonista de esta narración, el cardenal Juan Martínez Silíceo, sin que esto signifique menosprecio alguno para el resto de personajes novelados. Fernando de Villena ha construido una novela coherente, amena, rica en la forma y el fondo, con la que se abordan algunos momentos de la historia de España necesarios para comprender mejor nuestro pasado, donde la aventura y el guiño a otros escritores actuales (“maestro de Dialéctica, Ricardo Bellveser”) en la trama, procuran al lector esa sensación de agrado, de serena placidez mientras aborda cada una de las páginas de esta novela que consolida a su autor, Fernando de Villena, como una de los escritores andaluces más fecundos y seguros de la narrativa española actual. Y así, en esta obra universaliza, también y una vez más, la ciudad de Granada, a la que tanto debe y ama. El mágico y misterioso Sacromonte es el lugar elegido, el inicio de este viaje que nos devuelve a la luz y esplendor de la narrativa andaluza de hoy. Su artífice, Fernando de Villena.


En cada una estas partes el narrador omnisciente nos va descubriendo alguna parte del todo, dejándonos en la interrogante que revolotea una vez y otra sin saber a ciencia cierta hasta donde quiere ir a parar con su baile de citas con la historia de España. Fernando de Villena no solo nos propone ese viaje histórico, sino otro más reconfortante al centro mismo del lenguaje, con la riqueza léxica que caracteriza a y la acertada ambientación y etopeya de la figura principal, del protagonista de esta narración, el cardenal Juan Martínez Silíceo, sin que esto signifique menosprecio alguno para el resto de personajes novelados. Fernando de Villena ha construido una novela coherente, amena, rica en la forma y el fondo, con la que se abordan algunos momentos de la historia de España necesarios para comprender mejor nuestro pasado, donde la aventura y el guiño a otros escritores actuales (“maestro de Dialéctica, Ricardo Bellveser”) en la trama, procuran al lector esa sensación de agrado, de serena placidez mientras aborda cada una de las páginas de esta novela que consolida a su autor, Fernando de Villena, como una de los escritores andaluces más fecundos y seguros de la narrativa española actual. Y así, en esta obra universaliza, también y una vez más, la ciudad de Granada, a la que tanto debe y ama. El mágico y misterioso Sacromonte es el lugar elegido, el inicio de este viaje que nos devuelve a la luz y esplendor de la narrativa andaluza de hoy. 

Su artífice, Fernando de Villena.

Valparaíso, el secreto del Sacromonte. Fernando de Villena





VALPARAÍSO, EL SECRETO DEL SACROMONTE



 La narrativa andaluza está de nuevo de enhorabuena, un autor y una novela que no dejará indiferente a quien tenga la oportunidad de acercarse a ambos. Fernando de Villena es un autor de reconocido prestigio, con una obra extensa y sólida tanto en narrativa, como en poesía. Valparaíso. El secreto del Sacromonte, es el título de esta novela que desde sus primeras páginas atrapa al lector y no le deja escapar hasta concluir su lectura. Un secreto se esconde en la abadía granadina del Sacromonte, del cual solo es conocedor su abad. Multitud de documentos serán necesarios para urdir este entramado narrativo que solo la experiencia y el oficio de su autor nos llevarán por sus páginas, deslumbradoras de la historia de la humanidad desde el año 70 a C. hasta nuestros días. Personajes reales y ficticios se dan cita en esta novela que ahonda en el conocimiento de las diferentes etapas históricas que se exponen o desarrollan a lo largo de sus 250 páginas. La novela cuenta con diez partes (curiosa similitud con los Diez Mandamientos): El archivo de las cuatro llaves (1969), Jerusalén, Epítome de la Chronica Caesaraugustana, Historia de Rodrigo, el último rey de los Godos, conforme a las crónicas antiguas y muy verdaderas, de Pedro del Corral, de Abulcàcim Tari Abentarique y de otros autores no menos digno de crédito, El preceptor del rey, El emplazamiento de la arqueta, Más sobre el archivo de las cuatro llaves (2010), El nuevo abad, Planes secretos y Despedida. En cada una estas partes el narrador omnisciente nos va descubriendo alguna parte del todo, dejándonos en la interrogante que revolotea una vez y otra sin saber a ciencia cierta hasta donde quiere ir a parar con su baile de citas con la historia de España. Fernando de Villena no solo nos propone ese viaje histórico, sino otro más reconfortante al centro mismo del lenguaje, con la riqueza léxica que caracteriza a y la acertada ambientación y etopeya de la figura principal, del protagonista de esta narración, el cardenal Juan Martínez Silíceo, sin que esto signifique menosprecio alguno para el resto de personajes novelados. 


