Por la perpetua soledad del tiempo...





Por la perpetua soledad del tiempo
discurren nuestras muecas
erosionando el aire, alzando túmulos
a rastros fugitivos de promesas.
En los secretos palcos
del ocaso se estrena
un compendio de instantes
que mantienen invicta nuestra esencia,
nuestra luz amatoria, nuestros símbolos,
nuestra carne, reducto de la niebla.
Y mi vista, velada
por un capricho que arde en las estrellas,
que flota en los arroyos
como islote que evita su condena.

Podrá cruzar la tarde este minuto
y tu inquietud con ella
le servirá de indicio
frente a un sol que tal vez se desvanezca.
Nuestras manos, fundidas
en las fraguas secretas
del crepúsculo huirán hacia el estanque
donde otra mano excelsa
nos ungirá en el pacto
del alfarero. Aquel que nos modela
con enjambres de verbos
que en nuestra sangre, dulces, avispean.

Por la perpetua soledad del tiempo
navegan tus ofrendas
hacia el amor, celoso pasadizo
que a lo incógnito lleva.
  

© Abraham Ferreira Khalil