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CUATRO POETAS. Instituto de Estudios Almerienses.



CUATRO POETAS
Aunque con retraso, más del que había previsto, traigo a este singular escaparate literario un libro publicado en el año 2014 por el Instituto de Estudios Almerienses, en su colección Poesía, titulado “Cuatro poetas”, a saber: Perfecto Herrera Ramos (Berja, Almería, 1956), Francisco Ortíz (Almería, 1970) José Moreno Fernández (Málaga) y María Ángeles Lonardi (Larroque, Argentina, 1970). “Cuatro poetas” reúne cuatro poemarios, uno por cada autor: “Poemas turineses”, “Geografía”, “Por diciembre en mayo” y “El jardín azul”, respectivamente. Reunir en un mismo volumen cuatro poemarios de distintos autores es siempre arriesgado, si bien puede ser interesante por la posibilidad que abre al lector de comparar el estilo de cada uno de los poetas participantes.  

Cuatro Poetas

Confluyen en cada poeta circunstancias, percepciones, sentimientos, pensamientos o ideas distintas, de ahí que la poesía sea también distinta, las señas de identidad difieren de uno a otro, bien por la edad –por lo vivido- o por la propia concepción del mundo de cada uno. De esta manera si la poesía de Perfecto Herrera, en palabras de la prologuista del libro, Pilar Quirosa, «nos lega impactantes momentos de eternidad en la captación de la imagen, pasajes italianos y el profuso legado literario», Francisco Ortiz «nos acerca al paisaje del levante almeriense, trazando una topografía llena de singularidad», en José Moreno «Emigración y vida trazan una línea paralela a la memoria sentimental, un recorrido intenso y compartido, desde una voz matizada por los recuerdos», y, finalmente, la poesía de María Ángeles Lonardi que nos transporta a «un jardín sensorial, de herencia modernistas, donde se detienen las pausas, los deseos vitales y la esperanza». Me detendré en este último libro “El jardín azul”, de María Ángeles Lonardi, quien desde el año 2002 reside en Almería. El hecho de su condición de emigrante, de la hermana Argentina, y la temática que nos propone, motivan que dedique este breve comentario. Me interesa la cuestión migratoria por cuanto dicha condición genera una visión del mundo distinta, en su sentido de adaptación al medio nuevo, a las costumbres del lugar, cultura, formas de vida, comportamientos humanos, etc. De manera que la poética de Lonardi bebe de todas las transformaciones que el yo poético adopta en el proceso de mestizaje-paisanaje, sin olvidar las diferencias respecto al paisaje, la naturaleza. Para Lonardi todo esto no es sino un jardín, que apellida o adjetiva “azul”, de ahí la referencia al modernismo de Pilar Quirosa en la figura de Rubén Darío, pero que también podríamos entender que se trata de otra clase de jardín (¿barroco?), que el profesor y poeta murciano David López García trata en su libro “Babilonia de flores”, referido a ese «lugar sagrado abierto para aquellos que se hallen o no enfermos de los males del alma». En cualquier caso, el jardín invita a la meditación siempre, a la observación detenida de cuanto acontece en su recinto, y por ello Lonardi confiesa:
«Mientras impera en el jardín
la zozobra
yo, huérfana de temores
me declaro viva».
Es ésta una declaración de principios para más adelante seguir en su compañía recorriendo el paisaje de su jardín imaginario, inventado. Nos hablará entonces de la “Crisálida”, “El viejo árbol de la mora”, de “Adán”, también de “Eva”, del “Paraíso”, incluso nos guiará, en su segunda parte “Más allá de jardín” hacia otros encuentros con poemas como “La esperanza”, “Amanece”, “Confesión” y “Plegaria”. Este es, sin duda, un viaje al interior, a ese espacio en el cual la poeta conversa consigo mismo, mira y medita cuanto acontece, se pregunta y se responde en esa continua búsqueda de la verdad, su verdad. En ese viaje circular Lonardi batalla con los recuerdos, la soledad, el tiempo o la muerte, es decir, con la vida misma. Es el suyo un vuelo hacia la luz, esa que siempre fulge en la palabra, a la que se entrega en cuerpo y alma. Es la palabra su “jardín azul”, el refugio al que siempre vuelve esperanzada de encontrar en él el resplandor del sueño, su sueño:

«No podemos detenernos a mirar en los charcos…

No podemos rendirnos:

Hay que construir un mundo

donde soñar sea posible».


 Título:Cuatro poetas
 Autores: Varios
 Edita: Instituto de Estudios Almerienses (2014)    

Cuatro poetas.