Fernando de Villena ha construido una novela coherente, amena, rica en la forma y el fondo, con la que se abordan algunos momentos de la historia de España necesarios para comprender mejor nuestro pasado, donde la aventura y el guiño a otros escritores actuales (“maestro de Dialéctica, Ricardo Bellveser”) en la trama, procuran al lector esa sensación de agrado, de serena placidez mientras aborda cada una de las páginas de esta novela que consolida a su autor, Fernando de Villena, como una de los escritores andaluces más fecundos y seguros de la narrativa española actual. Y así, en esta obra universaliza, también y una vez más, la ciudad de Granada, a la que tanto debe y ama. El mágico y misterioso Sacromonte es el lugar elegido, el inicio de este viaje que nos devuelve a la luz y esplendor de la narrativa andaluza de hoy. Su artífice, Fernando de Villena.

Canción a una muchacha muerta. Vicente Aleixandre

POESÍAS COMPLETAS - VICENTE ALEIXANDRE


Canción a una muchacha muerta

Dime, dime el secreto de tu corazón virgen,
dime el secreto de tu cuerpo bajo tierra,
quiero saber por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos
se bañan con espuma.

Dime por qué sobre tu pelo suelto,
sobre tu dulce hierba acariciada,
cae, resbala, acaricia, se va
un sol ardiente o reposado que te toca
como un viento que lleva sólo un pájaro o mano.

Dime por qué tu corazón como una selva diminuta
espera bajo tierra los imposibles pájaros,
esa canción total que por encima de los ojos
hacen los sueños cuando pasan sin ruido.

Oh tú, canción que a un cuerpo muerto o vivo,
que a un ser hermoso que bajo el suelo duerme,
cantas color de piedra, color de beso o labio,
cantas como si el nácar durmiera o respirara.

Esa cintura, ese débil volumen de un pecho triste,
ese rizo voluble que ignora el viento,
esos ojos por donde sólo boga el silencio,
esos dientes que son de marfil resguardado,
ese aire que no mueve unas hojas no verdes.

¡Oh tú, cielo riente que pasas como nube;
oh pájaro feliz que sobre un hombro ríes;
fuente que, chorro fresco, te enredas con la luna;
césped blando que pisan unos pies adorados!

Canción a una muchacha muerta. Vicente Aleixandre

POESÍAS COMPLETAS - VICENTE ALEIXANDRE


Canción a una muchacha muerta

Dime, dime el secreto de tu corazón virgen,
dime el secreto de tu cuerpo bajo tierra,
quiero saber por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos
se bañan con espuma.

Dime por qué sobre tu pelo suelto,
sobre tu dulce hierba acariciada,
cae, resbala, acaricia, se va
un sol ardiente o reposado que te toca
como un viento que lleva sólo un pájaro o mano.

Dime por qué tu corazón como una selva diminuta
espera bajo tierra los imposibles pájaros,
esa canción total que por encima de los ojos
hacen los sueños cuando pasan sin ruido.

Oh tú, canción que a un cuerpo muerto o vivo,
que a un ser hermoso que bajo el suelo duerme,
cantas color de piedra, color de beso o labio,
cantas como si el nácar durmiera o respirara.

Esa cintura, ese débil volumen de un pecho triste,
ese rizo voluble que ignora el viento,
esos ojos por donde sólo boga el silencio,
esos dientes que son de marfil resguardado,
ese aire que no mueve unas hojas no verdes.

