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EL GRITO DE UN PÁJARO

 SALÓN DE LECTURA _____________José Antonio Santano


José Antonio Santano. El grito de un pájaro


El grito de un pájaro


EL GRITO DE UN PÁJAROEscribía días atrás el profesor, poeta y crítico Pedro López Ávila: “Cuando los poetas orientan sus actividades hacia fórmulas exitosas dominantes, con la finalidad de no caer en el olvido de sus contemporáneos y adoptan métodos sazonados ideológicamente con un lenguaje prosaico, conversacional, excesivamente coloquial, anti literario, soez y hasta procaz en algunas ocasiones, me parece a mí, que la poesía pierde una de sus aspiraciones fundamentales: la plenitud…”. No puedo estar más de acuerdo con su opinión. Corren tiempos extraños para la lírica, sobre todo cuando el objetivo último, la finalidad de la creación poética se convierte en un simple mercadeo, en el cual la poesía pierde su verdadero sentido. Dicho lo cual no puedo sino añadir que, de esta persistente atrofia poética, se salvan algunas obras que sí contienen elementos literarios de peso, con los cuales se activan la reflexión, la retórica más o menos compleja, la profundización en las temáticas y la emoción para dar como resultado un libro que imante el interés de los lectores de poesía. Así, el último poemario de José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957), “El grito de un pájaro”, publicado por la editorial Difácil, viene a confirmar lo dicho. Creo no equivocarme si afirmo que, de todos sus poemarios publicados hasta ahora, este es el más intimista, el que ahonda y analiza con rigor la relación hombre y mundo, quizá el que se desprende de lo banal y superfluo constituyendo un corpus coherente en el que cohabitan por igual conocimiento, experiencia y la emoción de lo vivido. Con “El grito de un pájaro” asistimos a un deslumbramiento que nace de la observación del mundo, de la vuelta a la Naturaleza y de la constatación de que todo tiempo es fugaz, que a duras penas somos un instante solo; y todo contemplado desde la óptica del goce, de la pasión por la vida, de la capacidad para vislumbrar belleza en todo cuanto le rodea, aunque desde la nostalgia: 




“Sol de la mañana 
acógenos 
con toda la plenitud
que aborda el tiempo herido
en este instante nuevo”.


La esencialidad de la luz y la libertad fijan el pensamiento del poeta, como también abismarse en lo verdaderamente importante de la vida, en esas cosas que son imprescindibles, bellas, espirituales, pequeñas: 



“Son tan pocas las cosas esenciales, 
tan pequeñas 
que apenas conocemos
hacia dónde transcurren sus pasos,
dónde nos regalan su ausencia
cuando están lejos”.


Muñoz Quirós sabe bien de los silencios y por ello nos deja una perla mística cuando escribe:



“Estoy callado
 frente al ruido del mundo”,


 porque el poeta ya no quiere hablar, solo abismarse en el silencio, como así lo hicieran Santa Teresa o San Juan de la Cruz. De todos los poemas que integran el poemario (sesenta y uno), creo que el titulado “Estar aquí” viene a ser clave para comprender “El grito de un pájaro”, porque el poeta asiste a un desprendimiento de lo vano, para concebir un mundo en el cual lo esencial es la búsqueda continua de lo desconocido, del misterio y la magia que nos liga a la vida. En este poema central, escribe el poeta: 



“Estar aquí 
para ser testigo
de toda plenitud: 
mirar desnudo el día, 
bautizar la mañana 
donde se esconden
sustraídos los sueños
que se han perdido
si despiertan”.


Halla Muñoz Quirós en lo cotidiano la desnudez del mundo y es agradecido por ello:



“Y dar gracias al cielo 
por la belleza que te entrega 
este vivir así, 
este misterio”.


Y continúa en estos versos el deseo de ser, con el recuerdo de otros versos de Santa Teresa: 


“nada es inmutable,
nada permanece…”,
para concluir con
“Al fin de todo, 
vivir 
es lo que nos deja
un indecible abismo
en este abismo”.



No podría concluirse mejor este comentario que con estos versos del poeta:




“No creo en más verdad
 que la que alienta
 este vivir tan pequeño y tan mío”.



Título: 
El grito de un pájaro

Autor: José María Muñoz Quirós

Editorial: Difácil (Valladolid, 2020)





Para volver al sur.

