POESÍA IBEROAMERICANA ACTUAL

Aleyda Quevedo Rojas. 


Poeta, periodista, ensayista y gestora cultural (Quito, Ecuador, 1972). Ha publicado los libros de poesía: ‘Cambio en los climas del corazón’, 1989; ‘La actitud del fuego’, 1994; ‘Algunas rosas verdes’, 1996; ‘Espacio vacío’, 2001 y 2008; ‘Soy mi cuerpo’, 2006; ‘Dos encendidos’, 2008 y 2010; ‘La otra, la misma de Dios’, 2011; ‘Jardín de dagas’, 2014 y 2015; y las antologías que reúnen parte de su poesía bajo los títulos: Música Oscura, (2004) Amanecer de Fiebre (2011) y El cielo de mi cuerpo, (2014) que aparecieron en Almería, Guayaquil y La Habana, respectivamente. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía “Jorge Carrera Andrade” en 1996. Ha representado a su país en los más importantes encuentros y festivales internacionales de escritores en España, México, Argentina, Colombia, Nicaragua, Puerto Rico, Perú, República Dominicana, Venezuela, Francia, Cuba, Chile y Brasil. Ha sido curadora de las antologías literarias: “13 poetas ecuatorianos”; Mordiendo el frío y otros poemas” del poeta Edwin Madrid; “Hacer el amor (humor) es difícil pero se aprende” del escritor Fernando Iwasaki. Es coordinadora editorial del sello independiente Ediciones de la Línea Imaginaria que tiene en su catálogo 28 volúmenes de poesía Latinoamericana. Colabora con revistas de cultura y literatura de Ecuador. Ha sido traducida al francés, inglés, hebreo, portugués e italiano. Mantiene un libro inédito.



22 poemas
Cortadas a media noche,
las flores de verano iluminan la habitación del hotel.
Las de color naranja excitan
hasta afectar,
en esa zona que las mujeres confunden con:
Deseo,
desgarro,
defectos.
Las flores fucsia y las excesivamente moradas
distraen y llegan a enervar.
Pero estoy húmeda,
lista para la noche en este hotel del mundo.
Piso un jardín de intimidades.
A las ramas verdes del follaje,
las chupo una por una.
Y la clorofila aceitada me va dejando,
las ganas de ir hasta el fondo.
Mas lo que hago antes de dormir
es leer los poemas de Szymborska.







Nunca las vi detenidamente ­―aunque siempre estuvieron―
y son las mismas a pesar de haber mudado de pétalos.
Jamás es la misma flor luego del granizo.
Algo modifica sus ojos secos y el destello del cáliz,
tan misteriosamente dispuestas en el mismo jardín.
Sus cuerpos me hablan cuando preparo mi daga
cortes exactos―.
Algo que congele la belleza de la pasiflora o el romerito negro.







Limón perfumado


Soy mi cuerpo
atrapado por partículas
de otros cuerpos


Cuerpo
que enjabono en el mar
reconociendo suciedades
y miedos


Miedos míos
enjuagados con
el agua que todo lo cura
la sal de mi sudor
los celos bien guardados
los dulces jugos
y de nuevo el agua
que me concede
un cuerpo nuevo cada día


Cuerpo fresco
tendido en la cama
como limón al filo
de la ventana


Y el sol quemando
el vidrio
la madera
el limón
perfumado y desnudo
de la ventana que soy


¿Sé quién soy?
me miro
en el largo espejo del baño
tengo 33 años
nunca estuve tremendamente sola
abandono de perras
que te marca y deja sin curiosidades


Lloro y mis piernas blancas
se vuelven negrura profunda
que bloquea los sentidos


Quién es mi cuerpo
puede afrontar sus propias
desgracias
incluso las más asfixiantes horas
ansiedad
falta de ti
horas cuando me fundo con un monstruo
que conozco bien
Cuerpo mío
pólvoracielo
intenso estallido
de lámparas que filtran tu claridad
sobre mi pecho


Soy este cuerpo mío.






Centrífuga


¡Oh Señor!
concédeme
el don de callar a tiempo
y así llegar
a mis máximos estruendos
sin el más mínimo sonido.












Arrodillada yo


Pongo las manos
al Hermano Gregorio
él es mi intermediario


Centrípeta
llena de mí
riñones
uréter
vejiga
me entrego a la más honda fe.










Ventana


Todo en tu mente
es el cuerpo me dice Robert Creeley


La piel campo de batalla
los ojos un bosque extenso
y a partir del sentimiento una punzada
al corazón de cuando niña


La serpiente de la enfermedad
rasgando tus tejidos


Las costillas desdoblándose para escribir
sobre plantas e hijas bienamadas


Felicidad alcanzada por instantes
Con forma de un hombre de manos tibias
que retiene tus senos como pájaros blancos


Un río místico
ancho imantado y turbio que llega a ser etéreo
intentando salvarte a ti misma
pero regresa a tu cuerpo que es tu mente
y a partir de allí construye tu vejez en ese río.








































Aparición


Me abandono a la virgen


Tomo sus manos de porcelana
y las llevo suavemente hacia mí


Hasta quemar con su frío mi piel
Ahora que ellos me tienen
en sus tentáculos de acero
reescribiendo mi destino
Me abandono desnuda
a ese manto que he mirado desde niña.














TODAVÍA NO APRENDO A DISTINGUIR
el vértice donde se topan
la realidad y los sentimientos que soñamos.
Lo mismo me pasa,
cuando intento guiar la hiedra.
Esa liviana planta que tanto afecta
el muro de mi (tu) soledad.
Plantas y sentimientos bizarros
que me atraen, y poco logro entender.
Excepto la sobriedad de la hiedra,
están las plantas inflamadas del jardín:
lirios de sangre blanca,
farol chino que aprisiona deseos,
y la menta, húmeda calma que le da sentido
a mis otros sueños, donde no hay confusión,
y me es posible suspirar,
para empezar el nuevo día.
























ME ARRODILLO ANTE EL ROSTRO DEL AMOR
en el fondo del pozo,
justo en su vórtice
oliendo la oscuridad.
Lamiéndome como gacela perdida
que conoce el punto exacto del dolor.
No me he separado de mí misma,
estoy en el fondo del pozo,
conociendo las heridas de amor,
perfectamente adheridas al cuerpo.


















ARRANCO TODAS LAS FLORES DE MI CUERPO
para ofrecértelas, Señor.
Allá voy, más desnuda sin las diminutas flores
del torso, más desvestida que nunca
sin las dalias que crecían en mi espalda.
Voy saltando las piedras ciegas de la desdicha
y el viento me ayuda a alcanzar la arena.
Señor de las Angustias, todopoderoso mío,
me despojo incluso de la flor pasionaria
y de la corona de heliconias que adorna mi pubis.
Desnudísima, para entregarme a ti,
sin los lirios de la nuca o los girasoles de las nalgas,
pulcra, tal vez insondable isla de misterios
Y no más rosas, ni margaritas, ni violetas
encandiladas en mis senos.
Limpia estoy, vuelta promesa.
Brillante y sola para entregarme a ti
sin las astromelias del sexo,
sin la flor azul del corazón.










¡SEÑOR!, NO ME ABANDONES
en arenas de almas en movimiento.
Guárdame de la locura y de los gusanos de pus.
Mírame, soy la misma de los excesos,
la otra que te mandaba mensajes desde el salitre.
Líbrame de todo mal
y de su amor que llevo con cuchillos entre las piernas,
de mis desbordadas maneras de buscarlo
en la oscuridad profunda del mar,
de las acciones de libertad obsesivas.
Líbrame de mí misma, Señor.
Nada queda ya de la niña que fui
ni rezos, ni incienso,
quizá apenas el mismo brillo en los ojos.
No me abandones todopoderoso mío
ahora que el sexo lo tengo
justo a la altura del corazón
y recorro sábanas de arena
peinada con una corona de espinas verdes.










AGUIJÓN






Una caja
encierra siete escorpiones


La destapo con mis manos frías


Grabo en la retina sus cuerpos negros
y el aguijón dispuesto como una interrogante


Siento el poder de su pregunta
atrapada por el miedo y la belleza.


















MÚSICA JAPONESA


¡Ah! de las horribles pasiones que recorren mi cuerpo
insoportables cuando los ojos de otros miran


En nombre del Señor, el más poderoso
voy hacia el despeñadero de cuerpos desconocidos
que me aman y emocionan


Señor, no me abandones en arenas
de almas en movimiento
soy tuya
camino descalza y pulcra en mitad del desierto
preparada para el goce o la muerte


Más allá de la seducción
guía mis pasos en el amor.


















LA NOCHE BLANCA




En un inmenso hospital
un cuerpo vestido de espinas


Soy virtualmente la virgen del desierto
estampa desmayada sobre el miedo


Nada más yo
con las manos llenas de clavos calientes
caminando descalza entre las dunas


Un inmenso hospital es un desierto blanco


De mi boca sale el mensaje divino
pero aquí nadie me oye.
















POEMA DE CAVAFIS






Despacio
sueltas tu calor
Tu lengua
ejerce la función
para la que fue creada
y cumples con el acto
de volverme animal sensible
tan parecido
al poema infinito
que escribiera Cavafis.
















ALGUNAS ROSAS VERDES




Esta mujer de hechizos
de mentiras y
yeso
teje las medias
más cálidas
para el día
de su muerte
Una cruz
una caja de madera
algunas rosas verdes
esperan por ella


No hay temor
a la muerte


Solo pido
sea justa.
















VIRILVIDRIO






Aún hierve el vidrio
en mi boca
la lengua indefensa
te busca
cristal fatídico


Destrozaste
mis labios
transparencia sin remplazo.


























HAI-KAI DE LOS PÁJAROS




Cuidaré tus pájaros
pero me niego
a hacer el amor en la jaula.






























TIGRES EN LA HABITACIÓN






Un mundo de agua
me recorre como navaja
igual que tu insurrecto cuerpo
cuando me hace arder
y los tigres aparecen en la habitación
al acecho de la carne
Qué necesaria
es esta navaja
que aún cuando no estoy desnuda
me humedece.
























¡Oh, Señor de la Poesía!
que tu ardor inflame mis metáforas.
Como los tulipanes que decoran
mi vientre ya cansado.
Ven a mí con tu manto de palabras elásticas
para cantar a los pobres de la tierra.
No soy la única que siente tu presencia.
Estás en los versos al mar y en las perras
rosadas de los prados.
En los poemas a las montañas y a la noche cubierta de helechos.
Pienso en los poetas y sus cuchillos.
En sus versos y suicidios por tu ardor, Señor.
La soledad es mi regalo.
La absoluta soledad de una acuariana mujer.
¡Y esa daga brillante del jardín de mi muerte
también es tuya, mi Señor!




























El arte de perder ―ya profundizó Bishop―:
Casas, amigos, países, amores, libros, viajes…
Hasta que un día miras sin reconocerte en los
difusos bordes de la que fuiste.




































¡Oh, Señor de la Poesía!
que tu ardor inflame mis metáforas.
Como los tulipanes que decoran
mi vientre ya cansado.
Ven a mí con tu manto de palabras elásticas
para cantar a los pobres de la tierra.
No soy la única que siente tu presencia.
Estás en los versos al mar y en las perras
rosadas de los prados.
En los poemas a las montañas y a la noche cubierta de helechos.
Pienso en los poetas y sus cuchillos.
En sus versos y suicidios por tu ardor, Señor.
La soledad es mi regalo.
La absoluta soledad de una acuariana mujer.
¡Y esa daga brillante del jardín de mi muerte
también es tuya, mi Señor!








2.- Adriana Zapparoli (Campinas - São Paulo - Brasil) es escritora, poeta y traductora. Ha realizado estudios de post-doctorado en la Universidad Estadual de Campinas (SP). Sus poemas han sido publicados en revistas de arte y literatura en diversos países. Es autora de los libros A FLOR DA ABISSÍNIA (versión bilingüe) en 2007; COCATRIZ en 2008; VIOLETA DE SOFIA en 2009; TÍLIAS E TULIPAS (versión bilingüe) en 2010, O LEÃO DE NEMÉIA en 2011; FLOR DE LÍRIO (versión bilingüe) en 2012, FLOR DE LÓTUS (versión bilingüe) en el año 2013, EL ORNITORRINCO NARANJA (2014), FLOR-CADÁVER, 2015 todos han sido editados por Lumme Editor (Bauru - SP). COMPOTA EM MANGABA por Edições Debalde (Portugal).






- una vida en preñez de posibilidades. una espera áspera que acecha. una arena árida de guijarros demasiadamente humana, de sensibilidad nómada. en protección diaria : el amor no nace o sobrevive. es una sombra sórdida que se colla a las entrelineas de las emociones y de los asombros naturales. una oscuridad metamorfoseándose en larva y pupa, lavando magmas de odio, para mariposas. sus capullos en cedros, espesos de hernias, sus mitades. sus contratiempos...y el cielo continúa en los tonos de los adulterios en una fosa de flora fósil en tiempos de lluvia y lindas mariposas.


- uma vida em prenhez de possibilidades. uma espera áspera que espreita. uma arena árida de seixos demasiadamente humana, de sensibilidade nômada, em proteção diária: o amor não nasce ou sobrevive. é uma sombra sórdida que cola nas entrelinhas das emoções e dos assombros naturais. um escuro metamorfoseando em larva e pupa, lavando magmas de ódio, para borboletas. seus casulos em cedros, espessos de hérnias, suas metades. seus contratempos ... e o céu continua nos tons dos adultérios em uma fossa de flora fóssil em tempos de chuva e lindas borboletas.

(orquídea e vasilisa, inédito)







- las piedras de los demonios envueltos en azúcar/ moldean su piel en pasado-remoto-oscuro, verde-gris./ entonces, venga mi amor,/ no tenga miedo./ lastimará sólo, y un poco, las crostas-escaras y las úlceras por decúbito... /... porque el amor tiene ojos verdes, es tatuado con flores y tiene una cicatriz en la fissura occipital del cráneo ...


- as pedras dos demônios envoltos em açúcar/ moldeiam sua pele em passado-remoto-escuro, verde-gris./ então, venha meu amor,/ não tenha medo./ lastimará só, e um pouco, as crostas-escaras e as úlceras por decúbito... /... porque o amor tem olhos verdes, é tatuado com flores e tem uma cicatriz na fissura occipital do crânio ...


(tulipanes negros, inédito)













animales comen el umbral situado en eco, en jardin, en axilas. hacen señal en triángulo o en pentagrama [en círculo son tan agrários de un verde bituminoso y monótono]; son rotos en escleróticas en ojos gris-tamarindos; son ojos de lémures de un ser ajeno; son patas y carne en tránsito, en carne [cúpula-limo] en su sentencia abisal: 


por el amor, ahora,
traducido en sus ojos
castaños ...

animais comem o umbral situado em eco, em jardim, em axilas. fazem sinal em triângulo ou em pentagrama [em círculo são tão agrários de um verde betuminoso e monótono]; são rotos em escleróticas em olhos gris-tamarindos; são olhos lêmures de um ser alienígena; são patas e carne em transito, em carne [cúpula-limo] em sua sentença abissal:

pelo amor, agora,

traduzido em seus olhos

castanhos ... 



(tulipanes negros, inédito)





--- les temía. los verdes - entre tanto - de los leones que estaban así desfrazados en peces-
vulgares... sus pequeños rostros rosados - desdichados - en los ojos sin párpados, tan poco incapaces de expresíon, asfálticos : 
y alejo... es un hombre y una imagen, ahora de piedra rosa, 


sin comunicacíon.



--- lhes temia. os verdes - entretanto - dos leões que estavam assim disfarçados em peixes-vulgares... seus rostos pequenos rosados - desgraçados – em olhos sem pálpebras, tão pouco incapazes de expressão, asfálticas: 
e alheio ...  é um homem, agora de pedra rosa, 

sem comunicação .

(tulipanes negros, inédito)










- mientras beso el león de nemea: 
leonella - conservada en el formol del vacío, bajo la mirada progámica de regiones tectónicas que lloran ... llora donde orquídeas blancas levitan... en aguas topacias, los truenos distantes son apenas las señales, en un piar triste, de un ave nocturna. sus monstruos, ramadijos pasivos, de Triphyophyllum, contenidas en las formas depresivas de los colores, alrededor de un vientre de melancolía en flor, del destino, pues ambiguo es luchar, por ahora, hablar con el dolor advenido del fondo de una víscera encogida. y siendo ella, cualquier víscera, acoplando lo oculto de las cosas, entre otras cosas, en otras dimensiones. es tarántula el dolor justa de las gambas y de las mamas de la leona amarrada por fibras de yute y guita, acompañando su gaita que grita en circunstancia ...
***

- enquanto beijo o leão de neméia:
leonella- conservada no formol do vazio, sob o olhar progâmico de regiões tectônicas que choram... chora onde orquídeas brancas levitam... em águas topázias, os trovões longínquos são a(s)penas os sinais, num piar triste, de uma ave noturna.os seus monstros, são armadilhas passivas, de triphyophyllum, contidas nas formas depressivas das cores, ao redor dum ventre de melancolia em flor, do destino, pois ambíguo é lutar, por ora, falar com a dor advinda do fundo duma víscera encolhida. e sendo ela, qualquer víscera, acoplando o oculto das coisas, entre outras coisas, em outras dimensões. é taranta a dor justa das coxas e das mamas da leoa amarrada por fibras de juta e guita, acompanhando a sua gaita que grita em circunstância...