SALÓN DE LECTURA ____ José Antonio Santano



CUATRO POETAS

Aunque con retraso, más del que había previsto, traigo a este singular escaparate literario un libro publicado en el año 2014 por el Instituto de Estudios Almerienses, en su colección Poesía, titulado “Cuatro poetas”, a saber: Perfecto Herrera Ramos (Berja, Almería, 1956), Francisco Ortíz (Almería, 1970) José Moreno Fernández (Málaga) y María Ángeles Lonardi (Larroque, Argentina, 1970). “Cuatro poetas” reúne cuatro poemarios, uno por cada autor: “Poemas turineses”, “Geografía”, “Por diciembre en mayo” y “El jardín azul”, respectivamente. Reunir en un mismo volumen cuatro poemarios de distintos autores es siempre arriesgado, si bien puede ser interesante por la posibilidad que abre al lector de comparar el estilo de cada uno de los poetas participantes.  


Confluyen en cada poeta circunstancias, percepciones, sentimientos, pensamientos o ideas distintas, de ahí que la poesía sea también distinta, las señas de identidad difieren de uno a otro, bien por la edad –por lo vivido- o por la propia concepción del mundo de cada uno. De esta manera si la poesía de Perfecto Herrera, en palabras de la prologuista del libro, Pilar Quirosa, «nos lega impactantes momentos de eternidad en la captación de la imagen, pasajes italianos y el profuso legado literario», Francisco Ortiz «nos acerca al paisaje del levante almeriense, trazando una topografía llena de singularidad», en José Moreno «Emigración y vida trazan una línea paralela a la memoria sentimental, un recorrido intenso y compartido, desde una voz matizada por los recuerdos», y, finalmente, la poesía de María Ángeles Lonardi que nos transporta a «un jardín sensorial, de herencia modernistas, donde se detienen las pausas, los deseos vitales y la esperanza». Me detendré en este último libro “El jardín azul”, de María Ángeles Lonardi, quien desde el año 2002 reside en Almería. El hecho de su condición de emigrante, de la hermana Argentina, y la temática que nos propone, motivan que dedique este breve comentario. Me interesa la cuestión migratoria por cuanto dicha condición genera una visión del mundo distinta, en su sentido de adaptación al medio nuevo, a las costumbres del lugar, cultura, formas de vida, comportamientos humanos, etc. De manera que la poética de Lonardi bebe de todas las transformaciones que el yo poético adopta en el proceso de mestizaje-paisanaje, sin olvidar las diferencias respecto al paisaje, la naturaleza. Para Lonardi todo esto no es sino un jardín, que apellida o adjetiva “azul”, de ahí la referencia al modernismo de Pilar Quirosa en la figura de Rubén Darío, pero que también podríamos entender que se trata de otra clase de jardín (¿barroco?), que el profesor y poeta murciano David López García trata en su libro “Babilonia de flores”, referido a ese «lugar sagrado abierto para aquellos que se hallen o no enfermos de los males del alma». En cualquier caso, el jardín invita a la meditación siempre, a la observación detenida de cuanto acontece en su recinto, y por ello Lonardi confiesa:

«Mientras impera en el jardín
la zozobra
yo, huérfana de temores
me declaro viva».

Es ésta una declaración de principios para más adelante seguir en su compañía recorriendo el paisaje de su jardín imaginario, inventado. Nos hablará entonces de la “Crisálida”, “El viejo árbol de la mora”, de “Adán”, también de “Eva”, del “Paraíso”, incluso nos guiará, en su segunda parte “Más allá de jardín” hacia otros encuentros con poemas como “La esperanza”, “Amanece”, “Confesión” y “Plegaria”. Este es, sin duda, un viaje al interior, a ese espacio en el cual la poeta conversa consigo mismo, mira y medita cuanto acontece, se pregunta y se responde en esa continua búsqueda de la verdad, su verdad. En ese viaje circular Lonardi batalla con los recuerdos, la soledad, el tiempo o la muerte, es decir, con la vida misma. Es el suyo un vuelo hacia la luz, esa que siempre fulge en la palabra, a la que se entrega en cuerpo y alma. Es la palabra su “jardín azul”, el refugio al que siempre vuelve esperanzada de encontrar en él el resplandor del sueño, su sueño:

«No podemos detenernos a mirar en los charcos…

No podemos rendirnos:

Hay que construir un mundo

donde soñar sea posible».





 Título: Cuatro poetas
 Autores: Varios
 Edita: Instituto de Estudios Almerienses (2014)