¡Oh tú, cielo riente que pasas como nube;
oh pájaro feliz que sobre un hombro ríes;
fuente que, chorro fresco, te enredas con la luna;
césped blando que pisan unos pies adorados!

Terraza Carmona. José Antonio Santano

Hace algún tiempo ya prometí a la familia Carmona (RestauranteTerraza Carmona-Vera) un poema. Hoy esa promesa se hace realidad con este que ahora copio con sumo gusto en mi biografía:
TERRAZA CARMONA
A Antonio Carmona, In Memoriam.
A Manola, su esposa, y al fruto de ambos, sus hijos.

Abre sus pétalos la luz, asciende al infinito
en vuelo de pacífica aurora
hacia levante en brasas y cenizas,
hacia la inmensidad de las pupilas
en arco iris trascendidas,
en aromas de sal y estíos
rondando noches de cine en la terraza,
cuando los sueños crecían bajo la luna
y las estrellas, allá en lo alto,
en las inalcanzables nubes,
en el silencio, en la lluvia
de espejos y luciérnagas,
en el latido metálico del grillo
y el sopor de las chicharras,
en los cañaverales
aledaños a este mar –Mare Nostrum-
sereno que nos abraza el alma
o nos abisma y es diamantina
primavera en sus ojos, los de Antonio
Carmona, el hombre y el amigo,
aquel que alegraba la vida con la suya
y que ahora aun sentimos corpórea
en la barra del bar, asido a una copa de vino
junto a los amigos de siempre, a los que quiso
y le quisieron, y en Manola son eco
de su voz cálida y afable
legada hoy en los hijos que sirven
de vigías o guardianes de una tradición
inextinguible por sólida y fraterna
en los fogones de Antonio y en sus guisos
magistrales, creativos, de orfebre culinario
sin fronteras,
y son ya leyenda,
mito.
Hasta ti,
en pétalos de luz abierta,
he navegado noches enteras,
en ti me hallo
abstraído en los silencios
de esta danza
de idas y venidas
a hornos y fogones,
a la espera gozosa
de ese instante mágico
inolvidable
que me devuelva,
en estallido
de misceláneos sabores,
la vida misma
como única ofrenda.
En ti,
infinita luz del día.
© JOSÉ ANTONIO SANTANO 17092015

Terraza Carmona. José Antonio Santano

Hace algún tiempo ya prometí a la familia Carmona (RestauranteTerraza Carmona-Vera) un poema. Hoy esa promesa se hace realidad con este que ahora copio con sumo gusto en mi biografía:
TERRAZA CARMONA
A Antonio Carmona, In Memoriam.
A Manola, su esposa, y al fruto de ambos, sus hijos.

Abre sus pétalos la luz, asciende al infinito
en vuelo de pacífica aurora
hacia levante en brasas y cenizas,
hacia la inmensidad de las pupilas
en arco iris trascendidas,
en aromas de sal y estíos
rondando noches de cine en la terraza,
cuando los sueños crecían bajo la luna
y las estrellas, allá en lo alto,
en las inalcanzables nubes,
en el silencio, en la lluvia
de espejos y luciérnagas,
en el latido metálico del grillo
y el sopor de las chicharras,
en los cañaverales
aledaños a este mar –Mare Nostrum-
sereno que nos abraza el alma
o nos abisma y es diamantina
primavera en sus ojos, los de Antonio
Carmona, el hombre y el amigo,
aquel que alegraba la vida con la suya
y que ahora aun sentimos corpórea
en la barra del bar, asido a una copa de vino
junto a los amigos de siempre, a los que quiso
y le quisieron, y en Manola son eco
de su voz cálida y afable
legada hoy en los hijos que sirven
de vigías o guardianes de una tradición
inextinguible por sólida y fraterna
en los fogones de Antonio y en sus guisos
magistrales, creativos, de orfebre culinario
sin fronteras,
y son ya leyenda,
mito.
Hasta ti,
en pétalos de luz abierta,
he navegado noches enteras,
en ti me hallo
abstraído en los silencios
de esta danza
de idas y venidas
a hornos y fogones,
a la espera gozosa
de ese instante mágico
inolvidable
que me devuelva,
en estallido
de misceláneos sabores,
la vida misma
como única ofrenda.
En ti,
infinita luz del día.
© JOSÉ ANTONIO SANTANO 17092015

Perfecto Herrera Ramos. Chernóbyl en la memoria.