(o leão de neméia, lumme editor, 2011)



avallon
de las espumas del cuerpo. de los cuentos. la mordida de govinda. del. desnuda, describiera lo junto a la biografia de la pierna. en la ranura que divide el desbordar de la pupila.una fécula excesivamente adornada por la excitación, por el entendimiento que disimula, adentro…

avallon  
das espumas do corpo. dos contos. a mordida de g
ovinda. dele. desnuda, descrevera-o junto à biografia da perna. na ranhura que limita o transbordar da pupila.
uma fécula excessivamente ornada pelo excitamento, pelo entendimento que dissimula, dentro...

(a flor da abissínia, lumme editor, 2007)





en un fin de la tarde, para tulio son tulipanes
deduzco pájaros jilgueros de almendras chilenas, que sobrevuelan espacios, de canoros rubios (sì, ellos son otros pájaros). el cacahuate colorido sobre comida china que carga el libre-arbitrio en la movilidad de las cosas buenas y nuestro mivimientos peristálticos de otras...poesías, zurdos de libros, hilos a los pedazosen un circuito fechado dentro de esas conversaciones,en tubos galvanizados y dentro de las células, más allá de la ciudad de nieve.


em um fim de tarde, para túlio são tulipas
deduzo pássaros pintassilgados de amêndoa chilena, que sobrevoam espaços, de canoros rubiáceos [sim, eles são outros pássaros]. ou amendoim colorido sobre comida chinesa que carrega o livre-arbítrio na mobilidade das coisas boas, e nos movimentos peristálticos de outras... poesias, canhotos de livros, fios aos pedaços e um circuito fechado dentro dessas conversas, em tubos galvanizados e dentro das células, além da cidade de neve.

(tílias e tulipas , lumme editor, 2010)







el ornitorrinco naranja y el varanus komodoensis – dragón de kómodo

estado de conservación vulnerable el varanus sauropsida - hombre
hembra que miraba el ornitorrinco naranja con recelo-macho: una bestia y sus cariños.

dragones son dóciles … hombres. el dragón endémico de la isla de flores y tan lagarto y tan emboscada y tan estado salvaje. la puesta de huevos hembras-machos-hombres – son 60 dientes serrados, que cambian a menudo hasta centímetros de largo. su saliva manchada de sangre y  una lengua amarilla-bifurcada. se les ha observado asustando ciervas-hombres embarazadas con la intención de que aborten los restos del feto-macho… hombres-hembras-machos… y de pie sobre sus patas traseras tienden emboscadas-hembras, arrancando grandes trozos de carne de sus presas-hembras-hombres-machos y tragándoselos enteros mientras sujetan el cadáver …hombres-hembras… la saliva roja lubrica la comida, embistiendo el cadáver contra un árbol para forzarlo a bajar por la garganta, hembras, y regurgita una masa de cuernos-machos-hombres, cabello-hembra y dientes cubiertos de una mucosidad maloliente: hembras-machos en una pelota gástrica … y con recelo se frota la cara en la extraña apariencia el hombre-hembra de este mamífero macho-ovíparo, venenoso-hombre, con hocico en forma de pico de pato-hembra, cola de castor-hombre y patas-machos anaranjadas ... hembra-hombre que las emplea para propulsarse, para maniobrar en el água-hombre, en un área biogeográfica-hembra y hábitats y climas-machos ... cismas-miedo-machos a las cosas simples. miedo-cisma rarito-hombre-hembra ... porque el temor tiene los ojos negros y patas anaranjadas y el amor es macho-hembra-hombre... hecho una bestia de cariño y amor hombre-hembra.macho.

o ornitorrinco laranja e o varanus komodoensis – dragão de kômodo
estado de conservação vunerável o varanus sauropsida - homem
fêmea que olhava o ornitorrinco laranja com receio-macho: uma besta e seus carinhos.
dragões são dóceis … homens. o dragão endêmico da ilha de flores e tão lagarto e tão emboscada e tão estado selvagem. a postura de ovos fêmas-machos-homens – são 60 dentes serrilhados, que mudam para miúdos até centímetros de comprimento. sua saliva manchada de sangue e  uma língua amarela-bifurcada. se há observado assustando cervas-homens grávidas com a intenção de que abortem os restos do feto-macho… homens-fêmeas-machos… e em pé sobre suas patas traseiras tendem emboscadas-fêmeas, arrancando grandes pedaços de carne de sus presas-fêmeas-homens-machos e tragando-lhes enteiros enquanto seguram o cadáver …homens-fêmeas… a saliva vermelha lubrifica a comida, batendo o cadáver contra uma arvore para forçá-lo a baixar pela garganta, fêmeas, e regurgita uma massa de cornos-machos-homens, cabelo-fêmea e dentes cobertos de uma mucosidade mal cheirosa: fêmeas-machos em uma bola gástrica …  e com receio roça a cara na estranha aparência o homem-fêmeas desse mamífero macho-ovíparo, venenoso-homem, com focinho em forma de bico de pato-fêmea, cauda de castor-homem e patas-machos alaranjadas ... fêmea-homem que as usa para propulsar-se, para manobrar na água-homem, em uma área biogeográfica-fêmea e habitats e climas-machos ... cismas-medo-machos às coisas simples. medo-cisma esquisito-homem-fêmea ... porque o temor tem os olhos negros e patas alaranjadas y o amor é macho-fêmea-homem... feito uma besta de carinho e amor homem-fêmea. macho.

( el ornitorrinco naranja, lumme editor, 2014)








Valeria Pariso. 

Nace en la provincia de Buenos Aires (Argentina) en 1970. Vive en Muñiz. Es abogada. Publicó"Cero sobre el nivel del mar" (2012), "Paula levanta la persiana" (2013) ambos de Ediciones AqL., “Donde termina esta casa” (2015), Ediciones de La Eterna -colección El carterista de Bressonde poesía contemporánea- y "Del otro lado de la noche", Editorial El Mono Armado.


Participó de las antologías colectivas"II Colección de Autores contemporáneos -II Certamen de poesías, cuentos y cartas de amor", "Poesía encontrada" (2006), "Vuelo íntimo" (2008) y "Lunario" (2008).

Participó de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (ediciones 2013 y 2014), del Primer festival de poesía del Atlántico en la Feria del Libro de Mar del Plata (edición 2013) y del VI Festival de Poesía en la Escuela (edición 2014).

Durante el 2014 coordinó el ciclo de poesía La Estación, para la promoción y difusión de poesía contemporánea.
20 poemas


III


No sé en qué idioma me hablan.
Qué significa: si te parece paso.
Qué quiere decir: hay un café muy cerca.
En casos así,
tengo la pereza de un hipopótamo,
no me interesa averiguar y
entro en el silencio
como en un vestido.


Mi obsesión son las cosas por su nombre.


(Del libro “Paula levanta la persiana”, Ediciones AqL)






V


Igual que la semilla
llevada por el viento
siento que me tiraron
en la ciudad en que vivo.


Tengo la completa sensación
de estar en el lugar errado.


Soy el desvío.


(Del libro “Paula levanta la persiana”, Ediciones AqL)




XXXIV


Habría que poner acá
y acá, algo,
algo como naranjas: acá y acá,
y en mis manos (y aquí dentro)
y en las tuyas, claro, (y aquí también)
acá y aquí y ahí, algo,
cocos, o piedras, también podrían ser bollos
de papel de diario como ponen las vendedoras
adentro de las carteras para que no se deformen,
algo, no sé qué,
pero algo,
algo que ocupe el espacio
que llenábamos los dos.


(De “Paula levanta la persiana”, Ediciones AqL)


XVIII


¿Fuiste hoja alguna vez? ¿Apuntaste
la lupa sobre las nervaduras de tu mano?
¿Y de otra mano? ¿Qué sabés
del suplicio de quemarse para siempre
con un rayito de sol?


(Del libro Paula levanta la persiana, Ediciones AqL)


XXVIII


En el galpón que está enfrente de su casa
hay un depósito de papas.
Los hombres cargan sobre sus espaldas
bolsas de arpillera de cuarenta kilos.
En las siestas de calor,
salen a la vereda, se quitan las remeras,
y se tiran agua fresca con una manguera azul.
De noviembre a marzo,
a esa hora,
Paula levanta la persiana.


(Del libro Paula levanta la persiana, Ediciones AqL)






De todas las soledades
tengo una
que no quiere
bajo ningún pretexto
estar a solas conmigo.


(Del libro Cero sobre el nivel del mar, Ediciones AqL)




Puede parecer
que ella está evitando
la vereda del sol
o que escoge
vidrieras limpias donde mirarse
pero no
lo cierto es que va
sorteando baldosas
con el corazón en la boca
no sea cosa que
ese amor otra vez
la encuentre
y la desordene.


(Del libro Cero sobre el nivel del mar, Ediciones AqL)




Te soy.
Involuntariamente
como todas las cosas naturales.
Como un sol de frente.


(Del libro Cero sobre el nivel del mar, Ediciones AqL)




Al sur del sur
o más abajo
donde termina esta casa
en la que duermo,
en la última baldosa
debajo del cimiento
de la fosa negra
que hicieron albañiles
en los años cincuenta,
corre un río caliente
cuyo cauce
desemboca
en el sur del sur
donde termina tu casa
debajo de tu cama
en tu última baldosa.


(Del libro Cero sobre el nivel del mar, Ediciones AqL)


Voy y vengo
una y otra vez,
como si hiciera algo.


Algo más,
además de romperme.


(Del libro Cero sobre el nivel del mar, Ediciones AqL)


1


No para soñar/sino
para hacer memoria/
para tender al sol
como trapitos/los días y las noches/
yo/ que no sabía escribir/
te besaba los dedos.


(Del libro “Donde termina esta casa”, Ediciones de La Eterna)


18


La diferencia entre la espera
y el olvido/ la saben los pájaros/
al entrar en el viento.


Ellos giran su vuelo/ para no llorar
contracorriente.


Yo no./
yo sigo acá/ en aire/


clavada/
vaciándome.




(Del libro “Donde termina esta casa”, Ediciones de la Eterna)


22


Como si hubiese juntado mucha lluvia/
baldes y/ baldes y/ baldes de agua sana/
reconstructora líquida
del cuerpo/ sales de olvido/
ella se lava el pelo mientras llora.


(Del libro “Donde termina esta casa”, Ediciones de la Eterna)




23


No debería tomarse como fuga
el no volver jamás
al lugar donde la dicha / ahora/
es una huella que se cura al sol.
Los perros hechizados por las sombras
nunca caminan hacia atrás. /Andamos/
malheridos de memoria/ comidos por la luz y la alegría/
como niños que con un palito/ se marcaron
en el brazo una cruz/ un dominio/ un
juego de abandonados/
la letra A/ la imposibilidad del olvido.


(Del libro “Donde termina esta casa”, Ediciones de la Eterna)




26


Donde termina esta casa
hay un poema/ que limita
con otra casa/ otro poema/
a veces/ a las casas/ les crecen alas/
y salen volando como las mariposas.
En esos casos/ el mundo/
tiembla.


(Del libro “Donde termina esta casa”, Ediciones de la Eterna)




2


Si yo olvido,


si definitivamente


pasa que me olvido,


si te olvidás,


como si hubiesen muerto entre las manos


el viento, el agua, el cielo, lo que dura,


si juntos olvidamos para siempre


como debieran ser todos los olvidos,


si eso pasa,


si de una vez por todas


eso pasa,


qué nos hará temblar.


(Del libro “Del otro lado de la noche”, Ediciones El Mono Armado)


7


Yo soy
la responsable
del desorden.


Yo escuché
la palabra
amor.


(Del libro “Del otro lado de la noche”, Ediciones El Mono Armado)


14


Deseé un mundo con todas las ganas.
¿Qué hacer, siglos después de
que nos fue concedido
el pavor de un amor
que aprendió a decirse?
Yo no sé. No sé.
Como parte de mi ofrenda
te entrego este aturdimiento mudo.
Estoy callando con todo
lo que se grita en mí.


Ya ves,
no es más trabajoso que hacer un barco
o desplumar un pájaro.
Finjo la quietud de la sangre.
Mi silencio no te reconoce.


Con ternura de abrigo
te devuelvo al misterio.


(Del libro “Del otro lado de la noche” Ediciones El Mono Armado)


33


Tanto cuidado, tanto ensayo,
tanto planear los bordes de la huida,
tanto escondite gris de refugiada,
no hicieron más que enfurecer la forma
en que me fue lanzado.
Sin piedad, como una jabalina,
el universo me arrojó el amor.


Y yo estaba,
ay Dios mío,
ahí.


(Del libro “Del otro lado de la noche” Ediciones El Mono Armado)




39


Si es posible calmar
el temblor de la ausencia,
no llorar, resistir,
si es posible llamar al invierno
y secarse de frío entre flores azules,
si es posible volverse paciencia,
y dudar o dudarse,
y esperar
sin que se rompa nada,
si es posible algo de esto,
tranquila,
no es amor.


(Del libro “Del otro lado de la noche”, Ediciones El Mono Armado)



4.-  CLAUDIA MASIN




Claudia Masin nació en Resistencia, Chaco, Argentina, en 1972. Es escritora y psicoanalista. Vive desde 1990 en Buenos Aires. Coordina talleres de escritura.
Publicó los libros de poesía: "Bizarría"(Nusud, Bs.As., 1997), "Geología" (Nusud, Bs.As, 2001, reeditado por Curandera, Bs.As., 2011), "La vista"(Visor, Madrid, 2002, reeditado por Hilos, Bs.As., 2012) “El secreto (antología 1997-2007)" (Ed. De la Paz, Resistencia, 2007) "Abrigo" (Bajo la luna, Bs. As., 2007), “La plenitud” (Hilos, Bs.As., 2010, Raspabook, Murcia, 2014) y el libro de fotografías y poemas “El verano”(Ed. De la Paz, Resistencia, 2010)
Su libro “La vista” ha obtenido por unanimidad el Premio Casa de América de España en 2002. Su libro “Abrigo” ha obtenido una mención del Fondo Nacional de las Artes en 2004.
Textos suyos han sido traducidos al francés, inglés, portugués e italiano.
Participó en varias antologías de poesía y ensayo, en su país y en el exterior, entre ellas “Antología de la poesía Latinoamericana del Siglo XXI, El turno y la transición”, Siglo XXI, México, 1997, “El arcano o el arca no. Poesía argentina de fin de siglo”, (Ed. Casa de las Américas, La Habana, 2006)Poetas argentinas 1960-1980” (Ed. del Dock, Buenos Aires, 2008), “El hacer poético” (Universidad Veracruzana, Veracruz, 2008) Las dificultades de la poesía”  (Ed. del Dock, Buenos Aires, 2011), “El cine y la poesía argentina”, (Ed. En danza, Bs. As., 2011), “Penúltimos, muestra de poesía argentina” (UNAM, México, 2014), etc.
Fue codirectora de los sellos editoriales “Abeja Reina” y “Curandera”, dedicados a la poesía.


Geología (Nusud, Bs.As., 2001; Curandera, Bs.As., 2011)

Geología

Toda nuestra infancia debe ser imaginada de nuevo.
Gaston Bachelard.

De pequeña
probablemente pensara que la geología
era la ciencia que enseñaba a vivir en la tierra.
Geo, tierra, logía, ciencia. Era razonable,
y desde entonces Yo voy a ser geóloga
cuando sea grande, informaba,
como quien dice voy a averiguar sola
lo que nadie me sabe contar,
voy a clasificar todos los géneros
de dolor que conozco como si fueran piedras.
-Tal vez en los manuales -me decía-
entre fallas y estalactitas aparezca en una foto
yo con mi disfraz de explorador
y en una nota al pie, esta descripción:
nena de piedra hallada en una cueva
muy al norte, casi escondida,
el cuerpo cubierto de palabras talladas,
por el tiempo transcurrido, incomprensibles.

Poligrafía

Escribías con una piedrita en la tierra tu nombre, palabras
al azar: arena, río, spider man. Como si creyeras que una historia
se escribe por la suma, la discreta acumulación de partículas.
O como si dibujar una casa bastara para poder habitarla. Pero
¿quién vive una vida real en una casa dibujada?

Hay un ligero, sutil desasosiego en las largas horas
de la siesta, que hace que todos prefieran dormir. Aún así,
resistías despierta. Es extraño pensar en una vigilia en pleno día,
cuando nada escapa a la visión y cada sonido resuena
amplificado en el silencio.

Los climas violentos crean una sensación de inminencia,
la ilusión de que nada va a quedar igual después del vendaval
o del calor intenso: una fiesta que se celebra
por un acontecimiento imaginario. Y es la imaginación,
y no los hechos, quien te deja asombrada una y otra vez
frente a cosas idénticas.

En esa hora en que son intensas niñez y desdicha,
como agujas en preciosa sincronía, ¿cuál
sería el objeto de tu espera? ¿Un naufragio, un estallido,
acaso el descubrimiento de la tristeza,
esa grieta que modifica tu mundo para siempre?
No es otra cosa que ese momento
lo que dirían las palabras, si alguna palabra
dijera alguna vez algo cierto.






Grafito

Una noche de luna llena, en la hamaca del jardín,
están sentadas. La madre canta una canción
que repite y repite, podría decirse hasta el cansancio,
sólo que la hija no se cansa: se encanta, se duerme.
Desde esa noche, para la hija, escribir
será escribir la pérdida de ese momento.
La escritura de la canción de la madre demora
el final de la canción misma. Las palabras
existirán para crear esa demora, un instante
suspendido entre la voz y el silencio. Y por eso,
la hija las escribirá con esa facilidad dichosa
con que sólo pueden hacerse
ciertas cosas imposibles.