SALÓN DE LECTURA ____________________ José Antonio Santano




PARA VOLVER AL SUR
Volver a los orígenes es algo que en muchas ocasiones anhelamos como si en ello nos fuera la vida. Ese instante en el que la mirada se distancia del presente y nos revela un universo anterior incluso a nuestros propios sueños es de tal intensidad que solo la palabra puede salvarnos. En la memoria queda almacenado lo vivido y sentido, y así lo vemos en veloces fotogramas que nos pasan delante de los ojos sin poder evitarlo. Es la conciencia de lo que fuimos que aparece y desaparece como por arte de magia. Siempre la infancia que se muestra vivaz con el paso del tiempo, para devolver lo que fue su luz, su realidad más secreta. Desde esa realidad está pensado este poemario, “Para volver al Sur”, de José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957). Es este un libro en el cual el poeta bucea en el pasado, ese tiempo iluminado de la infancia, muestrario de los primeros descubrimientos, del juego y los afectos, que luego desde la soledad de un tiempo futuro renacerá vibrante en la memoria. Todo lo que pudiera parecer olvido toma aquí realidad, prefigura un estado de remembranza que nos conduce a esa edad de oro donde lo absoluto y la nada se confunde hasta plasmar un presente donde la palabra es el vehículo principal de la comunicación poética. Dedica el poeta este libro a su madre, mujer sureña del pueblo gaditano de Medina Sidonia («En Medina Sidonia un pájaro me dicta / con su voz tu presencia. / He volado hasta la cumbre azul de cielo. / Me escribe la mañana un nacer en las rosas. / Miro a la lejanía por si volvieras. Nadie / me dice una palabra sobre ti. Todo calla»), y en ella se conjuga la fuerza de esa luz que todo lo invade. Es la mirada al sur la que seduce y provoca la vuelta al territorio de la memoria, así ya desde el primero de los poemas, “Retorno”: «Vuelvo al Sur. El mar me deja / la derrota fugaz de un pez de olvido. / Ahora retorno hasta la orilla / inmóvil donde crece / la memoria de un tiempo ya lejano. […] Volver al Sur: sembrar sobre ese espacio / lo que ha sido fecundo en tus ausencias, / el modo de mirar, la voz que dice / todos sus ecos. Volver hasta el origen». La nostalgia marca la andadura para volver a los orígenes que el poeta ha fijado para siempre en su mente. La palabra como salvoconducto de lo habitado: la casa, la playa, las barcas, las salinas y todos los silencios, como los de Alberti en el Puerto de Santa María, los de Arcos de la Frontera, Cádiz, Zahara de los Atunes y el mar de fondo, creciéndose en una nube grandiosa de luces crepusculares en el último estío; todo está en la voz materna que no deja de escuchar el poeta, todo abarca su precisa presencia, la luz de su mirada que no deja sino un creciente rumor de olas y de abrazos, de besos encendidos. Vuelve Muñoz Quirós a la esencia del discurso poético, al tiempo en el que el sueño era lo absoluto, la única razón de la existencia, y lo hace con el lenguaje de la vida, con ese que en cada madrugada despierta diamantino y sereno. Alto es el vuelo del poeta “Para volver al Sur”, desde Ávila su refugio, desde la luz que acompaña la voz imperecedera de lo misterioso y secreto, guardado en la alacena del tiempo. Todo ese mundo sureño del que nos habla Muñoz Quirós sabe a ausencias, a la dolorosa ausencia de la madre, principio y fin de la existencia. Frente al mar, en las gaviotas, en todos los territorios y las horas está el eco de su voz, insistentemente melodiosa: «La realidad me obliga en cada instante / a vivir sometido. Estoy errante / junto a los días que se van perdiendo / por la senda del vuelo que me acerca / donde tú estás en mí». Volver al Sur es lo que importa al poeta ahora, en este momento de su andadura, reconocer y reconocerse en el pasado, también en el presente que arremete con su luz de mediodía y esclarece los sueños, porque en toda aventura el sueño late. En ese ir y venir de la realidad al sueño, y viceversa, el poeta descubre y ve con otros ojos lo que antes se ocultaba en la piedra o el agua. Volver, entonces, es una urgencia que se abisma en las profundas y procelosas olas de la vida, porque al origen se ha de volver siempre, siempre a su inquebrantable luz: «Estoy quieto y el cosmos se mueve en mi rutina. Vaga, / se aleja, duerme. Estoy en la invisible parodia / del olvido. Y esto es volver: / acercarse a la distancia, tocar la indefinible pasión de lo lejano, / amarrarse a las hojas de los árboles mudos. Esto / es traspasar los cimientos donde enmudece el tiempo, / por donde se construyen las leyes del camino». Muñoz Quirós realiza un ejercicio de memoria imprescindible para velar por la verdad poética –su verdad- que sustenta este tiempo de recuerdos y nostalgias, de un tiempo que fue y que el poeta quiere que siga siendo esa luz inagotable que brota de la palabra para hacernos más humanos y más libres: «La memoria me acerca entre sus huellas / un enigma de luz que ilumina mis ojos. / He callado en las dulces páginas del retorno / nacido como un tiempo que me enciende los labios». “Para volver al Sur”, un libro necesario, por el cual Muñoz Quirós mereció el Premio de Poesía Rafael Morales en su XLII edición.
Título: Para volver al sur
Autor: José Mª Muñoz Quirós
Editorial: (Ayto.Talavera de la Reina, col.Melibea, 2017)