Chernóbyl en la memoria

El campo de centeno era humo acre en la memoria
por donde el duende flavo de la hipóstasis
se encaramó a mis desengaños
paseando las dos manos entre las espigas
y acariciando el mundo.
Duele comprobar cuán lerdos podemos ser
adecentando las estatuas de los aleros
o exaltando la imagen sacrílega de la ciencia
Debiera el hombre no renunciar al misterio,
a desentrañar todo conocimiento.
Pero olvidar
que los ocultos y secretos enigmas
preservan toda vida,
necedad petulante sería
y holocausto indeleble para la especie y la misma existencia.
Chernóbil viene a mi memoria
- llaga invisible casi eterna en nuestro planeta -
para indicarnos púrpura señal de advertencia.
Duele ver a la madre Gea
sollozar y espantada ante sus hijos
jugueteando, malquistos, con los odres de la harina en flor,
ya hombres provectos y ya doctos,
que olvidan reforzar los estayes del esquife
y ofrecer toros negros a los dioses.
No solo la fusión de los átomos nos acecha;
otras son las celadas que amenazan
la sagrada existencia del planeta,
el perfecto equilibrio de lo bello.
Conviene no olvidar
el dolor de los daños colaterales;
que las abejas van desapareciendo;
que el cambio climático provoca cataclismos.
Prudencia equivaldrá a inteligencia,
a sueños de manzanas sacrosantas,
a aguas puras y aires trasparentes.
¿Qué mundo nos espera?
¿Alguien podrá respuesta dar a esta pregunta
si no oramos renunciando a ser dioses?


Perfecto Herrera Ramos. Chernóbyl en la memoria.

Chernóbyl en la memoria

El campo de centeno era humo acre en la memoria
por donde el duende flavo de la hipóstasis
se encaramó a mis desengaños
paseando las dos manos entre las espigas
y acariciando el mundo.
Duele comprobar cuán lerdos podemos ser
adecentando las estatuas de los aleros
o exaltando la imagen sacrílega de la ciencia
Debiera el hombre no renunciar al misterio,
a desentrañar todo conocimiento.
Pero olvidar
que los ocultos y secretos enigmas
preservan toda vida,
necedad petulante sería
y holocausto indeleble para la especie y la misma existencia.
Chernóbil viene a mi memoria
- llaga invisible casi eterna en nuestro planeta -
para indicarnos púrpura señal de advertencia.
Duele ver a la madre Gea
sollozar y espantada ante sus hijos
jugueteando, malquistos, con los odres de la harina en flor,
ya hombres provectos y ya doctos,
que olvidan reforzar los estayes del esquife
y ofrecer toros negros a los dioses.
No solo la fusión de los átomos nos acecha;
otras son las celadas que amenazan
la sagrada existencia del planeta,
el perfecto equilibrio de lo bello.
Conviene no olvidar
el dolor de los daños colaterales;
que las abejas van desapareciendo;
que el cambio climático provoca cataclismos.
Prudencia equivaldrá a inteligencia,
a sueños de manzanas sacrosantas,
a aguas puras y aires trasparentes.
¿Qué mundo nos espera?
¿Alguien podrá respuesta dar a esta pregunta
si no oramos renunciando a ser dioses?