Hans
a Susana Villalba

Vas a tomar de las palabras lo que pueda servirte para decir
de las formas impronunciables que adopta la tristeza.
¿Qué es lo que quisieras decir? Tal vez que por las noches
salías a ver cómo se formaba la tormenta,
y la electricidad del aire te capturaba como un halo
dentro del cual te convertías también en pura radiación,
en pura espera decidida, tensa. O que la primera
vez que te quedaste a solas con el aguacero pensaste
no se cae la noche por ser tan hermosa”,
pero sin embargo temblaste, capturada
por esa forma insólita de la pasión que es el miedo.

Mirabas las ramas torcerse bajo el peso invisible
del viento, la violencia del agua arrancando las hojas,
el jardín expuesto en su desnudez. Un paisaje
hecho para el sol no resiste la visita de la noche.
¿Cómo diferenciar desastre de belleza?
Si es tan similar la devastación que ambos dejan detrás,
el desconsuelo que provocan al irse, si alguna vez han estado
cerca nuestro.

Eras, en la oscuridad de la tormenta, como una exploradora
que ha extraviado la brújula y espera, en la completa
soledad, una señal de los astros, una complicidad azarosa
e improbable que la lleve de regreso a casa.
No es verdad que las exploradoras no temen
ni que la infancia transcurre en una larga y luminosa mañana.
El miedo otorga un nombre como una moneda falsa
para comprar un espacio en el mundo, en el lenguaje.
Una palabra sola y el territorio de pura luz queda vedado,
minada la gratuidad de la única alegría real,
que es la del cuerpo.




Resistencia

Nací en una ciudad rodeada por defensas de tierra.
Montañas de utilería para que cuando llueva,
el río, en su crecida, no invada nuestras casas
y arrase la ciudad. Pero se ha tenido la precaución
de construir murallas precarias, abiertas. Para mantener
al enemigo vivo. Los que hemos nacido en Resistencia
tenemos para qué levantarnos cada mañana:
quien tiene a qué temer ya no está solo.

Aquí, el uniforme de guerra incluye botas de lluvia
amarillas. Nos sentimos impermeables
cuando caminamos por las calles, cómplices
como sobrevivientes de un desastre secreto.
Una vez, la lluvia nos sitió por tres días y tres noches.
Los chicos soñábamos con la amistad del agua,
salir descalzos a la invasión, cada gota
un disparo fresco en el pecho. Pero permanecíamos
tras las trincheras, cristales dibujados al vapor
con nuestros nombres. Casa del agua.
¿Un barco ebrio? No, mi casa era un blanco quieto.
Guardado en una botella, como una cabaña de los Alpes,
una miniatura olvidada en un estante.

Soñé entonces con construir un arca, pero no llevaría
animales sino palabras. Las elegiría al azar, por capricho.
Por la música que despedían de sí al ser dichas.
¿No es más importante preservar la belleza que la especie?.
Zarparía en silencio hasta que la tierra
se perdiera de mis ojos por la distancia y el diluvio.
¿Noé sabría de su audacia al huir?. Soldado que huye
sirve para huir de la próxima batalla.

¿Y si escribir no fuera temblar en la tormenta sino
- a lo sumo- presumir bajo el alero?
¿Y si la crecida de las aguas no existiera?
Un mito. La fundación de algo. De una ciudad: Resistencia.
Construida para ofrecerse a un ataque imaginario,
a una corriente asesina que no existe. Acuario seco
en que los peces sofocados resistimos
hasta que las agallas sangran. Nunca fue cierto
que en las guerras se venciera por un arte sutil
de resistencia.










LA VISTA (Visor, Madrid, 2002; Hilos, Bs.As., 2012)

Madre e hijo
Despacio, despacio, que hasta aquí no llegue la prisa
de la muerte. No quiero que venga la primavera,
dijiste, no tengo ropa que ponerme. En las montañas
pareciera que siempre está a punto de desatarse
una tormenta, pero hay una sola tormenta en todo
el invierno. Cuando sucede, salimos los dos
a verla. Te tiemblan las manos como a una niña
pequeña, siempre me pregunté si de alegría
o de miedo. Todas las cosas únicas aterran.
A veces quisiera protegerte, taparte los ojos,
que no adviertas la primera gota
desprendiéndose, inevitable, del cielo. Que no sepas
que por más que hagamos silencio por meses,
por años enteros, acabaremos por decirnos una
u otra palabra, y en ese momento comenzará
a correr el tiempo.







El regreso


¿Qué trae el padre de su largo recorrido por los campos
amplios y planos como pasillos de hospitales donde él,
médico viejo y cansado, pasea su mirada pacífica, experta,
sobre todas las cosas del mundo como si fueran suyas,
las hubiera tenido en la mano tanto tiempo
que conociera sus exactas concavidades y accidentes?
No hay nada nuevo para él, ¿pero y nosotros?
¿Preguntándonos el cómo y el porqué, desasidos como estrellas fugaces
de la generosa custodia del cielo, nosotros cómo hacemos
para mirar las cosas sin angustia, sin que nos sobre o nos falte
siempre algo: una medida quizás, cuya ausencia hace imposible
caminar sin tropezarse a cada paso? ¿Qué amor
hizo descender sobre él para después dejarlo ir,
pájaro rapaz que de un momento a otro se volvió compasivo
y desechó los restos que le ofrecían, con la magnanimidad
de quien ya fue llenado, está completo? ¿Pero y nosotros,
a quienes esos restos cubrirían los huesos? No podemos pedir,
ya se ha perdido lo que quedaba, lo que había de más.
¿Por qué no salir a los caminos, entonces?
Si no hay nada que él traiga en los brazos,
¿por qué no ir yo misma a buscar,
si ese regalo que él esconde
cuidadosamente bajo la cama es una caja vacía?
¿Qué va a ser de nosotros ahora,
si es y siempre fue mentira que de los baúles sacaba
objetos maravillosos, que podía enseñarte a pescar peces
de aletas brillantes como una moneda al sol?
¿Si también es mentira que con sólo
raspar un carboncito contra su pecho creaba el fuego
que iluminaba la superficie curva de la tierra,
la geometría perfecta de la casa,
o que a nuestros cuerpos pequeños, con sólo mirarlos,
los volvía exuberantes como si fueran plantas parásitas colmadas
por la savia de otra planta? Dame la libertad, entonces
para soltarme de esta atadura que no ata a nada,
que yo de todos modos ya lo sé: hay un cielo
como hay una tierra, hay un desorden que, extrañamente, nos cuida,
hay quien desata la peste y a veces hay cura, hay mañanas
donde vamos a ser niños una vez, una vez sola,
para poder ir tomados de la mano de él,
de él que es esa tela secándose al sol los días de buen clima,
ropa dejada por un muerto, no me mientas,
no hubo padre ni habrá.











La ciénaga
Me preguntaste si tenía miedo. Mejor dicho,
no preguntaste nada. Una madre nunca revela
lo que realmente quisiera saber. Me miraste
y algo en tu mirada decía ¿tenés miedo?.
Yo, a veces, no encuentro la respuesta y callo
como si mi corazón fuera un reloj
cuyas agujas se detienen cada vez que tu mirada ansiosa
lo consulta. Algunos pájaros
sobrevolaban la pileta de aguas verdosas,
contaminadas. Tendrías que haber renovado el agua
al terminar el último invierno, me dijiste. Quizás es imposible
resistir la tentación de dejar pasar el tiempo, abandonar,
quedarnos sentados en la orilla mirando el deterioro.
Presenciar cómo, lentamente, la simpleza
del agua cristalina se transforma
en la complejidad de una ciénaga. Tal vez
la única libertad posible sea
la de negarse a mover un dedo, aunque se te vaya
la vida en ello. Preferiría no hacerlo,
como el personaje del cuento. Preferiría no moverme.
Vi una vez aquí, cerca del pueblo, un animal
agonizante. Había caído dentro de un pozo
de agua estancada. Imaginemos:
el animal va muriendo día a día, de a poco.
No puede moverse. El agua podrida
le llega hasta el cuello, ¿le preguntarías a ese animal
si tiene miedo? Las tragedias son vulgares, ocurren
todo el tiempo. ¿Podrías hablarme
hasta que llegue la noche? Quisiera que el rumor
de tu voz me adormezca, como si fuera
la música perezosa de las cigarras en pleno verano,
y después quedarnos en silencio los dos, una madre
y su hijo callados, para que el tiempo pase cerca nuestro,
apenas rozándonos, y todo esté tan tranquilo que no advierta
que yo sigo despierto, esperando que su paso me ignore
y me deje aquí, al lado tuyo, abandonado.






Mi mundo privado

Yo ansié tener un cuerpo que practicara,
como un arte, la ignorancia de sí.
Que cayera rendido con la levedad
con que caen las hojas de los árboles.
Cuando fuera inevitable,
nunca antes. Pero de tu cuerpo no deseaba
sino lo que había en él de frágil, de imperfecto:
la cicatriz que te cruzaba el pómulo, las pequeñas
arrugas en la frente. La herida
que te asemejaba a mí. El camino es interminable,
te decía, da vueltas y vueltas alrededor del mundo
y en alguna de esas vueltas los que estaban
destinados a perderse, se encuentran.

Se dice que a la vera
de cierta ruta que atraviesa el desierto,
es posible hundir una caña en la tierra reseca
y en algún momento brotará el petróleo como un géiser.
Anoche tuve un sueño en el que viajábamos por días
y días para encontrar el yacimiento, a la manera
de los cazadores de fortuna del oeste. Al llegar era de noche,
no había una sola estrella, el pozo
estaba seco. Yo me dormía y te quedabas
al lado mío, cuidando mi sueño. No estabas allí
a la mañana siguiente.

En el sueño, alguien decía:
donde tengas tu tesoro tendrás
tu corazón. Y yo me preguntaba
qué pasaría si tu tesoro se perdiera,
qué pasaría en un juego
de cajas chinas si al llegar a la última,
la que debería contener el objeto precioso,
esa, como todas las otras,
estuviera vacía.





Una película de amor

Yo comprendo la pasión de los astrónomos,
las noches en vela, la atención dispuesta
a captar, de entre todo lo que existe,
cierta fosforescencia en el cielo. Podría decir,
como ellos, que las cosas que me importan
no suceden en el mundo. La mirada vive, en lo que ve,
una segunda vida, más real que la primera, más intensa.
Yo pensaba que mirándote siempre,
en todos los momentos, los instantes preciosos
que guardabas dentro de tu cuerpo
se transferirían a mi propia constelación
de recuerdos, y lo deseaba con tanta fuerza que creí
ver con tus ojos –sin haberme movido jamás de esta ciudad
o de este cuarto- los detalles de tu casa natal, las tormentas
de nieve en un pueblito del sur, la tierra
completamente roja en el otoño, invadida por las hojas
de los arces, dos pies pequeños y descalzos,
cubiertos por el barro, el rostro de tu madre.
Quizás la intimidad entre dos personas dura
lo que dura ese momento en que sabemos
de los cuerpos y las cosas que otro amó,
en otro tiempo. O tal vez nadie alcance a rozar,
ni en su deseo, las imágenes ajenas, y estés sola,
y yo esté solo, y sea el nuestro,
-como el recorrido de las familias de esquimales hacia el sol,
sobre la nieve- un viaje del cual no queda huella.



París, Texas

Me gustaría contarte lo que veo,
hablarte de los hoteles abandonados
apareciendo de la nada en el medio de la carretera,
como castillos solitarios cuyos puentes levadizos
fueron dinamitados hace tiempo. Me gustaría
contarte lo que veo pero es imposible
hallar un dolor que condescienda
a ser narrado. ¿Vale la pena entonces,
emprender tan largo viaje para ir de un extremo
a otro del silencio? También es imposible
callar por completo: sé que terminaré por llamarte,
como se llama a alguien cuando se está a oscuras,
sin el auxilio de la voz, un estremecimiento
semejante al de esas luciérnagas
que al chocar contra un parabrisas en la ruta
se deshacen esparciendo una nube pequeña
de polvo y luz, y ésa -quizás- es su idea
de un encuentro.







LA PLENITUD (Hilos, Bs. As., 2010; Raspabook, Murcia, 2015)

La gracia

A veces, muy raramente, un encuentro nos conmueve
de una forma que no puede ser atenuada por el pensamiento
o el lenguaje. Es que trae una memoria
de lo que fue íntimamente conocido y deseado, pero ha sido
desplazado a un lugar inalcanzable, de donde no sabría volver
a menos que una persona -entre todas- lo llamara. Somos
criaturas tímidas que no han hallado, en respuesta
a su curiosidad, a su pasión por las cosas, más que daño
o rechazo. Como animales que han luchado demasiado por su vida,
no sabemos qué hacer con la alegría, y si llega,
seguimos huyendo para salvarnos. Si lográramos vencer el terror,
si nos quedáramos, podríamos recuperar algo
perdido hace tiempo. La dicha más plena es una dicha física
y debería producirse sólo una vez,
antes de que conozcamos las palabras. Su regreso es siempre
un instante de gracia que nos devuelve el amor con el que un día
la materialidad del mundo nos ha tocado.









La estela

Que no debía ser tan complejo, me decías ¿Y por qué no?
¿Acaso no es complejo el sutil mecanismo
que pone en conexión al polen y la abeja, o las infinitas
transformaciones químicas que sufre un pequeñísimo
grano de arena hasta llegar a ser parte, ya irreconocible,
del cuerpo del diamante? Es complejo encontrarnos
y perdernos, los que andan por el fondo de la tierra
buscando el tesoro de una cueva inexplorada lo comprenden,
no es al heroísmo ni a la astucia sino al azar o al misterio
que se debe el descubrimiento: ese cruce fatal, inevitable
entre quien busca y lo buscado, ese momento de arrebato y mutua
entrega. ¿Por qué debería ser fácil dar con aquello que esperábamos
ya de niños en el jardín del fondo de la casa,
sin saber que se trataba de una espera esa curiosidad honda
y atenta a cada ruido de la siesta, a una rama
que se agrieta en el calor, al paso de sombra de un lagarto
en la humedad de las paredes? ¿Por qué hemos olvidado,
si lo que sí sabíamos entonces es que es difícil
cierta clase de belleza, dar con ella, estar despiertos
cuando cruza por delante de nosotros, no para atraparla,
sino para quedarnos a vivir en la estela que deja?






La lluvia

¿Viste cómo llueve? Llovió así toda la noche
y a cada cierto tiempo yo te hablaba, estuvieras donde estuvieras,
aunque fuera en el extremo más inalcanzable
de la tierra. Cuando llueve así, toda la noche, te decía
pareciera que el mundo fuera a desprenderse de su eje,
pero la sorpresa más inmensa es que el vendaval termina
y todo permanece como estaba, apenas un poco de desorden
que lentamente se transforma en armonía.
Desde niños, vivimos sobreviviendo a catástrofes como ésa,
a los efectos de lo que tendría que haber pasado y no pasó:
que la casa se inunde y nuestras cosas se pierdan
arrastradas por la marea sucia, entre piedras y palos
y restos de animales, un desperdicio más lo que hasta entonces
ha sido nuestra historia, los objetos
que confirman que somos seres físicos y no un soplo
filtrándose desde afuera de esa vida brutal de la materia
que no se detiene jamás para incluirnos. ¿Soñaste alguna vez,
cuando llega la violencia del aguacero,
con que el río se salga de su cauce para siempre y nos empuje,
soñaste con la noche en que el rayo finalmente nos alcance,
descalzos bajo la luz, como esperando saber algo
que sólo el impacto de una fuerza sobre el cuerpo
podría revelarnos? Pero el rayo no cae, no cayó
y al día siguiente todo sigue a salvo en el mismo lugar.
Ese es el mayor desastre que conozco: haber estado al borde,
una noche, de que nos fuera concedida una verdad
extraordinaria, y al amanecer darnos cuenta
de que somos los mismos y no sabemos nada
que no supiéramos ya.







La helada

Quien fue dañado lleva consigo ese daño,
como si su tarea fuera propagarlo, hacerlo impactar
sobre aquel que se acerque demasiado. Somos
inocentes ante esto, como es inocente una helada
cuando devasta la cosecha: estaba en ella su frío,
su necesidad de caer, había esperado
-formándose lentamente en el cielo,
en el centro de un silencio que no podemos concebir-
su tiempo de brillar, de desplegarse. ¿Cómo soportarías
vivir con semejante peso sin ansiar la descarga,
aunque en ese rapto destroces la tierra,
las casas, las vidas que se sostienen, apacibles,
en el trabajo de mantener el mundo a salvo,
durante largas estaciones en las que el tiempo se divide
entre los meses de siembra y los de zafra? Pido por esa fuerza
que resiste la catástrofe y rehace lo que fue lastimado todas las veces
que sea necesario, y también por el daño que no puede evitarse,
porque lo que nos damos los unos a los otros,
aún el terror o la tristeza,
viene del mismo deseo: curar y ser curados.





El talismán

Los ojos de los que estamos continuamente al borde de la caída
o del tropiezo, no saben despegarse de la tierra. De qué sirve
una belleza material que no pueda tomarse entre las manos
como una piedra y ser llevada siempre encima del cuerpo
igual que esos objetos insignificantes
que un niño acarrea consigo donde vaya, y que lo hunden
en el terror o el desconcierto si se pierden.
No hay belleza para mí en las cosas
que no pueden volverse talismán contra las fuerzas
del desamparo o de la pena, y ninguna palabra podría hacer eso,
sólo la presencia física de lo que fue elegido por un amor oscuro,
cuyas leyes desconocemos, para preservar nuestra vida intacta
entre todos los peligros y accidentes que la acechan, a pesar
de que es ella, esa presencia amada, el peligro mayor,
porque no puede protegernos de su pérdida.