LA VOZ AUSENTE. JOSÉ ANTONIO SANTANO

Si ayer la buena noticia era que mi libro "Madre Lluvia" quedaba finalista del IV Premio Internacional "Pilar Fernández Labrador", hoy llegó mi nuevo libro editado por Alhulia: "La voz ausente", con prólogo del poeta abulense José María Muñoz Quirós. Os tendré informados de su presentación. Ojalá siga la buena racha. Salud.


SALÓN DE LECTURA. JOSÉ ANTONIO SANTANO


TIEMPO Y MEMORIA

Autor: José Mª Muñoz Quirós

Editorial: Vitruvio (Madrid, 2015)

DIARIO DE ALMERÍA. TIEMPO Y MEMORIA



La excelencia de la poesía castellana actual está suficientemente acreditada. Como inextinguible llama alumbra en el panorama literario español. El oficio de poeta está más que probado en algunos de los nombres que figuran entre lo más granado de esa zona geográfica denominada Castilla-León. Cuna de la poesía mística es la ciudad de Ávila, representada por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, y una voz imprescindible y representativa hoy de lo que se escribe en Castilla, es la del poeta José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957). Su poesía reunida la encontramos en el libro “Tiempo y memoria”, que abarca buena parte de los textos poéticos pertenecientes a sus poemarios, que van desde el primero de ellos, “Ternura extraña” (1983), hasta “La voz del retorno”, de 2015. Grandeza poética a manos llenas la que nos ofrece este volumen y una extraordinaria oportunidad para acercarnos al poeta Muñoz Quirós, sin ningún tipo de duda, una de las voces más significativas de la poesía española actual. De su poesía se ha dicho que es «un único verso lanzado contra el tiempo: El hombre que construye una biografía albergada de recuerdos, el hombre que medita sobre la vida y la muerte llenándolas de preguntas esenciales; vida y muerte convocadas en una misma voz, hilvanadas en un mismo aliento, señaladas en un único destino» (Juan González Soto), también en palabras de Jesús Collado, en su breve pero profundo y acertado análisis preliminar de “Tiempo y memoria”, escribe acerca de la obra de Muñoz Quirós: «Sorprende la madurez tan precoz, y continuada a la vez, de una emoción que nace como un don, que surge de la soledad y del silencio, de la reflexión y de la contemplación, y que se materializa en una forma de pensar y sentir el mundo, que es el germen del que nacen las obras del poeta», para definir más adelante la poética de Quirós, como la “poética del vivir”. Y es esta la clave, el fundamento primero y último de su poesía. La esencia de su discurso poético es, sin ningún tipo de duda, la vida. Producto del conocimiento, de la meditación del mundo que le rodea surge su poesía, existencialista, íntima, rigurosamente seria, de una hondura difícil de hallar en otros vates. Porque su voz es pura y cristalina, consecuencia directa de su “estar” y “ser”, deslumbradora, extraordinariamente humana. La vida, desde la soledad creadora del poeta, esa que ahonda y se abisma en los silencios, todos los silencios del mundo, es la única razón, el único latido de la existencia, propia y ajena. Vivir es escribir, y viceversa. La vida, con sus luces y sus sombras es lo que importa, sentir la emoción de la existencia como única verdad capaz de transformar el mundo, y la palabra el instrumento más valioso para ello. La palabra desnuda, como así gusta al poeta, en su atronador silencio, en esa búsqueda incansable de la luz, la que tantas veces halló en los versos de Teresa de Jesús o Juan de la Cruz, y que ahora nos revela en esta inmensa obra. La mirada poética de Muñoz Quirós va más allá de la realidad, se adentra en lo desconocido de esa realidad, en sus límites hasta crear otra realidad distinta, a partir de la ardentía de la palabra, de su vibración y temblor continuo. Como un orfebre, el poeta mima y trabaja el detalle, no solo de la forma, sino también del fondo, de manera que forma y fondo constituyen un ser único e indivisible. En sus más de 500 páginas de “Tiempo y memoria”, hallamos al poeta de raza, preocupado por el mundo en el que vive, y en lo vivido está su fuerza, una fuerza ciclópea que arrasa en versos luminosos. Al poeta le importan las cosas esenciales: la luz, la noche y el silencio, y de ellas el nacimiento de la verdad, su verdad poética. 