Las facturas de Amat. ESTACIÓN SUR

ESTACIÓN SUR_
_José Antonio Santano

LAS FACTURAS DE AMAT

Uno no sale de su asombro tras comprobar que, a pesar de la terrible situación económica en la que se hallan las familias españolas, y las almerienses en particular, esta infame casta de incultos políticos siga al frente de las instituciones, tal es el caso de Diputación de Almería. Una vez más su presidente es noticia por el pago de una factura (vendrás otras) a la cadena de radio Onda Cero por valor de 3.776,00 euros, resultado de una entrevista realizada a tan insigne orador en el año 2012 en Fitur, una feria que no sirve sino para divertimento de insensatos políticos con el dinero de todos los contribuyentes, y en este caso, también para que el Sr. Amat se exprese –todos sabemos con qué claridad e inteligencia- ante unos micrófonos.
Me temo que en los 11 minutos que duró la entrevista y por la que se pagó, conviene recordarlo, 3.776 euros, poco o nada entenderían los oyentes, si acaso el nombre de Almería, que fonéticamente no conlleva dificultad alguna. En cualquier caso, a este regidor poco le importa el lenguaje, la comunicación o la oratoria con tal de mantenerse, ni más ni menos que en los tres cargos que ostenta: alcalde de Roquetas de Mar, presidente del PP en Almería y presidente de la Diputación de Almería. Como es de comprender solo una persona tan válida y eficiente, tan culta y docta como el Sr. Amat es capaz de afrontar esta inconmensurable labor política, por la que entendemos que se haya subido el sueldo (casi 6.000 euros) sólo un 10% para los siguientes cuatro años y con cargo a la Diputación de Almería, en exclusiva, y no a partes iguales entre Ayuntamiento y Diputación. El anciano regidor no tiene hartura, es capaz de cualquier cosa por tal de mantenerse –también ocurre con otros políticos locales- en el poder. ¿Qué haría nuestro insigne Presidente sin concertar entrevistas para promocionar su tierra almeriense, sin otorgar contratos a las empresas amigas, sin escolta, sin coche oficial, sin su escaso sueldo y sin tantas y tantas alegrías resultantes de su incansable labor política, dedicado en cuerpo y alma a administrar el común de los almerienses con tanta equidad y justicia? Difícilmente hallaremos a un regidor tan ecuánime, inteligente y justo como el Sr. Amat. ¿Qué importancia tienen unos eurillos de las arcas públicas para una promoción turística como pago a una radio o al más almeriense de todos los almerienses, el gran Bisbal?
Hay que entender al Sr. Amat, él solo busca lo mejor para Almería y los almerienses, es nuestro salvador y no un cara dura como dicen algunos, ni un aprovechado ni un insensato ni siquiera un analfabeto. Él es, sin más, un buen hombre y mejor político que gasta el dinero con sabiduría y prudencia. Y a las pruebas me remito.

Maldita Europa. José Antonio Santano.

Mi aportación a la futura antología "Poetas por Europa", que estoy preparando:

MALDITA EUROPA

Ahora, en brazos de la mar,
el cuerpo inerte
en su regazo de ola fuego
que abrasa las conciencias
y repite en alarido
la historia de esta Europa
vendida a la usura y los mercados,
insensible a la tragedia,
cementerio de cadáveres
aromados de sal y arena,
donde el Hombre no existe
y es solo bestia, salvaje animal
que todo lo aniquila,
avergonzado de serlo
este canto nutriente
del dolor que surge en silencioso
grito
y a sangre sabe,
a salobre agua,
a desierto y piedra devastada,
a muerte solo, a una muerte
tras otra, en oledadas.
¿Acaso nada significan estos
muertos, nos importan acaso
sus vidas en huida,
ese éxodo de un siglo tras otro
en los caminos
rememorando otro tiempo
de constantes genocidios?
¿Quiénes somos realmente,
quiénes son, en nombre de quien
se asesina, de qué religión,
de qué idea o pensamiento,
decidme?
Decidme, ¿a qué ley obedecen
los gobiernos, qué Europa es esta
que hurta la esperanza y muestra
el horror en los rostros hinchados
y cerúleos de sus hijos,
en los cuerpos mutilados?
Decidme, ¿por qué este cobarde
silencio, este callar de nuevo
que nos devuelve a la caverna,
a la tortura y los osarios
a las cámaras de gas,
al exterminio?
¿Para qué este viejo continente,
esta prostituida Europa,
sin voz y sin palabra,
babel cementerio,
sombra solo, hielo?
¿Dónde la Europa solidaria
y fraterna,
dónde la tierra de acogida,
de la unión y el futuro,
la Europa de los sueños?
¿No sentiste, Europa,
en propia carne la metralla,
el miedo en las pupilas,
las ciudades arrasadas
por las bombas, la muerte
hacinada en los vagones,
los campos en sangre helados
y sepulcral silencio?
¡Oh, tú, hija de Agénor y Telefasa
que impávida te muestras
ante el mundo en esta mala hora,
pues en ti sólo el desamparo existe,
la sórdida mentira
la usura y la ignominia!
Yo te maldigo, Europa,
maldita seas en nombre del decoro,
can de tres cabezas,
por injusta y avara,
por corrupta,
por añadir dolor al dolor humano,
por servirte de la muerte,
por hacer del oro estandarte,
único dios.
En la mar,
ahora, los inanimados cuerpos,
ahogados en rumor de olas
derramados en la orilla, tu orilla,
Europa.
En la mar, de nuevo
los vencidos,
los naufragios,
los cientos y miles de náufragos
de esta incorregible
y maldita Europa.
©José Antonio Santano