La plenitud
Hay una historia que quiero contarte: a veces,
en medio del bosque abrupto y solitario, crece un árbol
demasiado delicado y tímido para sobrevivir sin que las ramas
se tuerzan, decaigan, pierdan fuerza cada día,
como si no hubiera nacido preparado
para enfrentar la dificultad del suelo áspero y las plagas,
y su propia debilidad lo llevara a empequeñecerse
hasta casi desaparecer, tapado por una vegetación
que pareciera nutrirse de la audacia
que a él le falta. Pero una sola vez en toda su vida
-que no es larga- florece. Sucede en la estación de las lluvias,
y su flor es la más extraña que pueda concebirse,
no necesariamente bella ni cargada de polen.
Me dirás que ceder lo más valioso que se tiene
a una forma de vida que explota y se retrae en unas horas
no es un acto razonable, que es mejor la lenta construcción
de una fuerza que no pueda doblegarse y se sostenga
en lo que acumula año tras año. Sin embargo,
imagino que no debe existir nada más hermoso de ver
que ese momento de plenitud, cuando la materia que parece vencida
ofrece todo su poder de una vez a un mundo
que no lo necesita ni lo espera, para después retirarse,
como si el bosque fuera un cuerpo amado
e indiferente al que va liberando suavemente de su abrazo.
Yo quisiera ser así, capaz de soportar la plenitud
sin anhelar la abundancia. Que eso sea todo:
el puro deseo de dejar lo poco o mucho que se tiene
a quien se ama, aunque no le haga falta,
y vivir por un rato rodeada de las cosas que realmente le importan:
las tormentas, los animales feroces, la exuberancia del verano.








LA CURA (2015, INÉDITO)
Potrillo

Cada uno carga su familia como los mendigos sus bolsas raídas,
esas cosas que llegado un momento ya no sirven para nada,
pero no se pueden abandonar: son parte del propio cuerpo,
del camino recorrido. Es tan difícil soltar lo que nos ha acompañado
tanto tiempo, aunque lastime y agobie, y la espalda se incline
bajo el peso. Como si fuéramos la muesca diminuta
sobre el arma que alguien disparó en un pasado remoto
en una tierra desconocida decidieron por nosotros,
antes de que naciéramos,
hasta los muertos a los que tendríamos que llorar.
Pero si nos acompaña una multitud a cada paso, pienso,
el aislamiento no resuelve nada. Ni construir una cabaña
con las propias manos en el monte impenetrable,
darle la espalda al mundo y a los demás, volverse un paria
que ha rechazado su lugar entre los otros para quedar libre de una deuda
que de todas maneras va a tener que pagar. Entonces,
si todos los cuerpos reunidos al principio
quedan atados por un nudo que atraviesa el tiempo
y es increíblemente firme, imposible de desatar,
¿cómo ser en la vida algo más que una especie
de fenómeno natural, un latigazo del cielo, un rayo, un tornado
que destroza sin razón y sin sentido, o al revés, una lluvia suave que reverdece
el campo seco y trae el alivio a los cultivos moribundos, pero actúa
sin voluntad de hacer el bien ni el mal,
por puro impulso desprendido del pasado, de los deseos, los terrores,
las pasiones de la especie? A veces creo, pero es una cuestión de fe,
no sé si es cierto, que se puede construir una familia
a partir de cosas ínfimas
que no forman parte de la historia que nos fue contada
a través de las palabras
o del cuerpo de los que amamos. Que podríamos descender en el tiempo
hasta el instante en que aún no habían empezado ni la fealdad
ni el miedo, a través de una memoria física que nos devuelva la humilde
y pura gracia de respirar. Hablo de atarnos a detalles tan insignificantes
que no serían jamás parte del drama
y por eso mismo no podrían convertirse en el hueso de tu infelicidad.
Sería tan distinto, claro, si tu familia fuera el día en que conociste el verano,
la primera experiencia de alegría bajo un chorro de agua en el sopor
pesado de la siesta, el olor de la tierra mojada y el contacto
del pasto en los pies descalzos. La risa, levantándose
como la bruma del calor hacia lo alto. Si fuera tu destino ese punto
del pasado, ese resplandor que quedó grabado a fuego,
clavado en tu carne como la herradura en la pata de un caballo joven,
de un potrillo que en el momento de entrar al establo se retoba y corre
y es capaz de fugarse de la vida que le espera.



Sol

Es de eso que estamos enfermos: noches donde el aire debió ser
como de cristal, así de delicado y evanescente para todos,
pero para algunos fue un humo negro, traído desde el fondo de los basurales,
desde esa órbita del dolor que gira alrededor de un cuerpo
cuando está malnutrido y tiene miedo de lo que puede venir a lastimarlo,
porque hasta la hoja seca que trae el viento
es filosa como la cuchilla del matadero para quien no tiene
manera de defenderse. Es de eso: de los males que se depositaron
como granos de arena a lo largo de los días,
hasta que desataron por acumulación una catástrofe
que pareció espontánea, caída por sorpresa.
No hay desastre que no nos haya rozado antes
en forma de tristeza, pero si no es nuestra tristeza seguimos adelante,
como si no nos hubiera pasado así de cerca. Ay de la ingenuidad
con que a veces pensamos que la indiferencia protege:
es un techo lleno de goteras que va a quedar deshecho
cuando caiga un temporal lo suficientemente fuerte sobre nuestra casa,
que no es un rancho abandonado a su suerte
allá donde no alcanza la vista, pero que tiene las raíces carcomidas
aunque aparente ser un árbol robusto. A la hora en que algo se desploma,
da igual si parecía hermoso y fuerte. Es de eso
que estamos enfermos: de los días felices,
resplandecientes de verano donde no faltaba nada, y crecíamos
mezquinos y soberbios hacia el sol, sin preocuparnos
por la sombra que dábamos,
sobre quiénes caía, de qué luz los privaba.



Lagarto

Pero estoy a punto de volver a los días donde me quemaba
al sol, un lagarto comiéndose el calor, con la boca dirigida al cielo
y los ojos cerrados, el cuerpo rugoso y pesado
plácidamente sostenido en la rompiente del verano, justo en el punto
donde alcanza su máximo poder para después empezar
a declinar. Es ahí donde estoy llegando: al tiempo en que nada
había empezado todavía a marchitarse, cuando entre los yuyos
del fondo crecía una flor salvaje, y verla daba miedo y alegría,
porque era espléndida, de una belleza que no se parecía en nada
a la de las flores nacidas y criadas en el jardín, que apuntaban
altaneras hacia la lejanía pero eran domésticas,
no sabían de los montes desmesuradamente
fértiles en que los árboles de troncos deformes, los animales
hoscos vivían por el sólo placer de seguir vivos, de respirar
el aire que quedaba a salvo de la polvareda y la sequía. Estoy
empezando a sentir lo que sentí entonces, el trueno que sacude
a las criaturas amansadas a la fuerza, el silbido en el aire
que precede a la caída de la fusta sobre el lomo, el segundo
en que empieza a cultivarse la posibilidad de la revuelta
que va a ir filtrándose en la médula y en los huesos
como un líquido parecido a una savia espesa esparciéndose



desde el corazón implacable de un árbol cuya madera es tan fuerte
que resiste sin daño el ataque de los hacheros. Estoy llegando al día
anterior a que empezara el desorden y se diseminara el dolor
hasta cubrirlo todo, una ráfaga de humo fétido capaz de entrar
en el alma hasta confundirse con ella para siempre. Entonces,
justo entonces, ahí me quedo, en el momento en que supe
que llevará toda la vida encontrar la forma de existir sin someterse
ni hacer daño, pero que vale la pena:
ni la mansedumbre ni la violencia pueden
contra ese peso que cae sobre la espalda de todos desde que se termina
el ínfimo tiempo en que está permitido vivir fuera de la ley
según la cual lo enfermo habrá de ser salud y viceversa.
Estoy, por fin, entrando al torrente de la siesta donde me dormí
sin conocer todavía el soplo de ese mal en la frente, sin temerlo.
La niñez es un temporal que pasa rápido, y rápido hay que seguir
la estela que dejó para no perderla. Si hay algo que está intacto
tendrá que haber quedado ahí y hay que encontrarlo: el animal
feliz que al llegar la crudeza del invierno se sintió acosado y solitario,
y se metió en la sombra después de haber absorbido toda la luz,
esa es la bestia castigada a la que hay que dejar suelta,
para que se cure las heridas sola, y sola salga a correr
hasta que pueda abandonar su ferocidad y su miedo monte adentro.





                                                                               de Fundación de la niebla



SUS CABEZAS YACEN VENDADAS SOBRE ESTAS PLAYAS





1.

te he llamado tantas veces –cabeza- trepando por los ríos para saber de mí. Cabeza doblada como un plano detrás de las palabras. Respirando sin voz. Logrando un golpe. Cabeza temblando sobre valles y entre ramas ocultas de alhelíes. Rodando hacia la niebla en cripta. Bolsa de boxeo. Cabeza detrás de mi mirada como una cabra. Huyendo para saber de ti. Durmiendo para saber de ti. Buscando sobre las estrellas tu mano flotando como un caucho de pronto enrojecido. El caucho que nos vuelve óxido e invernadero. En fin: cabeza que no duerme en su cabeza para sentirse viva.





2.

tantas veces -cabeza- te encontré buscando en las estrellas tus dominios. En los cajones de arena. En las semanas que se estrechan sobre los caballos. Pero aún tú y yo no conocemos nada de este mundo: esa pata vegetal que desespera en ríos más largos que nuestro cuerpo. Ni nosotros nos conocemos. Compañeros de túnel. No hemos oído el propio llanto, visto el propio llanto o llorado como los mastodontes que vuelven sobre otras tierras y tocan con sus hocicos los marfiles muertos. Debajo de mi edad sólo hay metal en llamas desplomando una selva virgen. Encima, por supuesto, un cielo cromado donde te arrojo –cabeza- para saber de mí. Para encontrarme un nombre.





3.

¿es un cabello un río?, ¿un río es un rasgo interminable como un hombre?, ¿un hombre es acaso este aire que se agita levemente en tu hueco como en una quena?

¿somos un hombre -cabeza?
¿qué es un hombre?


4.

ya no recuerdo el día en que empezamos a volvernos este pellejo. Lo que quiere decir un jardín. Lo que quiere decir desmesura, echándose a dormir, desconsoladamente. Una estación, dos estaciones, tres estaciones, cuatro estaciones te he apretado –cabeza- para saber de mí. He tratado de exprimir toda esa suma de luz: imágenes y ruidos que logran empujarse hasta mis pesadillas. Más tú no quieres que te hable. ¿Qué es lo que te detiene? ¿Lo que me deja aquí esperando con tu rostro sumergido en mis propias manos? ¿Aprendes acaso a leer nuestros errores? ¿A leer a los muertos? ¿Aprendes acaso algo? ¿Qué aprendes? Y si es así, ¿por qué no lo compartes -cabeza?

yo aún no soy nadie detrás de cada flota de preguntas por las que viajo al vacío.

un río oscuro que va dejando un sopor de aves quemadas bajo sus moliendas.



5.

y tú no quieres oírme y yo no quiero escucharte respirando. Pero esta es nuestra tierra: Calandria en coma. Avanzamos a tientas sin comprender lo que hacemos. Arden nuestros pasos. Caen nuestros ojos como cometas deshilachadas entre caña brillante. Dame un poema negro. Nadie nos toma la mano. Los perros se retratan por sus orificios geométricos. Se forjan en la gula. Mira cómo se dirigen hacia la corriente. Nosotros no. Nadie toma esta mano. Dame un poema negro. No quiero levantarme, día tras día, pensando por nosotros. Dame un poema negro. He visto sobre una pantalla una mujer de cabellos tostados como pelaje de zorro. Ella ha de ser mi amor. Quien detenga algún día está forma de buscarme en ti. De hablarnos tanto. Decoloración de la piedra. Ella vive en un tiempo distinto: laguna donde la perdiz cruje despacio. Calandria en coma. Dame un poema negro. Dame un poema negro y no midas el paso.



6.

odio despertar junto a ti y odio tus sueños –cabeza-.

Soy solo feliz cuando has bebido tanto y tanto que no recuerdas mi nombre: un ataúd, que cargas en silencio, lleno de fantasmas.


7.

¿quién velará por nosotros cabeza empujada al mar para sentirse pedazo de este universo? ¿Quién dirá qué no fuimos, o lo que fuiste tú y jamás comprendí? Esqueletos de pequeños peces liman nuestras uñas sobre la arena entera. Aquí no habrá silencio (al menos entrenosotros nunca). Tamiz natal. No quieres soltar este excesivo equipaje de culpas que soy yo. Cuando la luz levanta sus redes con las manos del viento, y el pescador no existe, pero seguimos. Como tu bufido que se borra cuando lo pienso. Como mi voz que se borra cuando tú bufas. Dialecto marsupial. Te acuesto sobre la arena -cabeza mojada en aceites erizados-. Te aplasto sobre la arena sin saber qué soy.



8.

la nube que pasa debe ser una enfermedad porque dura una mañana completa. Me abrazo a mí mismo por largas horas. En las axilas hay un espacio para morir. En mi pecho no habita ningún mono, ningún alacrán. En mi pecho: un pilo de hojas secas, un hambre, un callejón chueco-oscuro, una floresta de mármol de una pecerita abandonada. Llegamos al día -cabeza que simulas tu entusiasmo- en que los insectos luminosos se tornan nuestros mejores letreros. Disfrútalo. Tu bufido debe durar toda una vida. Nuestro talento ha sido soltar la orina sobre cualquier cordillera. Cruzar los dedos. Yo me quiero largar. Yo no comprendo nada de lo que dices, de lo que haces. Mas no me asegura tu muerte mi piel sellada. Yo me quiero largar. Dejar de correr un día contra mí mismo.



9.

tengo miedo en las noches, en las mañanas, y me aferro al poema. Pero el poema no existe -como yo-. Pienso entonces en el rostro, confitado de cadáver, de la mujer que miré sobre una pantalla. Ella se desnuda y desaparece, provechosamente. Nuestra armonía reposa en la distancia que acumulemos como retratos. Torno a mi cabeza. A su crimen futuro encerrado en las fórmulas del piano. Un árbol busca otro árbol y corren a incrustarse, por última vez, en mis palmas abiertas. Ya nada brota de ellas, o casi nada. Un espejismo sonámbulo: el poema. Un arañazo en la piedra. Otra muerte incompleta: el poema. Se abre la posibilidad de cerrar mis palmas. Ya no pregunto nada. Ya no me interesa -cabeza- me cuentes a dónde vamos, ni por qué estamos aquí, ni lo que haremos con esta boca llena de grillos. Te sigo. Acepto el deterioro. Permito entonces tu entrada en esta escena:



10.

(voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para encontrar mi cuerpo Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para ubicar el territorio desde el que escribo (a medias) Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para saber a dónde dirigirme Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para acordarme de todo lo que una vez amé Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para alumbrar mi nombre Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para palpar las montañas donde olvidé a mis dioses Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para escarbar el sitio donde elevé mi casa Voy a trazar un círculo sobre mi cuerpo para saber de qué color es la tristeza) [1]



11.

en los nidos flota el crimen completo. Hago sombra ahora donde me da la gana. Juego con este peso de la muerte, si es que existe. Maciza soledad la de entregar unas palabras lisiadas para el placer de otros. Ya no enmaraña esta cabeza; la dejo más bien correr hacia una edad diferente donde, paraje tras paraje, su destino sea el repaso verdadero. Soplo sobre mis manos. Trepo una cuesta que brilla. Todo lo que parece reflejo creemos nuestro. ¿Es esta la vanidad o es esta la única forma de sentirnos vivos? Avanzo. Muevo el triángulo del talón. Agito la tela del cielo. Las flores parecen llamas que hunden sus narices contra los tallos. En sus raíces también anida el crimen completo. Lo sé muy bien. Pero no me detiene nada. Mi cabeza está en su puesto haciendo sombra. Girando suavemente como en una estaca. Llego hasta un arroyo a mirarme por primera vez:



12.

soy lo que queda escrito sobre papel mojado no des la vuelta






[1]bajo los jeroglíficos que pinta un indio sobre los cuerpos vuelve la jungla:

nadie soy yo/ nadie soy yo/ Nadie/

(esta escritura deforme no puede ser el mundo)

de Novela de dios





TALLER EN LAS ESTRELLAS

a José Kozer





En el Principio era el Barroco:

Las estrellas arremolinadas haciendo migas de pan sobre la mesa interminable del Universo. Negro el cuerpo de la mesa, pues nadie comía allí, nadie vivía allí, más que el barroco y las vías lácteas y los planetas desordenados como ostras de mármol entre fango y agua.

Imágenes en libertad absoluta a las que había que ponerles una soga al cuello, hacerlas trizas, humanizarlas. La raja de la mierda de los asteroides. El deseo de la pulpa por romperse. Boas incineradas en tinajas de olas cósmicas. Acuarelas y mantecas dentro del brazo. Todo nuestro presente un trapo en llamas. Un cañerío desde el antemomento. Un chorro de metal con una tripa de flores ondeando los gemidos del abismo como una bandera.





En el Principio era el Barroco:

Sudaban sangre los márgenes de las palabras, los filos del pensamiento tenían prisa, ardían los colores dentro del casco absoluto de un vacío demoledor hecho de hueso y números. Asimismo ríos y tropezones sexuales había en la tibieza del maíz. Semen en las lunas y en los arcoíris abiertos a su transexualidad y pureza. Cáscaras de nueces eran los soles, ratones los agujeros negros, altos papagallos el plástico de los desiertos; y el papel era el contraste entre el vacío y el agua. La danza de las piedras en un rebote de luces. Las plantas y los animales eran cristales morados en el ojo del delfín que era de aceite. Vuelco de legañas en una lluvia eterna.