El mundo está ahí, y el poeta nos revela sus misteriosas formas y sus voces, y escribe:
«Un extraño rumor invade
el alma. Sentir su poso
en el intenso frío,
en el cansancio.
Un extraño misterio
destilado de sombra,
oculto como el día
que en la niebla se esconde».


Pero el reloj marca las horas, y el tiempo se sucede, acrecienta dudas e incertidumbres, y el poeta lo vive en su silencio:
«Voy a volver al tiempo
/ que no descansa,
/ donde
/ alzas en los ojos
/ la mirada que asciende
/ por las aristas de las horas»


Ávila en los ojos del poeta, la piedra y su luz: «Siente la piedra otro temblor / y habita / la religiosa luz de la mañana», y el amor que habita el sueño, el aire:


«Es ese cuerpo y esa voz, /
es ese dardo. No necesito más /
para que vuelva el día a despertarme /
con esa suficiencia cuando rozo /
tu piel cerca y me sabes /
a largas horas encendidas»;


pero en este breve recorrido no falta la alusión a otro de los grandes temas de la poesía, la muerte: «Nada sé como más cierta incertidumbre / que a la muerte viajamos…».
El fulgor de la palabra poética, de los misterios de la noche y sus silencios, de la vida, del poeta que «derriba los obstáculos del miedo / cuando no encuentra otra salida, y huye / a la deriva de su propio olvido» y es voz destacada de la poesía española actual, el abulense José María Muñoz Quirós.

SALÓN DE LECTURA. JOSÉ ANTONIO SANTANO PARA DIARIO DE ALMERÍA.

SALÓN DE LECTURA. JOSÉ ANTONIO SANTANO


TIEMPO Y MEMORIA

Autor: José Mª Muñoz Quirós

Editorial: Vitruvio (Madrid, 2015)