Maldita Europa. José Antonio Santano.

Mi aportación a la futura antología "Poetas por Europa", que estoy preparando:

MALDITA EUROPA

Ahora, en brazos de la mar,
el cuerpo inerte
en su regazo de ola fuego
que abrasa las conciencias
y repite en alarido
la historia de esta Europa
vendida a la usura y los mercados,
insensible a la tragedia,
cementerio de cadáveres
aromados de sal y arena,
donde el Hombre no existe
y es solo bestia, salvaje animal
que todo lo aniquila,
avergonzado de serlo
este canto nutriente
del dolor que surge en silencioso
grito
y a sangre sabe,
a salobre agua,
a desierto y piedra devastada,
a muerte solo, a una muerte
tras otra, en oledadas.
¿Acaso nada significan estos
muertos, nos importan acaso
sus vidas en huida,
ese éxodo de un siglo tras otro
en los caminos
rememorando otro tiempo
de constantes genocidios?
¿Quiénes somos realmente,
quiénes son, en nombre de quien
se asesina, de qué religión,
de qué idea o pensamiento,
decidme?
Decidme, ¿a qué ley obedecen
los gobiernos, qué Europa es esta
que hurta la esperanza y muestra
el horror en los rostros hinchados
y cerúleos de sus hijos,
en los cuerpos mutilados?
Decidme, ¿por qué este cobarde
silencio, este callar de nuevo
que nos devuelve a la caverna,
a la tortura y los osarios
a las cámaras de gas,
al exterminio?
¿Para qué este viejo continente,
esta prostituida Europa,
sin voz y sin palabra,
babel cementerio,
sombra solo, hielo?
¿Dónde la Europa solidaria
y fraterna,
dónde la tierra de acogida,
de la unión y el futuro,
la Europa de los sueños?
¿No sentiste, Europa,
en propia carne la metralla,
el miedo en las pupilas,
las ciudades arrasadas
por las bombas, la muerte
hacinada en los vagones,
los campos en sangre helados
y sepulcral silencio?
¡Oh, tú, hija de Agénor y Telefasa
que impávida te muestras
ante el mundo en esta mala hora,
pues en ti sólo el desamparo existe,
la sórdida mentira
la usura y la ignominia!
Yo te maldigo, Europa,
maldita seas en nombre del decoro,
can de tres cabezas,
por injusta y avara,
por corrupta,
por añadir dolor al dolor humano,
por servirte de la muerte,
por hacer del oro estandarte,
único dios.
En la mar,
ahora, los inanimados cuerpos,
ahogados en rumor de olas
derramados en la orilla, tu orilla,
Europa.
En la mar, de nuevo
los vencidos,
los naufragios,
los cientos y miles de náufragos
de esta incorregible
y maldita Europa.
©José Antonio Santano