En el Principio era el Barroco:

La vacada: más de 200 planetas bailando enloquecidamente alrededor de un sol pezón como una bola de espejos. El desprendimiento de una retina roja color hormiga roja color de llama roja color de cielo. Caían no del cielo ni hacia la tierra, simplemente caían desde ninguna parte y hacia ninguna parte: uñas, momentos, disfraces, corsés (¿flotaban?) y fotos de unos tomates ahorcados en la aurora sin recrear aún. Todo lo que caía era en su fuego un sesgo paralítico del paramecio.





En el Principio era el Barroco:

La vacada: miles de estrellas inseminándose como algodón de pera. Chispas en los márgenes de la Nada. Indagación filosófica de un dedo en una vagina. Caída de mulos en un templo seseado por la fibra eléctrica que avanza a pistoletazos por la mitad del Vacío. Cortezas de cabezas en pilares imaginarios, con planos imaginarios, con sumas imaginarias y el rojo que no es la alfombra sino el tropiezo.

Una galleta haciéndose añicos contra la tapa de un frasco: avena, arena y oxígeno coagulado cacareando una implosión fuera de juicios. Cacareando una explosión enriquecida.





En el Principio era el Barroco:

Una tela arrugada por tender. Una tela tendida por arrugar. La puñalada, la sangre y la raíz. Astillas en el páramo de la muerte dibujando un caballo. Aglomeración de burbujas en los témpanos oscuros detenidos ante los sistemas solares como gas, gasa nuclear, cámara de ruidos, hoyo de los mil sueños de un paralelismo migratorio. Puro movimiento sin reventar. Vocales y minerales en efervescencia dentro de volcanes y volcanes en fiesta prendida. Un semillero de órganos clavado en la costilla de la noche mirada en rayos equis.





En el Principio era el Barroco:

Nuestra casa. Cortinas aleonadas, disfraz de rey, fauna del manjar en los polos de los árticos siderales. 600 millones de lenguas, tétricas lenguas, en un residuo de luz. Municiones de viajes espirales en una bandeja de peces fritos. Máscara de lo neutral en arritmia fosforescente. Nieve de las religiones en cara de búho. Tornados de algoritmos y obesas manchas de agua en estado embrionario. Presentimiento e Intuición en son de fornicación rayándose las caras. Colores y matas podadas en la penetración de una melena que tartamudeaba su tic tac allí frente a la gran ave. La noche.





En el Principio era el Barroco:

Un secreto mayor. Hilachas de pensamiento enredando la campana del mensaje tatuado como argumento alquímico oyendo, pero no, la división de los seres en millones de reses, en millones de confusiones, en centenares de paladares, en miles y miles de corrientes de aire remarcadas en la palma retorciendo el contenido de una metáfora.

Era el vacío al Principio:

el caos y el barroco irreductibles.






de La bestia vencida




BILLY THE KID SE HA EMPECINADO EN ENVEJECER




......................

WANTED

......................

Silver city: el cielo de Nuevo Méjico es una ballena sangrando sobre una playa de cactus mientras avanzo fardo tras colina árbol sobre frontera entre prados enteros con árboles y prados dentro • en chozas donde no vuelve ni la derrota ni el café hirviendo ni el hijo arrebatado llorando por su madre enferma • en ríos y pedregales y huertos blancos de peras brincando sobre la cresta de una iglesia donde vi una vez un gallo de madera una escalera deforme y a la muerte fumar largo en su caballo





Lunas ha

mi ropa se guindaba suavemente como una joya arrancada a esa nuca peligrosa de los cielos • Yo era un sueño muy joven como para verme acabar de rodillas estrangulado bajo un marco de madera... custodiado de aves peligrosas de bandidos empecinados en reír a tripa suelta de astros construidos por colillas • de botellas que aplaudían vacías alzadas en estantes





Y a veces -por la tarde- tocar la pena en vitrinas llenas de humo ver los vagones de las casas que jamás partieron • buscar la infancia en mujeres de mandíbulas flexibles que aligeraban el ácido de mis copulaciones • cuidaban bien los burdeles adormeciendo caballos desmelenados y exhaustos sobre canchas de polvo • mesas ocres de teca donde jinetes vidriosos raspaban el whisky amargo atentos por la usura • estos son mis hermanos –me decía- animales agachados en montes de piedra • halcones encendidos en la hoguera de sus pillerías • homicidas hermosos que –acaso sin la ayuda de sus cuerpos- mantenían latiendo al niño en el adulto





Entonces acabarse era importante • saber que Uno era Uno y no los otros saboreándose la pulpa en los excesos • errando desde cero como un animal destrozado que no logra justificar cómo ha vivido pero que ha vivido. (Billy reapareciendo en el ojo enemigo • William H. Bonney limpiando su puñal sobre la curvatura crespa de su lengua)





Y desde Lincoln City/ desde Tascosa, Texas/ desde Clifton, Arizona donde acampé montado al siseo de la serpiente hasta que oí una noche el siseo de la serpiente: afuera está el trabajo la casa por hacerse las deudas pendientes • y el Futuro triturándolo todo -que se paseaba también con un cuchillo en la mano- subió rápidamente desde las ramas en sombra que dejaban los coyotes sobre las colinas





Subió como visiones donde lograba por fin dormir comer hablar apropiadamente sin sentir como la carne se hinchaba en la raíz de su furia • masticar el tabaco • afeitarme rumiando el tiempo de los hombres sobre canteras fulminadas y campos de trigo





Esperando el cuerpo que acabe con este cuerpo o el nombre que suplante mis nombres pendientes • que oculte al niño indigente -nacido en Nueva York- que aún me toma de las manos huyendo de las cloacas donde estrellas sepultaron sus huevecillos • donde las cucarachas lamieron el planeta cansadas de migajas y peldaños





Pero tornarse la criatura era difícil: cargar las manos crispadas -de aquí para allá- abrazando las sombras del mundo las sogas del mundo • celebrando en alto la muerte en el cráneo del pescado y la púa del agua • colgado de este lenguaje que espolea en cualquier camino disfrazado de hombre • mientras mis muertos siguen centrados en sus rodeos esperando únicamente mi agotamiento • o que diga otra tarde –Adiós a todo esto- apoyado sobre un hombro que no siente • o vuelva otra vez el polvo a mi sombrero: las aguas arremetiendo contra los potros y los potros arremetiendo contra el horizonte • la manzana disputándole al sol su brillo las enaguas de las hembras y el idioma de mi revólver que sólo ha hablado en presente...





Y aún así me preguntan si aboliré la tristeza

Si buscaré entre dibujos la caída del árbol


La emigración de las nubes

perezosas en su terso

contrabando


El apetito del sueño

que hormigueaba en la noche


claveteado a la espina


Yo he de decir aquí aparece el cielo


Yo he de decir aquí araré el principio


Yo he de fundar mi casa


y no volver a partir

sobre terreno extraño.






de Novela de dios



EL CORAZÓN DEL TIEMPO

[IV]

Sexo, preso, asesto, meto, incendio, ofrezco, violo, acaparo, reparo, tomo, destruyo y devuelvo, escupo todo mi miembro dentro del hueso de la vida muerta. Húmeda la vida muerta. ¿Vas a decir que esto no soy yo gritando? ¿Que escribes tú mis palabras? ¿Que organizas mi diálogo con todo el reciclado de un pésimo documental y mi diario privado? Frida, risa, tiza, brisa, ceniza y remodelación. Frida, friso, rizo, atisbo, pérdida y fascinación. Vuelo de un cavernario que sin valor vuelve a la tierra atando mis caderas. Mi Dios es la majadería ante el colmillo del niño. Mi Dios son estos celos; y mi Dios es celoso.




A cada quien su porción de fantasma con sus manitos gordas como dos elefantes esperando bajo una tormenta. ¿Y esto soy yo gritando? Y esto soy yo gritando. Y esto soy yo gritando: lápiz, papel, tijera, goma, cerro, canción, montón, oración, botón, muerte, muerte, muerte, mencióname como si una terrible oscuridad cayera sobre mí al decir tu nombre: muerte. Quítame este dolor: oveja del sexo opuesto ábrete entera, magulla mi pensamiento, mi pedazo de mejilla en tu rojo mango. Yo tengo la piel caliente y los orificios abotonados para que nadie me penetre y se robe mi cuerpo. La gran cicatriz que soy como una enorme vagina echada sobre la cama sin cortarme el pelo.

“Frida” –me dice el viento pero yo no respondo.

Soy una cicatriz echada sobre la cama. El mundo en llamas.

“Frida” –me dice el coro de los ángeles que son los tallos desnudos de los montes vacíos, pero yo no respondo.

Soy una cicatriz echada sobre la cama. El mundo en llamas.

“Frida” –me dice el agujero negro del tiempo, su cuerpo elástico encima de las ondas magnéticas, pero yo no respondo.

Soy una cicatriz echada sobre la cama. El mundo en llamas.

“Diego” –me dicen- como llamándome a mí misma a través de mi muerte y entonces sí respondo. Digo: “mándenme lo que sea que aquí habita el suicidio y el amor arcano”. “Diego” –me gritan más fuerte- y la cicatriz que soy se tuerce en miles de flores.

Tengo su verga en mi mano

(ápoles

salvajes)

manzanas de cualquier lado,

y chilla como un pez el narrador de este libro que escondía su sonido entre los orificios de las luces como una flauta de palo. Diego si pinta a Dios se pinta a él mismo. Y esa virilidad es carnicera. Y esa totalidad es apostólica.

Y más allá el futuro abre su pico hermoso.

Cuenta el narrador –Dios y Diego fundidos- que el mundo es siempre joven:

La Galaxia es una extensión de la pretensión del amor de hacernos uno. Verde que te quiero Lorca. Y esa virilidad espacial (abrigo de todas las razas, cielo de todas las hembras, fanal de todos los machos) raja los tiempos. Sin embargo el mundo es siempre joven. El mundo siempre será joven mientras gente joven esté asumiendo los roles participativos de la vida. El control de la sociedad. Las plazas de trabajo. Arrastrando consigo mismo la cabeza de la tiranía hasta los labios rojos de la pubertad hiriente. El mundo no envejece, solo sacude su cabello perverso sobre el hombro de los que pasamos sin sentirlo. El mundo no envejece: se arrastra, salva vidas, hiere en lo más hondo, asalta enormes bancos de conciencias. El mundo no envejece:

soy húmeda vela en llamas contra su osadía.

de Monsieur Monstruo





(fragmento)

*

haber vivido en el mundo fue una pequeña bolsa de fatigas un simulacro de cierto día caluroso ser mi padre atrapado por la excitación de ser él mismo polvo y anonimato en la construcción sólida de un hombre un pequeño sobresalto en el corazón con todos al final de este viaje un corazón (en largas vacaciones) una gran fiesta en las fogatas de la mentira ser mi madre desprevenida y llorando como un animal ablandado por su pudrición coágulo del árbol música persiguiendo su ortografía pero también a veces haber vivido en el mundo fue toser entre las páginas de un libro devorar las orillas sin subirse a un barco ser dueño del agusanamiento de estos muebles saber pintarle al insomnio una ventana desnudarse ante un cortejo fúnebre de mujeres psicópatas espiar sin la palabra llorar sin la palabra ser mi hija viendo desmoronarse a la inocencia como sello de fidelidad de nuestra especie una puerta enterrada bajo cuatro llaves o una cabeza tendida en el cordel de los sueños para purificar el olvido





de Verbo [bordado original]





K.O.





Round I

Esto en nosotros: amarillo vidrio sobre la cara, no encima sino debajo de las cosas.

Qué miedo a la costura a las costumbres pero en la mano el frío.

Una o dos veces este hombre en medio de sus modales una migaja:

la locomotora del pie, la soledad, el tedio, la exageración, el pensamiento dentro de la manga, entre los pantalones. Ahí sí un búho negro con piedras por collar en esos ojos. El embuste.

Manera de mis cosas mis oídos mis ojos mis dientes mi sonrisa mi labio y nada más.

Canciones, años, miles a la velocidad de la noche. ¡Exacto! Esto en mi cráneo, en las cumbres de marte, en su galaxia única pajarera. Cortina en líneas, lápices, manchas, la mayor frase azul; madera quizás un escarabajo, no en las uñas pero en la lengua nada de cultura.

La vida: gota de miel, gota de metal, gota de petróleo, gota de carne, hueso en jaula de niños.

Jaula de niños: la verdad, la religión, el corazón, lo espiritual, el árbol, la casa, los volúmenes del cielo, el cielo.

El cielo: tu esperanza y la mía en pleno fandango y la canción de nuestro sol nuevo y cuadrado, pis y pistón entre las oraciones.

Agua los colores. No más coraje ni tristeza: la vida en la ola scorpii y sin el verbo: purísima levedad. El teatro primitivo en las carteleras.





Round II

¿Sin el verbo nosotros y el poema?

Huellas de avestruces, pilas de peticiones, franjas de cemento, colillas dentro de los ojos, no recluso con número, tanta gente en los dedos. Esos pulgares y estos pedales.





Rojo no, nuestro diario un almanaque y estos pedales: timbre.

Mi cabeza y muchas: cine de todos los días, sombras, recados en cinta transparente, párpados y más párpados contra el caucho.





Una alfombra cebra, protuberancias, ellos y yo, tú y nosotros pista para el camino: blanco y retazos.





¿Me meme, sin nosotros?

La protuberancia: el tramo del viejo al niño, del animal al germen, del cielo al piso en paraguas. El río interno. La muerte: borrón y nuevo plan. Semen de la hoja. Cuerpo las palabras sin palabras: la única versión y traducción en el espejo. Junto al infinito.





Round III

No en los overoles ni en las pinzas. No en las páginas rojas de la santísima memoria. No en la podredumbre ni en el vicio. No en las piernas ateas ni en los brazos romanos. No en la casa de Dios ni en el cuarto de su hijo: árboles redondos y una pera sin cáscara, una luna en su quijada, una botita.





Sí en la taza en la mano, en la leche en mi carne, en su corte de calidad ahí lo blanco y lo negro, lo gris y los aviones de guerra en la última trama: hijo, hija y yo el pelaje puro, el repechaje, lo tibio con la flor, el sueño intergaláctico, la espora maternal, esa materia, mis pies en otros pies: el aguacero.





Sí en la grasa en la lengua, otra especial ventana para los remolinos de la mente: fragmentos, agujas, colmenas, tiempo en el fondo a caballo o en la punta de las orejas siempre de puntas.





Sí en el abrazo a mi otro, ese nosotros: anillo, pájaro, más, piel aristotélica, pedazo diverso. Mancha finalmente olímpica. Chispa de lo anterior. Algo tan grande en ritmo.

Sí en el ritmo.





Round IV

Placer efectivamente. Territorios internos. Un recetario: maíz con vino en encías de trama imposible y una sábana pantera por cortina.





Voces y voces a diario. Lino en uñas profundas. Un mundo con olor a tabla, a sol en las dos mejillas, a ternura en ascensor, a escoba en todas las nubes.





Mi voz por esas colinas, mi voz en este disfraz: el no abecedario. El sitio de la carne al temple de un millón de clavos, luego como la noche: lata de sombras.





Yo,

el secreto de la carretera NN,

tronco de Nochebuena a carcajadas y en su biblioteca.

Libro tras libro el musgo y el apartheid. El animal de metro y medio, luego de medio metro, luego el animal solo. Mi historia libro tras libro: un sordomudo.





Señales de paz, ahora, y cabinas de hielo el viento. Un telescopio el sol y toda la raza humana una flor en mí mismo.





Verbo gestual: adiós. Un romance de la imaginación estos molinos. Mis hijos y yo sobre el calor, en esas sienes, desde otra orilla.





Round V

Lo anterior al cuerpo: un cubo de agua con un relámpago dentro. La cecina en cables de luz, encima de los muebles, en el abanico. Todo en cuatro segundos hacia un rojo marmóreo. El monumento de Dios, su gancho a la memoria. El horizonte en la estampilla de los perros, abierto allí en tirones de basura. La gorda fantasía de lo breve o lo anterior al cuerpo: partes de otras partes de uno mismo como complicidad antigua. Cuerpo contra cuerpo: antes y ahora. Lo anterior al lenguaje: zanja para los huevos de la vieja neblina. Lo expansivo en sintonía del ritual de la mancha. Esto de sustancia del Infierno en la novela virtual del Paraíso. Exactitud alegórica contra la voluntad inexacta. Una palomita sobre el pelo de la ciencia ficción. Alba entre metales. Lluvia blanca de cuellos para la estampida.





Round VI

El fin de nuestra casa: frase sobre una pierna de palabras, agua del salar, la coordenada absurda en el poema.





El fin en la interrogación constante. Ese final real de este vacío. Negra Nada después de otra pregunta. Tiempo de lagartijas en completas paredes. Caries de nuestro sueño sobre su propio blanco.





Chispas por adentro: un mundo en resortes con banderas de otro mundo como un chirrido. Un mundo en la arteria contra lo irresuelto. Su cólico en su toga hacia la célula impar.





Al fin en nuestra casa el fin contra todos los verbos. Yo con ella y tú, juntos por el tallo de la imagen hacia lo infinito sin ningún presente. Qué, hacia lo probable sin contexto.





Round VII

Uno ante el final. El Verbo sin pasado ni presente ni futuro. El Verbo sin nosotros. El Verbo infinitesimal en estado de indefensión con árboles de la mano, y lluvia al por mayor en un compendio de bocas y días de medio sorbo. Puro sermón de oro. Paradigma del bienestar por una semejanza real entre la palabra sin piel y su paréntesis humano. Gran paréntesis dentro y detrás de la palabra. Luego el Mundo: El Verbo: Yo: El Paradigma con piel. Lo humano. Y el mundo de la mente: rosa en la nieve como una gota de sangre.