DIARIO DE ALMERÍA. TIEMPO Y MEMORIA



La excelencia de la poesía castellana actual está suficientemente acreditada. Como inextinguible llama alumbra en el panorama literario español. El oficio de poeta está más que probado en algunos de los nombres que figuran entre lo más granado de esa zona geográfica denominada Castilla-León. Cuna de la poesía mística es la ciudad de Ávila, representada por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, y una voz imprescindible y representativa hoy de lo que se escribe en Castilla, es la del poeta José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957). Su poesía reunida la encontramos en el libro “Tiempo y memoria”, que abarca buena parte de los textos poéticos pertenecientes a sus poemarios, que van desde el primero de ellos, “Ternura extraña” (1983), hasta “La voz del retorno”, de 2015. Grandeza poética a manos llenas la que nos ofrece este volumen y una extraordinaria oportunidad para acercarnos al poeta Muñoz Quirós, sin ningún tipo de duda, una de las voces más significativas de la poesía española actual. De su poesía se ha dicho que es «un único verso lanzado contra el tiempo: El hombre que construye una biografía albergada de recuerdos, el hombre que medita sobre la vida y la muerte llenándolas de preguntas esenciales; vida y muerte convocadas en una misma voz, hilvanadas en un mismo aliento, señaladas en un único destino» (Juan González Soto), también en palabras de Jesús Collado, en su breve pero profundo y acertado análisis preliminar de “Tiempo y memoria”, escribe acerca de la obra de Muñoz Quirós: «Sorprende la madurez tan precoz, y continuada a la vez, de una emoción que nace como un don, que surge de la soledad y del silencio, de la reflexión y de la contemplación, y que se materializa en una forma de pensar y sentir el mundo, que es el germen del que nacen las obras del poeta», para definir más adelante la poética de Quirós, como la “poética del vivir”. Y es esta la clave, el fundamento primero y último de su poesía. La esencia de su discurso poético es, sin ningún tipo de duda, la vida. Producto del conocimiento, de la meditación del mundo que le rodea surge su poesía, existencialista, íntima, rigurosamente seria, de una hondura difícil de hallar en otros vates. Porque su voz es pura y cristalina, consecuencia directa de su “estar” y “ser”, deslumbradora, extraordinariamente humana. La vida, desde la soledad creadora del poeta, esa que ahonda y se abisma en los silencios, todos los silencios del mundo, es la única razón, el único latido de la existencia, propia y ajena. Vivir es escribir, y viceversa. La vida, con sus luces y sus sombras es lo que importa, sentir la emoción de la existencia como única verdad capaz de transformar el mundo, y la palabra el instrumento más valioso para ello. La palabra desnuda, como así gusta al poeta, en su atronador silencio, en esa búsqueda incansable de la luz, la que tantas veces halló en los versos de Teresa de Jesús o Juan de la Cruz, y que ahora nos revela en esta inmensa obra. La mirada poética de Muñoz Quirós va más allá de la realidad, se adentra en lo desconocido de esa realidad, en sus límites hasta crear otra realidad distinta, a partir de la ardentía de la palabra, de su vibración y temblor continuo. Como un orfebre, el poeta mima y trabaja el detalle, no solo de la forma, sino también del fondo, de manera que forma y fondo constituyen un ser único e indivisible. En sus más de 500 páginas de “Tiempo y memoria”, hallamos al poeta de raza, preocupado por el mundo en el que vive, y en lo vivido está su fuerza, una fuerza ciclópea que arrasa en versos luminosos. Al poeta le importan las cosas esenciales: la luz, la noche y el silencio, y de ellas el nacimiento de la verdad, su verdad poética. 


El mundo está ahí, y el poeta nos revela sus misteriosas formas y sus voces, y escribe:
«Un extraño rumor invade
el alma. Sentir su poso
en el intenso frío,
en el cansancio.
Un extraño misterio
destilado de sombra,
oculto como el día
que en la niebla se esconde».


Pero el reloj marca las horas, y el tiempo se sucede, acrecienta dudas e incertidumbres, y el poeta lo vive en su silencio:
«Voy a volver al tiempo
/ que no descansa,
/ donde
/ alzas en los ojos
/ la mirada que asciende
/ por las aristas de las horas»


Ávila en los ojos del poeta, la piedra y su luz: «Siente la piedra otro temblor / y habita / la religiosa luz de la mañana», y el amor que habita el sueño, el aire:


«Es ese cuerpo y esa voz, /
es ese dardo. No necesito más /
para que vuelva el día a despertarme /
con esa suficiencia cuando rozo /
tu piel cerca y me sabes /
a largas horas encendidas»;


pero en este breve recorrido no falta la alusión a otro de los grandes temas de la poesía, la muerte: «Nada sé como más cierta incertidumbre / que a la muerte viajamos…».
El fulgor de la palabra poética, de los misterios de la noche y sus silencios, de la vida, del poeta que «derriba los obstáculos del miedo / cuando no encuentra otra salida, y huye / a la deriva de su propio olvido» y es voz destacada de la poesía española actual, el abulense José María Muñoz Quirós.

SALÓN DE LECTURA. JOSÉ ANTONIO SANTANO PARA DIARIO DE ALMERÍA.

TIEMPO Y MEMORIA. SALÓN DE LECTURA

TIEMPO Y MEMORIA

Autor: José Mª Muñoz Quirós

Editorial: Vitruvio (Madrid, 2015)