[pero se ubica el Verbo:

Y el mundo de la mente, roza la nieve como una gota de sangre.


de Viaje de Gorilas





[Giro 3: Si el Escritor pierde la ética todo queda en rabieta]

Uno se da por vencido hasta volverse humano. Aplasta a un elefante: toca el poema. Blanquea la metafísica de un pulmón parqueado en un hollín de letras. Así he debido calentarme todo este entierro. Como las garras de una roja cebolla envuelta en los pañuelos de mi gran abuela. Así se cierra esta cadena de favores: un libro escrito por un gusano camina a ser carcomido, como una balsa de párpados disfrazados de rosas capilares, por centenares de gusanos forzados a respirar bajo una tierra asfixiante. Esto es Geometría, Circularidad peligrosa, y una Canción de amor soleada como la cabellera de un viejo rompeolas. Este es mi sitio: entre la vida privada y la vida privada de mi vida. Los años iban y venían, aún vienen y van los años, y fue imposible desaparecer nuestro nacimiento simulando un asalto sexual forjado por el polvo como una obra maestra. Yo enamorado de mi polvo, polvo me iba haciendo entre un escombro exótico de tráqueas saboreadas. Apenas me conocí tenía tantas ganas de escribir un libro sobre la vida, tantas ganas de narrar la vida artificial de mi inteligencia, que terminé escribiendo un libro sobre la muerte. Dios es transversal y transexual y el horror de mi escritura es la circularidad de su palabra que ya no puede mentirme, porque a mí me han descargado su leche los cientos de hombres que me habitan, y llevo la cara cortada como un piano floreciendo hacia la hoguera. Yo fui una canícula partida como una margarita sudando su tabaco y besando pronto. Madre, ¿no te dio pena habernos partido cuando apenas teníamos lengua para defendernos? Madre, ¿no te dio pena habernos partido cuando apenas teníamos lengua para defendernos? Uno se da por vencido hasta volverse humano. Aplasta a un elefante: toca el poema. Disculpa al Cromañón que lo arrincona. Envuelve con adornos su palabra. Escribe desde el cerco.






de Los diarios sumergidos de Calibán




LA GUERRA DE LOS MUNDOS




Destapo el corazón y hay un salvaje que ruge,

defeca margaritas, pateando sus tambores africanos.

Mi madre de otro mundo -Joven NanúBurukú-

palos cuelga de espaldas sobre los terremotos modernos

y las casas enmarcadas que aún en los espacios mejorados

relámpagos contienen de sorpresa en sus blancos helechos,

en sus repentinas ganas de amoblar la cobardía:

aquí vivimos cagando en recipientes redondos

mientras la luna restalla al fondo

como un simio de piedra.





Somos una jauría que sueña un portaviones

atrincherada en los comercios donde los obreros

preparan su codicia: La Presidencia de la República/

La Tesorería Nacional/ El Viaje al Extranjero/ La Lúdica

Noticia de que estamos vivos/ El cuerpo y el carnet

vienen a ser lo mismo: algo que se llena de registros. Algo

que debe ser agujereado hasta que se torne largamente

inútil, moralmente inservible.





La muerte es a Calibán lo que la vida es a Goliat por dos cuarenta. El asco nos recorre como una lengua extranjera el filo de las patrias lleno de corazones aburridos de esa tripa que gimotea hasta el exilio. Nadie quiere ser Yo y describir su cargo y su responsabilidad en esta Patria Impuesta pero con Bandera y Escudo y Sol bien soñado de arenas donde flamea no sé cuál rama vestida de soberbia. Yo no quiere ser Nadie escupiendo hacia el silencio una bola de codornices llameando en balbuceos.





La vida es a Calibán lo que la muerte a Tutankamón: un jarrón de oro. Un jardín de oro que no podrá disfrutar por el resto de sus siglos, donde el humo se acomode solo a oír noticias. Camada de sentidos tan dispersos entre calaveras que florecen a mi parentela.





Mas, ¿cómo obtengo una voz si mi rostro es sólo un pago a estos ademanes?





Qué mujeres más locas y divertidas que son las viejas estrellas sobre este pedazo de continente tan asustado. Hablo pero corro a callarme. Amo pero corro a callarme. Sueño pero corro a callarme. Siento pero corro a callarme. Río pero corro a callarme. Hay un guardián además de los imperios estropeados en los siglos consultados con navaja:





América confía en nuestro Dios

IN GOD WE TRUST

América confía en nuestro Dios

IN GOD WE TRUST

América confía en nuestro Dios

IN GOD WE TRUST

América confía en nuestro Dios

SALVA TU TRATO





Tempera tras tempera voy a pintarme el racimo de similitudes que hay entre nosotros antes de regalarle mi vida a estos Caídos. Ruge mi salvaje mi destapado corazón aquí ante las orillas de lo que asemeja ser construido por nosotros pero ha sido construido por la sanguinaria musiquilla de una raza metálica.





La simetría de nuestros dolores debe tener la forma exacta del amor que Dios hoy piensa viene a limpiar esta odisea toda inflada de espinosos riñones y comidas populacheras y refrenados instintos: Nadie venga a arropar con demasiadas sonrisas a estos gringos pendejos y controladores. Un águila montada sobre un cóndor bajo la rama de un arrayán no concebirá hijo alguno. Cuaja como esperma nuestra tierra bajo las axilas moreteadas una sola luna. Un águila mordiendo un cóndor sobre un arrayán debe ser lo que observo mientras sangran las montañas a raudales. Un águila chupando nuestros tiernos meñiques, hundiéndonos las púas de sus policías debe ser lo que observo mientras caigo de bruces todo vestido al mundo con mi ropa de condiciones de poliéster. Un águila devorando mi canción debe ser lo que escucho cortado aquí en la plaza de los centros y metrópolis gordos de muertas nubes y alumnos de mil escuelas y universidades. Muertas nubes cargadas como búfalos dormidos cubren tu casa y la mía y nadie dice nada. Un águila se afelpa demasiado y amenaza con dormir sobre nosotros como una garúa de tuercas entre emancipadas ciudades y sueños contratados hasta que alguien dice de nosotros que no tuvimos la culpa. Que aquí estuvimos corriendo perdiéndolo todo. Que siempre estuvimos largándonos a la inconsciencia. Arriba crecen los bares y atrás los cementerios: la fiebre programada desde un tanque de guerra. Alguien se animará y también dirá de nosotros que no ganamos nunca. Las manos comprimidas como un capullo de rezos: ovillo de la nada. Una mordedura a paso lento sobre el perro atormentado de nuestras canciones. Muerta la tormenta sobre un suelo de vallas, bien penetrado. Alguien dirá además que huimos y que todo lo que huye merece su respeto, merece su colonia de etiquetas. Todos sienten cómo se empapa de rizomas este cuerpo cancelado hace ya siglos.





Pero la vida debe ser la vida libre de tratos

(IN GOD WE TRUST)

Un desmayado de mulas contra el hueso alucinante de una madrugada.





Luz contrariada calzándose de un tirón un cinturón de cuerpos.





Hecha solo para correr entre nosotros.







de Demonia Factory





LA MÁSCARA DEL EMPALADOR





AQUÍ ME TIENES ENTONCES ANTE TI

CON LOS MUÑONES COMPLETOS/ CON LA SONRISA AVANZANDO VERGONZOSAMENTE COMO UNA TORTUGA/ CON ESTOS MIEMBROS DESHECHOS COLGANDO INÚTILMENTE HACIA NINGÚN HORIZONTE HACIA NINGÚN MISTERIO

SIN BRÚJULA

SIN ROSA DE LOS VIENTOS





pero hay que levantar la careta ponerse una cabeza por debajo y salir a la calle Prepararse como el poema desde la indecencia o el incendio a la formalidad A la estructura





hay que levantar la careta rellenarla de besos por la mañana Abrazar a la esposa: esta mujer que escogí para sentirme vivo para saber que sigo tibio Echando espuma





hay que levantar la careta reconocer los modales traficar con la fantasía Resignarse: vivir ese suicidio cotidiano





repetirse: EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE EL AMOR EXISTE





morderse el dedo índice con ganas cuando pretende rasgar a ratos el panel de la duda Preguntarse acaso si somos tan humanos Si ha valido la pena este viaje hacia nosotros mismos: esa mujer o madre degollada con un espejo de bronce sobre sus rodillas mientras se pinta el labio





ahora el espectro de mi verdad acecha como un jaguar en cualquier desnudez roncando tras un cerebro





ahora el espectro de mi verdad escapa de los armarios de los cencerros y dura a la intemperie de la luz y de la sombra





ahora el espectro de mi verdad agita compulsa quiebra cada pequeña mariposa cada pequeña escalera donde mi corazón pueda dormirse donde mi corazón pretenda clavarse como un mapa





ahora el espectro de mi verdad grieta las risas audaces tumba todas las casas y pone en trono al Señor más castigado:





ese niño que soñando otro destino ha probado todos los venenos de los cuerpos Ha roído todas las palomas en un rincón de aire Ha masticado





porque el azul sólo es azul cuando llovizna y se derrama la materia y entonces sí podemos vernos Como un cuadro de Munch podemos vernos Hasta los árboles entonces prefieren incendiarse a cobijarnos





mi madre me había dicho: el mundo es bello Mi padre me había dicho: la tierra se trabaja el fruto es bello Mi hijo me había dicho: yo seré bello

Pura irrealidad





pero hay que levantar la careta ponerse una cabeza por debajo colgarse un cuello Salir a sacudir la longitud del cuerpo por todas las esquinas de este mundo Leer bien los letreros Abrir bien las carteras los corazones Pegarse un Sí sobre la frente como un Jesús de ceniza Desvelado





evitar la caída o explicarla:

a) yo soy un hombre que no es un hombre

buscando la verdad en sus cajones de

infancia En los primeros dibujos de

horizontes En sus primeros juegos de

baseball con los niños que cuidaban una

araña en la mano como si fuese un sol








b) yo soy un hombre que no es un hombre

suelto bajo las prendas como un cuchillo

Dispuesto a herir a los otros que se que

mienten Dispuesto a asesinar para

tranquilizar el ritmo tan limpio tan

inhumano de nuestras cenizas

que se mueven en círculos hasta palidecer

la página Hasta escaparse





PERO LA MATANZA ES MÁS HUMANA EN MI CABEZA

repito: TODA MATANZA ES MÁS HUMANA EN LA CABEZA





cuando hay fornicación hay casa limpia y plato servido en la más completa oscuridad Cuando hay fornicación hay amistad rencorosa y mis niños se pegan a mí se pegan a mí y no saben comportarse Cuando hay fornicación huyen de mí reflejadas en el semen todas las mujeres que amé festivamente hasta la caverna misma de la esencia Huye de mí la humildad sus tetas estrujadas sus tetas moreteadas como ciruelas Cuando hay fornicación huye de mí la desnudez de mi cuerpo y se posa un cadáver valiente un cadáver sublime que se ríe de tanta boca apresurada (entre un bosque de lápices y botellas vacías donde mi generación vuelve a orientarse Vuelve a rastrear su nervio)





entonces ella gimiendo contra ella misma Muriendo contra ella misma Muriendo por su costado logra dormirse* Y yo torno a esta guarida a este recinto cuarteado como una vaca enferma donde la lluvia se filtra y hay poca luz de luna y poca tinta





regreso a la escritura A ese útero empeñado en disminuirse Regreso a casa pero a esta casa donde mi padre soy yo y mi madre yo Y nos parece insuficiente el presentimiento Regreso como una vaca enferma a los establos más blancos que el hospital más negro Regreso y no soy yo el que vuelve Al mismo tiempo que nunca he sido yo el que se marcha

______________________________________________________________________

*Se sabe -por ejemplo- que mi esposa reposa porque como una locomotora oyes su bufido.

de Los diarios sumergidos de Calibán





[Pieza # 1. Prueba irrefutable de la existencia de Calibán. Sueño neo-narrado al autor en el Infierno, Lugar Desconocido.]





CÍRCULO I

(santa maría madre de dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén)

piensa en un enramado de tejido sideral donde la materia se castiga a la redonda en una cabeza sumergida en un cerco de catedrales torcidas de color vino en la suma de todas nuestras dudas gordas como un elefante en la meditación de un árbol que se despierta sudando sin violencia en las ráfagas de cobra y muro que nunca se detienen cuando nos miramos en el dibujo chillón que hacen tus glóbulos rojos cuando te disparas en la niebla como un poema en la soledad final de ser todos los hombres y ninguno bajo la piel montada desde el feto hasta su tómbola-muerte tirando a voluntad de los tobillos y sus tuercas oxidadas por tu playa de sangre





CIRCULO III

(santa maría madre de dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén)

“Házme el amor de una vez

y deja ya de violarme”

aparecía escrito en los registros

de 1772

como una frase redondeada (o cubierta de perdices)

llena de asombro





Más lo importante aquí

(como en cualquier mediano análisis de frases)

es que cohabitan diálogo y tormenta





Como las grandes piernas de la Ilustración

(frotándose a sí mismas)

siempre será negra la selva del porvenir

para que no pierda su vuelo

el espectáculo perfecto de la vida





Una mujer que gime

(o un hombre que necesita de muy pocas palabras

para enfrentar a su muerte)

es como decir: Buenas noches aquí. Adiós al caos.

Pero lo que aparecerá escrito en los registros

de 1772

mas que hablar de la resistencia (toxina generosa)

surge como una complicidad gramatical

que soltará un gatillo.





CIRCULO IV

(santa maría madre de dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén)

De todas las galaxias que prefiero

de todo ese polvero convertido en Cervantes Cristos y Billones de turcas naves

/que no llegaron a ser la grasa de las estrellas

deseo aquella donde la muerte no desentone





(aquella donde la muerte despeje con su existencia -y muy cañoneramente-

a la muerte misma)





De todas las religiones que prefiero

fósiles mármoles y martillos para seguir reproduciéndonos como conejos

a la par de María: la madre de todos los monos

deseo aquella que no me obligue a esconder mi sífilis





(aquella donde la resolana del hambre o de la culpa no se inyecte como un gusano

sobre mi espalda de niña)





De todas las identidades que prefiero

raja de todas las rajas/ alimento carroñero para el buitre universal de la mentira/

prisma embetunado para el incesto del hombre

deseo aquella que no me aleje de este paisaje





(aquella donde la identidad nos arrastre hacia la especie con la esperanza común

de una muerte en la carne)





De todos los paraísos que prefiero

me quedo con la palabra encostrándose en su llanto como una araña dormida

en la metálica redondez de su propio planeta

(ese acto de generosidad que nadie estimará jamás/ que carga sobre su lomo

a las incomprensiones)





De todos los silencios que prefiero

me quedo con el del muerto convertido en Billones de héroes perdidos en Billones de Cervantes en Billones de cachiporras medallas restos de barcos épicas traiciones y pueblos devastados





Habrá que estudiarse entonces los huesos del gusano

para saber la verdadera historia de los hombres





CIRCULO VI

(santa maría madre de dios ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte amén)

Yo te voy a contar

que no es verdad que estuvimos alguna vez aquí para taparnos la cara

O que subidos a las piernas de los monaguillos

volvimos a constituirnos como la física experiencia de una familia





Ahora que dios va por el mundo

nadie nos ve ponernos tristes como un pedazo de puerto

(la sed captura a la obediencia

y se ha tomado las pieles sin importar su forma)





Ahora que viaja el diablo por el mundo

la raíz cuadrada de su semen: coma de todos los lugares

en que parpadeamos (en que tenemos dudas)

yo te voy a contar

que todo fluye hacia el poderoso regimiento

del instante

que nada nos destruye (que en embriaguez de ausencia

al fin la vida es vasta)





Ahora que el nuevo hombre marcha por el mundo

el hacha de su ansia asolándolo todo (la alfombra de sus voces:

el alambre multiplicado de su grumo extranjero)

yo te voy a contar

que ha desaparecido de nosotros el amor

hacia nosotros mismos





//cuando hayas cerrado este libro

ya te habrás olvidado de mi mano buscando

una frase de amor para este libro

(un manicomio abierto

donde la prosperidad es anunciada -como todo lo demás-

entre las moscas)//





pero que igual los valles encendidos y los acantilados de fábula

así como los pastos las cumbres y los ríos

nos entrarán fondeando los ojos a borbotones





allí donde Platón señala un mundo

y lo imposible o lo posible siempre será el mañana





esta capacidad de saber que dentro de este hueco habita un pecho

donde ha habitado un mono

donde ha habitado un cielo imputrescible





con un hombre colgando





CÍRCULO VII

estos son mis 650 músculos de acción involuntaria mis 250.000 plaquetas que taponan las heridas que evitan que sangre este es mi fanatismo equivocado con el que se descomponen los peces debajo de los muelles como perra materia mi monstruo helado arrastrándose en medio de la gente ovulando una ternura primitiva una señal de nacimiento en algún lado olvidado por los hombres este es mi señor mestizo: mi negro mi indio mi judío mi perfil como sable azotando el barro: su prótesis de maldad esto yo soy ahora: un escritor mediocre que ha debido suicidarse si le queda decencia cayo reventado por cadáveres que van adelgazando trago inevitable sembrado de cuchillos a las dos de la tarde ascensos y descensos de una bragueta para no observar cómo se me va escurriendo la vida bajo el pantalón miles de violentos chillidos de un violín multiplicándose en mis oídos cuando humeo en el cemento como un fantasma pierna artificial cautiva el agua sucia arrumbada o nacida de un hombre y una mujer latinoamericanos















LO QUE HE VIVIDO Y LO QUE NO HE VIVIDO

ES LO MEJOR QUE HE VIVIDO








HÁZME EL AMOR DE UNA VEZ

[PARA VOLTEAR EL FUTURO]

Y DEJA YA DE VIOLARME








de Novela de dios





LAS CARTAS DEL ÁTOMO

[fragmentos]





's-Hertogenbosch, 19 de septiembre de 1502








Querido Hyeronimus Bosch:

Esta es la expresión más planetaria: El Verbo. Detrás del Verbo el Mundo. Detrás del mundo dos orejas atravesadas por un cuchillo. Esto quiere decir: miles de planetas enardeciendo al contacto del hombre con su propio embalaje. Corteza por caer a ras de hielo. Líneas arruinadas donde la llama es el brazo de un cuerpo siguiente. Danza de la ropa de dormir detrás de un búho cubierto de manzanas masticadas. Allí hay una madera llena de tenazas y anos que van a recibir esta noche una porción de infierno. Rajas que serán abiertas para que broten hadas eléctricas en lagos cósmicos. Celebren la gallina al fuego, vuelen los peñascos como verrugas del sol. Todo es un tumulto de cadáveres artesanales cubiertos de porcelana. La esperanza sepultando su cabeza en la mitad de las piernas. Pigmentación en el cisne. Un holocausto prehistórico arribando por los techos como pescado mecánico. Este es el Verbo construido. La imaginería salvaje desnudando la ficticia observación del Mundo. El Mundo asesinado por el Verbo huyendo al paraíso.





Siempre tuyo,

El Átomo de Cesio





*

St. ElizabethsPsychiatric Hospital, 21 de abril de 1954








Querido Tío Ez:

Multitudes se asoman a tu cama como quienes se asoman al balcón de un suburbio después de una bomba atómica. Desde ésta, nuestra cama, ordenas tus asuntos espaciales. Cantos y cantatas de un planeta metido en bisturí que no merece por momentos ni el sonido. Kilómetros de historia donde guiña su corrección la Nada, Ningún lugar, el Vacío puro.





Hemos sido siempre el Génesis y el Apocalipsis en esta historia de altas democracias. El arco fugaz de la katana rebanando las esferas sucesivas de las trampas del mundo. La idea y la materia como un sólo testículo viajando hacia el sollozo de lo inextinguible. Cuadernos traducidos: palo, agua, arroz, serpiente, hoja de leche, perro sin mascar, árbol más alto. Lo intraducible de la humanidad: su desamparo. La fijeza indescifrable del reflejo interior.





Querido Ezra, además fuimos

amigo de todos los poetas, colaboramos con el sueño de una sola escritura, tendimos nuestra mano colectiva a esa malsana raza, a ese gremio de acuchilladores desdentados, a esos hijos de puta que no saben decir las gracias sino quejarse, urdir el anonimato de los significados reales. Condenar al significante en la jaula de los peores poemas. Pura contemplación de la máscara arañada por la lengua en su harina amarilla de cotorras.





Hoy estamos en esta habitación:

Tú, yo y el mundo sentados en esta habitación. La historia de nuestra civilización encerrada por la usura arde en el haikú de tu mirada. El sol si vuelve a entrar lo hace como un cazador en el hombro del cielo. Ves cómo se descascaran los monos ancestrales en estas cuatro paredes. El río de la mente contra toda corriente lucha sobre el fango de la abulia, ama aquellas ramas sin testimonio.





Penetras en la hoja en blanco, aun cuando multitudes desenfrenadas siguen asomadas sobre ti, ahora como quienes divisan a la distancia un templo en llamas antes del diluvio. Oyes la lagartija moviéndose rabiosa en las teclas que le llueven encima como gotas de plomo. Abres tu camisa con los dedos manchados. Escribes:





Siempre tuyo,

El Átomo de Cesio










de Novela de dios





EL DIOS DE TU NOMBRE





Nadie escribió tu nombre al verte.

Ninguna enfermera lo puso sobre tu cinto

el día de tu nacimiento.

Nadie escribió tu nombre por completo en algún registro.

Tu madre no mencionó tu nombre apoyándote sobre su pecho

(pues aún no vaciaba tu padre su borrachera para escoger tu nombre).

No llegaron abogados a firmar un contrato con tu nombre.

No visitó el pariente más lejano y le explicaron tu nombre.

Nadie puso tu nombre en ninguna hoja en el hospital donde naciste,

solo el nombre de tu madre sobre tu cinto (a ella le pertenecías desde entonces).

Nadie mandó a llamar a nadie para saber tu nombre.





No tenías nombre entonces, cuando naciste, y por qué habrías

de tenerlo ahora mientras viajas hacia el campo de otro planeta.





Cuando algo es nombrado es creado con el acuerdo de ambas partes,

por absoluta necesidad. Así el animal que merece su definición,

la cosa que busca asirse a nuestra mano, y las estrellas que deambulan

sin porvenir, que fugan sus necesidades.





Nadie escribió tu nombre entonces cuando eras Nadie.

Nadie lo hará después de aquel sepelio cuando seas Nadie por siempre.





Se perderá tu nombre, Ernesto, por millones de años.

Se perderá dentro de una obra en la que decidiste fundirte, oscurecerte, hacerte parte de su título: un vacío en la noche de una película larga.

Nadie sabrá cómo se hace eso: perder un nombre.

Todos aman sus nombres: sus posesiones cargadas de años como palomas muertas.





Te habrás perdido de mí. Habrás escrito la obra ¿cuál obra?

Esta: un silencio pasajero/ un día muerto en la montaña de visiones de todos los hombres de un mundo que se mató a sí mismo/ el mago ensangrentado desapareciendo en el sombrero del conejo del tiempo.





Te fuiste antes y después con un amago demente:

La víctima que revisa su excremento, el salado porvenir apilado en poemas de cuarenta cabezas, el amor engominado en la casa de la autobiografía un sábado por la noche.





Se perderá tu nombre tan Guevariano, como quiso tu padre,

tan juvenil por Javier como tu madre impuso. Avalanchas de animales vendrán por ellos. Fiestas y tristezas se harán con ellos. Asesinatos y reproducciones de la felicidad por millones de años se harán en nombre de estos nombres. Esta gente sabe de verdad como honrar la palabra. La doblan hasta arrancarle una gota de sangre. Una lágrima de pus. Una sonrisa. Ellos sabrán hacer con tus nombres la buena literatura: la vida misma.





Entonces se perderán tus apellidos: Carrión Castro.

¿A quién le importa un apellido tan repetido que ya no significa absolutamente nada?

¿A quién sino a la estúpida cabeza que rebusca nobleza y alharaca histórica detrás de ese proyecto de nombre?

Cuando llegaste a la vida, tu apellido ya estaba haciendo cosas (como meándose a toda una familia reconociendo la dimensión de su cultura). Cuando no habías llegado al mundo tu apellido ya estaba haciendo cosas como biblias y poemas y dinero.





Serás libre entonces.

¿Libre de tu nombre?

Fundirás tu nombre dentro del vacío de tu obra: flotarás allí enredado en la hermosa marcha de los cadáveres que siempre comienza. El vacío desde tu apellido será una construcción hacia atrás: se irá tragando lentamente lo asfaltado.





Se perderá tu nombre dentro de tu obra. Igual tú no escribiste esta obra.

Esta obra la escribió la realidad que viviste, y fue hecha gracias a todas las obras que te prestó la realidad para leer, a toda la gente que te prestó la realidad para vivir, a toda la cabrona inmadurez que te prestó la realidad para experimentar la vida, a toda la tristeza que te prestó la realidad para escribir la obra.





Nadie escribirá en su cuaderno tu nombre. Nadie lo hará mañana. Nadie sabrá que tú estuviste involucrado en este nado de espaldas contra ti mismo. Alguien más escribirá su nombre a partir de tu obra. Alguien más detallará el maravilloso amanecer, su hierro humedecido vigilando nuestro disfraz impenetrable. Alguien más escribirá su nombre detrás de estos poemas muriéndose de angustia por una respuesta. Alguien más que logrará perderse.

Y no sabrá que un nombre no es un templo.





de Novela de dios





SER

(Diagnóstico del Verbo)





1.

En un principio el Verbo. Era. Es. Fue y estuvo el Ser.

Todo lo que era el Verbo jubiloso, insatisfecho, desde la oscuridad viniendo a meter mensajes en manos llenas.

Conociendo los soportes de la navegación. Hecho una serpiente el Verbo, desatando los sueños. Olfateando a los hombres en su material desierto.

El venía, iba a salvarnos a todos.

Sin ninguna complicidad. Solo su amor por las construcciones y el cabello.





2.

Luego de caer de la noche y Dios y Yo se hizo un escudo el Verbo.

No quiso atender a todos. Quiso atender, ante la química de mi desnudez, solamente al parto de mi terrible amor por mí mismo.

Mi Yo mismo, mi propio y verbal universo, yéndose de gira por otros cuerpos, entró a todas las casas menos a la suya.

Allí vivió por años, dio de comer al Verbo frutas y poemas como tormentas estacionadas ante una gran pantalla.

Siempre que alguien lloraba, perros colorados murmuraban al Verbo que lo extraordinario del reflejo era precisamente no usar detergente, tener los ojos abiertos.

Engordado el Verbo, desorientado en la sangre, se hizo polvo del tiempo sin oírse. Esas cosas que iría a contar inéditamente, carentes de guante.





Por suerte,

después de un Verbo siempre hay una estaca perniciosa y un pez que se escurre.





Iba Yo también desapareciendo en los cuentos de ese Verbo.





3.

Ahora el Verbo:

No estar en ninguna parte. Ser y estar quebrado incluso en la música y en la espalda y la cintura y en la idea cruel. Andar en bicicleta con la sangre sin ningún esfuerzo. Estar en todas las amenazas de las vacas y en el lado más inacabado de una piel que menea libre sus pelotas de cuero.





Allí el Verbo esta vez Ser estableciendo irracionalidades como puentes a nuevos músculos nuevas lenguas nuevas concepciones inaugurando ninguna cosa pero bajo la lluvia. Mordiendo lo que reverdece pero sin entendimiento cabal. Sin definición esclava.





Siendo y no siendo en todo el esplendor del poema

un tembloroso polvo colectivo [1]





________________________

[1]

En el Principio era. No palabras. Nunca más un verbo un sustantivo haciendo algo correcto, conectando un lugar ordinario en signo convencional tramando repeticiones por los siglos de los. Nuestro horizonte es lírico. Demente mente humano. No corregible dislocado algo tan real como este desorden: rímel, espejo estrellado, conejo hundido en un torneo flamboyant, toda la preparación de la compota, toda la garra estelar, el taco del primer sonido, Dios en el horizonte como matemática solar, polvo en los ojos mirando un nuevo mundo: té volteado sobre un cielo papel tisú, millones de licuaciones no piedras ni fósiles sino interrogantes y números haciendo cuerpos con cara. Creando vida en las manchas de una tortuga. Algo todavía de nuestro barro silba en los pilares de ese montaje.

de Verbo [bordado original]





TERCER CIELO




Lo escindido es poder en mí. Jauría donde todos están nadando en sus propias macetas y nuestros índices apuntan hacia la negra carpa del cielo con árboles y pájaros aderezados con robusto porvenir y arte.




Cualquiera puede venir intervenir hacer suyo el progreso de este tigre, porque los habitantes alteran el significado de todo lo que rayan con palabras, tocan con sus lenguas lo creído, luego es y no tramoya y salto a lo nocturno.




Cuantía de lo querido: es más fácil avanzar sin escribirse, así des-escribir lo por andar, lo andado contratado, rumiar contra el cerebro. Oler la carne.




Literalmente reunión entre lo perdido y un cuerpo perdido. Retrato en el living del fraude de esa electricidad. Cerrado el verbo por reparaciones. Y eso es para siempre.




Arboles amigo, un largo enigma. Arboles dentro de campos, debajo de los ataúdes, alrededor de las nubes, en bosques y en playas lejanas, encima de los naipes y sobre el comedor. Arboles y más árboles. Saliendo de las duchas, en los corredores de los hospitales, detrás de bancas en templos universitarios, adentro de los libros, en una oreja cerrada: árboles en su luto para iluminar el tropiezo de esta memoria. Arboles y árboles cuestionándonos.




No negaré que las visiones que tuve fueron por amor. El odio no construye nada. La Inmensidad en ese instante, porque lo era.










de Manual de Ruido (inédito)





La palabra esencial, para entenderse y hacerse posesión más común de todos, debe hacerse común.





Hacerme casa en otro. Con otro, junto a él menos huérfano,

cubrirme de chorreantes estrellas sobre un cuerpo inmenso

que, de tramo a tramo, ve cadáveres. Un verso sobrevivirá a

esta ilusión mía de respirar de memoria, relinchando en la

yema de los dedos.





Hacerme casa en otro, armarme de valor, domesticar el tajo

en un tramo de papel. Repetir en otro mis gestos humanos,

mi horizonte quemado por las frases que no existen, mi con-

fusión amarilla de arañar el espacio en cualquier lengua.





Hacerme casa en otro. Vivir en otro. Ser Yo en Otro. Y ser

otros conmigo. Hacerme lugar común, al pie de la letra.






Ernesto Carriøn

(Guayaquil, 1977)





Ha escrito «ø»,compuesto por trece libros reunidos en tres volúmenes. «La muerte de Caín» que incluye los poemarios: El Libro de la Desobediencia, Carni vale, Labor del Extraviado y La Bestia vencida (Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2007); «Los duelos de una cabeza sin mundo» formado por: Fundación de la niebla, Demoniafactory, Monsieur Monstruo, Los diarios sumergidos de Calibán y Viaje de gorilas (Tribal, Perú – Fondo de Animal, Ecuador, 2012) y «18 Scorpii: Abiogénesis» que contiene los poemarios: El cielo primitivo, Novela de dios, Verbo [bordado original] y Manual de Ruido (inédito).

Entre sus reconocimientos están: Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2002), Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín (2007), Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2008), Beca para Creadores de Iberoamérica Y Haití en México FONCA – AECID (2009), Mención del Festival Hispanoamericano de la Lira (2011), Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2013), Finalista del Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma (2014) y Premio de Poesía Gobierno de Pichincha (2014).



_______________________________

Del libro Cartas al hijo (Ed. Literastur, Gijón, España, 2008):


Selección para antología Luis Rafael 
(La Habana, Cuba, 1974)













Paternidad


Ahora que la paternidad

Es mi patria

Padre me siento

Sobre mi padre

—Aunque parir no pueda

Párvulos ojos miradores

Pasos y palmas

Plácidos miran

Pastar al padre

(En palomera paz

Plomiza)

Patriarcal azoro

Parado en levedad

[Palindromático
Paronomásico
Parónimo
Paradójico
Y hasta paranoico]
Padre nuevo
Hijo de su hijo.
--
Niño durmiente


A mi hijo Luis Onelio.
“Miedo me da que sientas miedo”.
Eliseo Diego
Tú nacías en un baño
De luz sangrante
Y yo pensaba en
Mariposas nocturnas
Tú reías (por fin)
Con tu sonrisa
El cielo despejaba
Su polvillo
Sobre mi mano
Tu cuerpo crecedor
Tus ojos lúcidos
Descubrirán
La sal
De este bautismo
—Sean tuyas la dicha
La bondad y la paz
: Tuya la inocencia
Niño durmiente
Niño mío.


Lumbre de luna


A mi hijo Rafael Felipe,
porque su llanto le anunció.


Lumbre de luna
Y ráfaga de agua
Vibra tu llanto nuevo
Tu voz
Que va naciendo
En la inocente
Angustia
De estar vivo


Crujen las estrellas
Como minas
Prestas a estallar
En el vacío

Los padres
Sembramos hijos
En la intemperie
—Hermosa
Y cruel—
Del tiempo
Ilusionándonos
Con la eternidad
De las arenas -
Amuralladas -
Entre cristales
Columpiándose -
En el reló

Hijo que vienes
(Llevándome)
Hacia el futuro
Volátil
Incluso para ti
Efímero
¿Qué consuelo
Inventaré
Por acunarte
Barca en la mar
Inabarcable?


--
Boga La Habana


El mar
Alza su lengua
(Áspera -
De gato rabioso)
Sobre los escombros
: Lame las heridas
: Los recodos sucios
: Los hedores
De La Habana


Olas trepando
El Faro /
Olas escalando
El Morro /
Olas ahogando
Túneles /
Derribando
La frontera
Del Malecón
Olas -
De brazos fláccidos -
Remos escarchados de muerte
Voces de sal y agua
: Arrasando la Ciudad
: Barriendo señales
: Vomitando rocas


La Ciudad
Abandonada al vaivén -
Mareándose en la orilla -
Ciega sobre la marejada
[Vapuleada]
Aguamarina salitrosa
Pulimentando -
Calles /
Lustrando
: Fecundando


(La marea bajará)
Sobre el mar
Boga La Habana.
--

Lóbrega noche

Esta noche
He visto a la Muerte
: En dibujos /
De niños
: Bombarderos
: Tanques
: Escombros
: Y cadáveres
Un niño ciego -
Otro inválido -
Una niña estampada -
Por el fuego -
Y el miedo
(Niños crecidos /
De pronto /
Viejos)
Cosecha
De una guerra
: Odio espigando
Acaso
Fecundador -
De guerras
¿Luego de
Las bombas
Y las balas /
La metralla
Y la tortura /
Germinará
La paz?
Lóbrega noche
Negra noche
(Boca negra
Hambrienta de
Cadáveres)
La guerra
Eclipsa
El tiempo
: Oscurece
Los sueños
De los niños
: Insomnes.