La excelencia de la poesía castellana actual está suficientemente acreditada. Como inextinguible llama alumbra en el panorama literario español. El oficio de poeta está más que probado en algunos de los nombres que figuran entre lo más granado de esa zona geográfica denominada Castilla-León. Cuna de la poesía mística es la ciudad de Ávila, representada por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, y una voz imprescindible y representativa hoy de lo que se escribe en Castilla, es la del poeta José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957). Su poesía reunida la encontramos en el libro “Tiempo y memoria”, que abarca buena parte de los textos poéticos pertenecientes a sus poemarios, que van desde el primero de ellos, “Ternura extraña” (1983), hasta “La voz del retorno”, de 2015. Grandeza poética a manos llenas la que nos ofrece este volumen y una extraordinaria oportunidad para acercarnos al poeta Muñoz Quirós, sin ningún tipo de duda, una de las voces más significativas de la poesía española actual. De su poesía se ha dicho que es «un único verso lanzado contra el tiempo: El hombre que construye una biografía albergada de recuerdos, el hombre que medita sobre la vida y la muerte llenándolas de preguntas esenciales; vida y muerte convocadas en una misma voz, hilvanadas en un mismo aliento, señaladas en un único destino» (Juan González Soto), también en palabras de Jesús Collado, en su breve pero profundo y acertado análisis preliminar de “Tiempo y memoria”, escribe acerca de la obra de Muñoz Quirós: «Sorprende la madurez tan precoz, y continuada a la vez, de una emoción que nace como un don, que surge de la soledad y del silencio, de la reflexión y de la contemplación, y que se materializa en una forma de pensar y sentir el mundo, que es el germen del que nacen las obras del poeta», para definir más adelante la poética de Quirós, como la “poética del vivir”. Y es esta la clave, el fundamento primero y último de su poesía. La esencia de su discurso poético es, sin ningún tipo de duda, la vida. Producto del conocimiento, de la meditación del mundo que le rodea surge su poesía, existencialista, íntima, rigurosamente seria, de una hondura difícil de hallar en otros vates. Porque su voz es pura y cristalina, consecuencia directa de su “estar” y “ser”, deslumbradora, extraordinariamente humana. La vida, desde la soledad creadora del poeta, esa que ahonda y se abisma en los silencios, todos los silencios del mundo, es la única razón, el único latido de la existencia, propia y ajena. Vivir es escribir, y viceversa. La vida, con sus luces y sus sombras es lo que importa, sentir la emoción de la existencia como única verdad capaz de transformar el mundo, y la palabra el instrumento más valioso para ello. La palabra desnuda, como así gusta al poeta, en su atronador silencio, en esa búsqueda incansable de la luz, la que tantas veces halló en los versos de Teresa de Jesús o Juan de la Cruz, y que ahora nos revela en esta inmensa obra. La mirada poética de Muñoz Quirós va más allá de la realidad, se adentra en lo desconocido de esa realidad, en sus límites hasta crear otra realidad distinta, a partir de la ardentía de la palabra, de su vibración y temblor continuo. Como un orfebre, el poeta mima y trabaja el detalle, no solo de la forma, sino también del fondo, de manera que forma y fondo constituyen un ser único e indivisible. En sus más de 500 páginas de “Tiempo y memoria”, hallamos al poeta de raza, preocupado por el mundo en el que vive, y en lo vivido está su fuerza, una fuerza ciclópea que arrasa en versos luminosos. Al poeta le importan las cosas esenciales: la luz, la noche y el silencio, y de ellas el nacimiento de la verdad, su verdad poética. 

JOSÉ MARÍA MUÑOZ QUIRÓS


El mundo está ahí, y el poeta nos revela sus misteriosas formas y sus voces, y escribe:
«Un extraño rumor invade
el alma. Sentir su poso
en el intenso frío,
en el cansancio.
Un extraño misterio
destilado de sombra,
oculto como el día
que en la niebla se esconde».


Pero el reloj marca las horas, y el tiempo se sucede, acrecienta dudas e incertidumbres, y el poeta lo vive en su silencio:
«Voy a volver al tiempo
/ que no descansa,
/ donde
/ alzas en los ojos
/ la mirada que asciende
/ por las aristas de las horas»


Ávila en los ojos del poeta, la piedra y su luz: «Siente la piedra otro temblor / y habita / la religiosa luz de la mañana», y el amor que habita el sueño, el aire:


«Es ese cuerpo y esa voz, /
es ese dardo. No necesito más /
para que vuelva el día a despertarme /
con esa suficiencia cuando rozo /
tu piel cerca y me sabes /
a largas horas encendidas»;


pero en este breve recorrido no falta la alusión a otro de los grandes temas de la poesía, la muerte: «Nada sé como más cierta incertidumbre / que a la muerte viajamos…».
El fulgor de la palabra poética, de los misterios de la noche y sus silencios, de la vida, del poeta que «derriba los obstáculos del miedo / cuando no encuentra otra salida, y huye / a la deriva de su propio olvido» y es voz destacada de la poesía española actual, el abulense José María Muñoz Quirós.

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