Selección para antología Luis Rafael 
 (La Habana, Cuba, 1974)

LUIS RAFAEL  Hernández firma sus libros solo como Luis Rafael. Es un escritor cubano nacido en La Habana, (Cuba) en 1974. Licenciado y Máster en Literatura hispanoamericana y en Didáctica de la Lengua. Es asimismo Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid.
Dirigió la revista literaria Jácara entre 1995 y 2005. Ha publicado una veintena de libros, algunos de ellos traducidos a varias lenguas. Es asimismo miembro de varias organizaciones institucionales y académicas relacionadas con la literatura. Ha escrito guiones para televisión y radio.
Actualmente es director de publicaciones de la Editorial Verbum y profesor colaborador de la Universidad Complutense de Madrid y de los talleres literarios de Fuentetaja y Hotel Kafka.


Narrativa

•La magia de ET (noveleta, Every View, Madrid, 2012).
•Piratas y Corsarios del Caribe (relatos, Ed. Gente Nueva, La Habana, 2011).
•Cuentos y Leyendas del Caribe (relatos, Ed. Anaya, Madrid, 2010 -Incluido en el plan de lecturas recomendadas para el primer ciclo de la ESO en España).
•Liz desea (novela, Ed. Sigla, Miami, 2009); 2.ª edición con el título La doncella y el unicornio, Ed. Gente Nueva, La Habana, 2013).
•Cuentos para dormir (cuento, Ed. Oriente, Santiago de Cuba, 2008).
•Mulato (novela, Ed. Gente Nueva, La Habana, 2006 -Premio Nacional "La Rosa Blanca" 2007-; 2.ª edición: Ed. Arandurá, Asunción, Paraguay, 2009).
•El dueño de los caballitos (cuento, Ed. Alfalfa, Madrid, 2006, 2007).
•La vuelta del viejo a su juventud y otros cuentos eróticos de la antigua Arabia (cuento, Ed. Hiperión, Madrid, 2003, reeditado en Cuba con el título Cuentos Eróticos de la Antigua Arabia, Ed. Arte y Literatura, La Habana, 2011).
•El detective Perrín acude al llamado (cuento policíaco para niños, Ed. Gente Nueva, La Habana, 2002, 2003, 2004, 2010 -más de 500 mil ejemplares vendidos).
•Los hijos de Adán (cuento, Ed. Unicornio, La Habana, 2002; 2.ª edición: Ed. EMOOBY, 2011 -5 semanas entre el tercer y el cuarto lugar de los 10 libros electrónicos más vendidos en España).
•Un bosque por dentro (cuento, Ed. La Puerta de Papel, La Habana, 1990).

Ensayo[editar]
•Entre Prometeo y Narciso. El siglo modernista (1880-1980) (Ed. Complutense, Madrid, 2013).
•Eliseo Diego: donde la demasiada luz (Ed. Unicornio, La Habana, 2004).
•El Modernismo martiano, nuestro modernismo (edición electrónica, Ed. CubaLiteraria, 2001).
•Juana: el talento precoz (Ed. Ávila, Ciego de Ávila, 1999) (Premio nacional de ensayo Eliseo Diego, 1996).


Poesía

•El Mirador del Cielo (Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2014).
•Poemas de amor y desamor (Ed. Montecallado, La Habana, 2013).
•Babel (Ed. Bubok, Madrid, 2011).
•Cartas al hijo (Ed. Yaganes, Col. Elogio del Horizonte, Asturias, 2008).
•Crece en mi cuerpo el mundo (Ed. Gente Nueva, La Habana, 2005).
•Colómbico (Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2003).
•Cartas al padre (edición bilingüe español-árabe, Ed. Dar-Alwah, Madrid, 2000; Cartas al padre(Segunda edición solo en idioma español, Ed. CubaLiteraria, 2002).
•En la Casa del Hombre (Ed. Banco de Ideas Zeta, La Habana, 1995).

Álbumes ilustrados para niños[editar]
•El abuelo reloj (cuento, Ed. UNIÓN, La Habana, 2011).
•El Señor Bufanda (cuento, Ed. Emooby, Madeira, Portugal, 2011).
•El Capitán Pata de Palo (cuento, Ed. Emooby, Madeira, Portugal, 2011).
•El dueño de los caballitos y otros cuentos (cuento, Ed. El Perro y la Rana, Caracas, Venezuela, 2010).
•Detective Perrín (cuento, Ed. Capitán San Luis, La Habana, 2000).
•Perrín descubre un robo (cuento, Ed. Capitán San Luis, La Habana, 2000).
•Extraño caso para Perrín (cuento, Ed. Capitán San Luis, La Habana, 2000).
•Perrín y el lorito perdido (cuento, Ed. Capitán San Luis, La Habana, 2000).
•Detective Perrín acude al llamado (cuento, Ed. Capitán San Luis, La Habana, 2000).

Antologías y compilaciones de su autoría[editar]
•Claves del pensamiento martiano. Ensayos políticos, sociales y literarios de José Martí (selección, estudio introductorio y notas
•Canciones y poemas tradicionales (para padres y niños) (selección y edición, Ed. Verbum, Madrid, 2013).
•La Esperanza del Mundo. Los mejores poemas y cuentos para niños de José Martí (selección y prólogo, Ed. Verbum, Madrid, 2013).
•La copa de las hadas. Los mejores poemas y cuentos para niños de Rubén Darío (selección y prólogo, Ed. Verbum, Madrid, 2013).
•Los cien mejores poemas de amor de la lengua española (antología, selección y prólogo; Ed. Verbum, Madrid, 2013).
•Relata2X1. Cuentos interactivos (antología, selección y prólogo; Ed. Verbum, Madrid, 2013).
•Confesiones monstruosas. Fichando criaturas de miedo (antología, selección y prólogo; Ed. Verbum, Madrid, 2013).
•Aventuras en el Madrid literario (antología, selección y prólogo; Ed. Verbum, Madrid, 2013).
•Cuentos y leyendas de aquí y de allá (antología, selección y prólogo; Ed. Verbum, Madrid, 2012).
•¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Respuestas fantásticas para niños curiosos (antología de cuentos, selección y prólogo; Ed. Pierrot, Madrid, 2011).
•Minimicrocorticuentos (selección y prólogo; antología de mini cuentos para niños, Editorial Musivisual, Madrid, 2010).
•Identidad y descolonización cultural. Antología del ensayo cubano moderno (estudio introductorio, selección y notas; Ed. Complutense de Madrid y Ed. Oriente de Santiago de Cuba, 2010).
•Fábrica de cuentos (selección y prólogo; antología de cuentos para niños, Ed. Alfalfa, Madrid, 2009).
•Decir el mar / Dizer o Mar (selección y prólogo de Luis Rafael y Elena Palmeiro; antología bilingüe español-portugués de cuentos cubanos, Ed. Educat, Colección Islazul, Universidade Católica de Pelotas, Brasil, 2008).
•Cuentos cubanos del siglo XX (selección, estudio introductorio y notas; antología de cuentos cubanos, Ed. Alfalfa, Madrid, 2008).
•Dos Orillas. Un mismo mar (compiló y prologó la parte cubana del libro; antología de cuentistas cubanos y asturianos; Ed. Centro de Iniciativas Culturales, Gobierno del Principado de Asturias, Gijón, 2006).
•Poemas de amor. Autores cubanos del siglo XX (prólogo y selección; Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2005; reimpresión, La Habana, 2011).
•Habiendo llegado al tiempo (ed., prólogo y selección; antología homenaje a Eliseo Diego, Ed. Frente de Afirmación Hispanista, A. C., México, 2004).
•Aquí he vivido (ed., prólogo y selección de poemas de Eliseo Diego en edición bilingüe español-inglés, Colección Ediciones Especiales, Ed. Oficina de Publicaciones Especiales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2000).



Galardones
•Premio Nacional de Cuento. 1990, Cuba.
•Premio Nacional de Poesía. 1995, Cuba.
•Premio Nacional de Ensayo “Eliseo Diego”. 1996, Cuba.
•Premio Nacional “La Rosa Blanca”. 2007, Mejor Texto para jóvenes.






Manuel Iris (México, 1983). Licenciado en literatura latinoamericana por la Universidad Autónoma de Yucatán, maestro en literatura hispanoamericana por la Universidad Estatal de Nuevo México (EEUU), y doctor en lenguas romances por la Universidad de Cincinnati (EEUU). Ganador del premio nacional de poesía Mérida (2010) y recientemente ganador del premio regional de poesía Rudolfo Figueroa (2014), otorgado por el estado de Chiapas a poetas del sur de México y poetas de Guatemala. Autor de Cuaderno de los sueños (Tierra Adentro, México, 2009), coautor, junto con el poeta brasileño Floriano Martins, de Overnight Medley (ARC Edições, Brasil, 2014), e igualmente autor de Los disfraces del fuego (Atrasalante, Mexico, 2015). Fue compilador del libro En la orilla del silencio, ensayos sobre Alí Chumacero (Tierra Adentro, 2012).  Fue becario de la fundación Charles Phelps Taft de la Universidad de Cincinnati (2012). Ha publicado poesía, ensayo y traducción en revistas como Tierra Adentro (México), Asymptote (Estados Unidos), Triplo V (Portugal), Casa de las Américas (Cuba), Sibila (España) o Mapocho (Chile); además su obra ha sido incluida en antologías nacionales e internacionales, destacando las antologías binacionales Postal de Oleaje, poetas mexicanos y colombianos nacidos en los 80, publicada al mismo tiempo en México y Colombia, y la antología Espejo de doble filo: Antología binacional de poesía sobre la violencia, que igualmente reúne poetas mexicanos y colombianos.  Poemas y ensayos suyos han sido traducidos al inglés y al portugués. Actualmente es miembro del seminario de investigación sobre poesía mexicana contemporánea de la Universidad Nacional Autónoma de México.










De Los disfraces del fuego (Atrasalante, México 2015)





Quiero jugar a herirte, mi silencio.

Quiero jugar a que te arrojo piedras,
a que te aviento pájaros y peces,
todo lo que vuela
y que te rompes, te cuarteas

y caen tus pedazos solamente en ti,
y los recojo y te miro
entero como siempre,
sin que te falte nada.








Balada anónima



I

Barco ciego, tu nombre 
extiende sus manos: todo el mar es su tacto.
Abierto de epidermis, navegable
toma el rumbo de la estrella que lo besa: astrolabio, toma
rutas de  una noche pretérita,
imaginada noche en la que surges, nombre tuyo,
zarpando al vientre de las alucinaciones.



II

Antes de irse 
¿qué decía tu nombre frente al fuego?

¿Qué sonido
es tu nombre al recordarlo?

Árbol dormido bajo el mar ardiente, tu nombre
extiende sus manos con ademán de niño. 




III

Zarpando hacia tu piel,
ésta es la invocación de tus disfraces:

cardumen de dolor,
puebla mis manos

marea de canto,
moja mi sed

panal de ocaso,
endulza los minutos

cascada de bisontes,
inunda mi garganta

manada de gladiolas,
turba tu luz

estampida de azúcar,
calla su lumbre

vierte mi sueño,
constelación de leche

borda silencios,
parvada de ocarinas

vuélvete pan,
enjambre de quietud

mora mi tumba,
racimo de mercurio.




IV

Todo tu nombre: recién nacido
pronunciando la palabra nada.

Todo tu nombre: oscuridad
en las pestañas de los ciegos,
lengua sin manos, piedra sin sed, 
antílope sin alas.

Todo tu nombre: víspera del mundo.

Todo tu nombre
galopando en mis arterias como un tambor de luz.



Ecos

Mordida por su edad
mi abuela le habla al anterior 
que la vio por mis ojos:

 ¿No te dolió jamás
dejarme así, con cinco niños?
¿No nos pensabas nunca?

Me siento culpable del silencio
que mi rostro, antes de mí, guardó

pero le aclaro: amor, yo soy tu nieto,
el primer hijo de tu hijo menor,

soy el que vive lejos.

Ya decía yo, me dice, que no tenía sentido
que yo fuera una vieja
y tú siguieras igual.

Me abraza con alivio,
como si esa conversación
entre nosotros
acabara

pero sucederá, como es costumbre,
la siguiente vez que nos veamos.






Del placer

[…] la palabra placer abarca realidades contradictorias, comporta a la vez las nociones de tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos, y las de violencia, agonía y grito.

                                      Margarite Yourcenar


Como el sonido a la cuerda,
tensa el placer la mano
de quien sostiene un filo.

Tensa el placer la mano
del que asfixia:

abre el placer la boca.

Abre el placer la boca,
dice nombres, dice
misas negras:

abre el placer los ojos
que miran un cadáver

abre el placer los ojos

y nos mira, oscuras bestias,
abandonándonos a todo
lo que abre.





Declaración de amor


En tu cuerpo está el placer
como en el cuchillo la muerte.

Eres directa y sola, simple
como tu arquetipo 
y sin embargo
nueva.

Tu numerosa piel
estuvo en el espejo 
de todos los que fuimos,
de los que ya serán.

Y sin embargo, Corazón
hoy no hay tristeza
en nuestra repetida fuga:

esta ilusión de novedad nos basta.







En la hermosura, corazón, en la hermosura está la muerte ardiendo. De nosotros a los cuerpos el deseo cabalga y de los cuerpos, desde dentro de los cuerpos a nosotros, la muerte está mirando, mirando y avanzando,
                                     pájaro de aire.

Llenas de muerte la manzana fresca
y la muchacha desnudada. Llenos de muerte 
los muslos del muchacho, la piel de los que sudan,
los disfraces del fuego.

Llena de muerte toda la belleza.









1.- Juan Secaira Velástegui 

(Quito, Ecuador, 1971).



Ha publicado Obsesiones urbanas, ensayo, editorial El Tábano, 2007. El poemario Construcción del vacío, editorial Sarasvati, Nueva York, 2009, mención especial del premio de poesía Ángel Miguel Pozanco (España). El libro de poesía No es dicha (Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade), editorial El Tábano, 2012. La plaqueta de poesía Geografía de la edad, 2013. El libro de poesía Sujeto de ida, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2014. Y el poemario Ribera de cristal, Ediciones de Pandora, Tampa-Florida, 2015. Ha sido uno de los ganadores del Concurso Nacional de Poesía El Retorno, 2009 y 2011. En el 2008 se adjudicó un accésit en el concurso de poesía de la revista española Katharsis. Su poesía se encuentra en antologías nacionales e internacionales.


Oído de mar

El tiempo en el que
las olas se apaciguan
y el desprevenido no escucha
la réplica constante de los días.

Mi madre tiene un mundo en su oído izquierdo
permanece
cada tarde en mareos y penumbras.

Mi padre tiene a mi madre.

Nada es comprensible entre orillas y escombros
mientras
el agua silente
también
se deja ir.

(Inédito)
La función del espectro


Se aguarda el placer de la siguiente dosis
en aquel cuerpo impaciente y necio
como un animal que
encerrado en la bóveda del juicio o en la
maquinaria de un tejido angosto
olvida
bajo cada línea
detenerse
a tiempo.

(Inédito)



Garúa y la noción de la naturaleza predomina como una unidad etérea.
Olor a añoranza
como si el tiempo se detuviera en los gritos campesinos
en la fuerza y la sabiduría de su labranza.
 
La farragosa presencia de la ley
el frenesí del tren sobre rieles rotas.
Lluvia y una desesperanza continua y solitaria
como el ceceo de un dios menor a la distancia.

No es paisaje: en la única parada de bus esperamos por un ser
que no llega cancelado en su Babel de miedo y lejanía
la piel de nuestra suerte
y el obelisco creciendo en un cielo negro y callado.
 
A esa edad la impunidad se restriega en los días: no se entiende ni se detiene
el pensamiento es una carrera para llegar a algún lugar
flores arbustos y los cuentos de la abuela.
 
Veinte años después recorro la ciudad enfermo
porque de los enfermos será el reino de la poesía
de los desposeídos realmente
de los que flameamos la fe como única pregunta.
 
Sin abuelas ya
sin arbustos
una ciudad deshabitada
una foto en la mesa
materia de la furia.
(Inédito)



De película

Vemos una película
Relatos Salvajes y dices
que somos idénticos a la pareja de la última historia.
La última que no es de ningún modo la última.
Hay resplandor también en el olvido
en la prosperidad del capricho
la disciplina del cuerpo inmóvil radica en caer
con suficiencia.
No se distinguen el gusto ni las plantas que crecen en el extremo de nuestro jardín.
Han desaparecido como tantas cosas y personas
las emociones compartidas en ningún baúl
donde guardarse por un tiempo inexistente y breve
como el sol que creíamos eterno
en noches de frío
su espera.
 Sanarse lentamente aprendiendo a escuchar y decir
los latidos de los otros de los que se han quedado hasta el final
del viaje
para formar el reparto
de esta película B
que es la vida.
(Inédito)

Responde

Infinitamente infiel es la memoria
depende y al depender muere en sus múltiples versiones.
Preguntarse es como poner los restos debajo de la alfombra del comedor.
 ¿Dónde estarán los amigos de juegos de siempres y jamases?
 ¿El verbo suspendido en la inconciencia?
La distancia del sentido abarca el tiempo.
 El dolor del dolor promete volar.
Tres meses sin tratamiento
concentrarse para hacerlo invisible.
Iremos mañana a la farmacia
si el cuerpo responde le diremos gracias.
Nadie es completamente sano solo se esconde.
Mi amiga más querida me enseñó a cerrar los ojos
para abrirlos de verdad.
Alguno que otro afán
florece cuando siento las manos
 las re-siento
en campo abierto
naciente
brioso
pulso.



(Inédito)